Todo el mundo sabe que el poder financiero y empresarial ha tenido a los gobiernos de este país bajo su puño de acero para evitar que se pudiera legislar en contra de sus intereses. Poco importaba que la función principal de un Gobierno es la de ejecutar su acción para favorecer los verdaderos intereses del pueblo, es decir, que el Estado sea quien dé prosperidad a los ciudadanos y, de ésta, lograr los beneficios de las élites financieras y empresariales. Sin embargo, en España, como en otros muchos países, se ha hecho siempre al contrario, estuviera quien estuviera en la Moncloa, es decir, primero había que tener contentos a las grandes empresas o a los grandes bancos y lograr la prosperidad del pueblo con un porcentaje de sus beneficios. Esto es lo que en su momento Podemos denominó como la política de las castas.

Todo el mundo sabe que el Gobierno de Mariano Rajoy de la X Legislatura —la de la mayoría absoluta— implementó sus medidas de recortes en base a los intereses de esas élites y el resultado lo tenemos en que la desigualdad ha crecido al mismo ritmo en que se ha incrementado el número de millonarios. Un pueblo sufriendo las consecuencias de un crash provocado, precisamente, por esos poderes financieros y empresariales con un gobierno entregado como fanáticos a sufragar sus intereses. El mejor ejemplo de ello lo tuvimos con la reforma laboral que se aprobó sin consensuar con los agentes sociales y que, en realidad, no era más que la hoja de ruta de la patronal.

Las propias élites buscaron a un sustituto del Partido Popular cuando este partido y su Gobierno estaba ya ahogado en casos de corrupción y lo encontraron en Albert Rivera. De ahí la potenciación que se ha dado a C’s desde los medios de comunicación, el espacio que ha ocupado Rivera en los grandes foros organizados por las grandes empresas o la más que presunta financiación que recibe de esos poderes económicos. Su actuación ultranacionalista en Cataluña le sirvió de trampolín, siempre ayudado por todos los altavoces que controlan las grandes empresas o los grandes bancos. Rivera es el hombre del Ibex porque, además, su ideología económica —política no tiene— está basada en los fundamentos más duros del Tea Party, es decir, eliminar el Estado y privatizar los nichos de protección del pueblo sobre los que se asienta el Estado del Bienestar. Si esto llegara a implementarse, veríamos cómo las oportunidades de negocio se amplían y, por tanto, los beneficios de las élites a la vez que el pueblo perdería su personalidad para convertirse en meros clientes.

Todo parecía atado y bien atado, como dijo aquél, para las élites. Sin embargo, el movimiento de Pedro Sánchez y del PSOE les dejó descolocados. En primer lugar, no esperaban que el hasta ese momento casi anónimo secretario general socialista, por su poca presencia mediática, tuviera opciones de ganarla. En segundo lugar, no tenían en sus previsiones que los partidos catalanes le votaran por el apoyo que dio Sánchez a Rajoy en la aplicación del artículo 155. En tercer lugar, la tarde del primer día del debate de la moción se quedaron boquiabiertos cuando el PNV hizo oficial su apoyo al candidato socialista. Por esta razón, mientras el ex presidente estaba en un restaurante cercano a la Puerta de Alcalá despachaba con sus más importantes colaboradores, algunos ministros entre ellos, se le presionó desde las élites empresariales y financieras para que dimitiera y frenara definitivamente la moción. Sin embargo, Rajoy aguantó y no cedió a estas presiones. El miedo les entró en el cuerpo tras el anuncio de los nacionalistas vascos y pretendieron acelerar la hoja de ruta de su hombre, de Albert Rivera.

Hay que recordar cómo Sánchez, tras la semana en la que se produjo el Comité Federal, denunció públicamente la influencia que había tenido el IBEX, a través de uno de los periódicos que controlan, en su dimisión y en lo ocurrido en aquel 1 de octubre. Acusó directamente a César Alierta, entonces presidente de Telefónica, de ello.

Por esta razón, en las castas empresariales y económicas hubo miedo, mucho miedo, de que Sánchez tuviera la tentación de gobernar para el pueblo, algo que las élites no pueden permitir. El presidente del Gobierno ya afirmó antes de acceder al cargo que era necesario imponer un nuevo impuesto a la banca porque, para eso, los españoles la habían rescatado. Los socialistas también tienen una apuesta clara por reformas medioambientales que van en contra de los intereses de las eléctricas y de las petroleras. La posible derogación de la reforma laboral va en contra de los intereses de la patronal.

Por todo ello el IBEX35 ya ha puesto a trabajar a todos los recursos de los que dispone o que controla para acercarse al nuevo Gobierno. El mejor ejemplo de ello lo tuvimos en el tuit de Ana Patricia Botín refiriéndose al nombramiento de Nadia Calviño como ministra de Economía, un intento de hacer ver a la opinión que la nueva responsable de la economía española se encontraba en la misma cuerda de todo lo que ella representa. Según personas cercanas a la señora Calviño, el tuit de la señora Botín no le sentó muy bien.

Según ha contado El Confidencial, el presidente de Iberdrola, Ignacio Sánchez Galán, le dijo a Cristina Narbona lo siguiente: «Estáis en el Gobierno porque os hemos arreglado lo del PNV». Esta frase demuestra cómo las élites tienen miedo, mucho miedo al nuevo Gobierno. No pueden permitir dejar de gobernar desde la sombra.

Todos estos mensajes no son casuales. Las políticas que se llevan implementando desde el año 1.986 en este país han sido muy beneficiosas para estas élites y el IBEX no puede permitir que venga un joven socialista a romperles el negocio gobernando para el pueblo. No hablamos sólo de que se legisle directamente para favorecer a los poderes económicos, financieros y empresariales, sino que se ha creado a lo largo de los años una serie de prebendas fiscales que permite que las grandes empresas apenas paguen impuestos o que, directamente, la declaración les salga negativa y Hacienda les tenga que devolver varios millones de euros todos los años. Hay que recordar que los inspectores de la Agencia Tributaria publicaron un informe en el que calculaban que el 72% del fraude fiscal en España lo provocaban las grandes empresas y las grandes fortunas.

Tampoco podemos olvidar cómo desde el propio Gobierno, y de sus organismos dependientes, se ha sido presuntamente cómplice de la mayor «presunta» estafa de la historia de España en el Caso Banco Popular, tal y como llevamos informando en Diario16 desde hace más de un año.

Pedro Sánchez no puede perder ni un minuto el rumbo que ha marcado en su hoja de ruta y que tantas esperanzas ha generado entre el pueblo, hecho que se ha visto reflejado en las primeras encuestas publicadas tras la moción de censura. Los representantes de las élites no estaban presentes en el Congreso de los Diputados ni pudieron ver el brillo en los ojos de la gente, no sólo por haber conseguido que Rajoy dejara la Presidencia, sino porque se había frenado el ascenso de Albert Rivera. Esa esperanza se ha visto en los nombramientos de las nuevas ministras y los nuevos ministros. Incluso en las filas más sensatas del Partido Popular han reconocido que Sánchez había configurado un «pedazo de Gobierno». Anécdotas aparte, todo parece indicar que el nuevo Ejecutivo tiene la intención de gobernar para el pueblo y de revertir las políticas que han llevado a España a ser el país europeo con mayores índices de pobreza infantil o de desigualdad tras una «gran potencia» como Bulgaria, con todo el respeto para los búlgaros, mientras que los índices de gran riqueza se incrementaban o la pinza de la desigualdad se hacía más grande.

Pedro Sánchez y su Gobierno, sobre todo las ministras de las que depende la economía y que, por sus obligaciones, tendrán más contactos con estas élites, deberán poner un muro para no asimilarse a estos poderes financieros y que, por primera vez en más de 30 años, las españolas y españoles tengamos un gobierno que tenga como prioridad absoluta las necesidades reales del pueblo y buscar soluciones reales. No puede permitir que las élites vuelvan a hacerse con el Gobierno, que es lo que están pretendiendo con estos puentes que pretenden tender. Como gritaron los diputados de Unidos Podemos en el Congreso, «Sí se puede» y con el gobierno que ha confeccionado, mucho más.

9 COMENTARIOS

  1. E sido votante de PP duarte más de 20 años pero nunca más les volveré a votar sean convertido en todo lo que denunciaban que era el PSOE de Felipe González pero el PSOE jamás se atrevió a robar a sus propios ciudadanos y votantes han estado en la presunta conspiración en el hundimiento del Banco Popular para regalárselo al Santander y han forzado al BCE en esta trama para incautar su patrimonio a sus legítimos dueños

    • Si no investigan con toda la documentación facilitada por Nuestro Periódico, es que son también unas hijas de la gran puta y unas mirnas, como la golfa la -de que se lo cojo-.

  2. conspirar para hundir al banco popular y arruinar a 305000 accionistas en su gran mayoría votantes de PP que jamás les volverán a votar por lo bajo 1100000 votos menos y si algún día la justicia de EE.UU se descubre el pastel puede que acabe en SOTO del REAL por muchos años con la botina y muchos más

  3. accionistas y cúpula del cantabrón, sois unos L A D R O N E S de los Accionistas del Banco Popular.

    Andreu, ya estamos en junio, parece que no te has enterado.

    Cuando vas a dejar de ser un colaboracionista del PP.

    Te has cambiado ahora al PSOE, para seguir igual.

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