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El hígado y la melancolía

Francisco Silvera
Francisco Silverahttp://www.quenosenada.blogspot.com.es
Escritor y profesor, licenciado en Filosofía por la Universidad de Sevilla y Doctor por la Universidad de Valladolid. He sido gestor cultural, lógicamente frustrado, y soy profesor funcionario de Enseñanza Secundaria, de Filosofía, hasta donde lo permitan los gobiernos actuales.
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análisis

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Recapacito en una semana de hospital con mi padre, enfrentado al dolor y la esperanza y a la muerte en directo de otro hombre… todo lo que he publicado últimamente aquí tiene que ver con la situación catalana. Pero es que, incluso en los penetrales de la vida, era imposible hablar de otra cosa. Y observo, con curiosidad, yo que soy ya tan mayor que mis viejos se criaron allá por los 40 y son el franquismo sociológico verdadero (no esos aprendices a los que dicen enfrentarse algunos), que el secesionismo catalán ha conseguido algo sorprendente: éstos que nunca creyeron en la democracia, que se pasaron más de dos décadas despotricando contra el PSOE y Cía., éstos que todo lo arreglaban fusilando y resucitando a Paco el Rana: ahora hablan de Constitución, reconocen el derecho a defender lo que se quiera ¡incluida la independencia de un territorio! siempre que se cumplan las leyes, y tienen claro que la única «represión» posible de estos acontecimientos pasa por el poder judicial y las leyes… ¡Se han vuelto demócratas! Gracias, han conseguido lo que yo he peleado hasta lo desagradable durante toda mi vida sin lograrlo.

Y es que hay mucho miedo, mucho, porque nadie ve claro qué va a ocurrir, porque detrás de la coexistencia de dos Estados en paralelo sobre el mismo territorio está el uso legítimo de la defensa, que dependiendo de donde te coja… dependiendo de donde te coja: es agresión. Y las víctimas son la Historia, ese magma ciudadano que el Poder consume en su ansia de basura para engordar. Y es que el otro gran mérito del secesionismo ha sido su capacidad goebbelsiana de convertir la propoganda en política, han conseguido arrastrar por los cuernos a todo el Estado español con cada paso dado, han utilizado el crédito de paz consumible para tensar la convivencia hasta el borde de la ruptura, hasta generar esa idea triunfante (para ellos) de los dos bandos, han conseguido establecer en el discurso cotidiano este invento de los dos países que les permite decir «nosotros» y «vosotros»… la mentira más sutil y racista (veneno en las dos orillas).

Si el Gobierno español termina interviniendo en la Generalitat (nótese el «en», sin objeto directo) en nombre de Estado español, no olvidemos jamás que lo hace para una defensa (en la que Cataluña está incluida) que causa la quiebra de la Ley, o sea, por un delito; el victimismo de la intervención es una de las mentiras políticas peor construidas y, sin embargo, de las mayormente aceptadas que hemos visto entre un gentío… he ahí el ilusionismo independentista que empieza a ser tan peligroso porque se va a dar de cara con un público a punto de reventar el espectáculo de magia.

Se trata de un error de perspectiva y de cultura general (¡ay!). El mesianismo, de profundo arraigo monoteísta, siempre observa el mundo desde el panorama del «Deus ex machina», por eso hay quien ve a España como una realidad a defender antes que a construir; y el nacionalismo catalán es igual de cutre ideológicamente aunque se disfrace de «pueblo», porque el nacionalista es tan triste culturalmente que se cree una ilusión según la cual desde el espacio vería los límites de la nación catalana o española en una especie de plan cósmico de despegue de la raza…

Un Estado es un conglomerado de interrelaciones tan complicadas que cada parte es el todo, o dicho de otra forma: no se puede suprimir algo sin afectar al todo, siendo en realidad ese todo la suma de las partes, esto es, sin ellas: nada. Sólo la progresión de los movimientos va determinando la deriva, los sistemas colapsan, y se rompen, y no pasa nada, se generan sistemas nuevos, yo no creo en la unidad de patria ninguna. ¿Podría España irse unilateralmente de Europa? Véase el Brexit y los problemas que está generando, ¿qué será de la migración catalana en UK?

Un hígado no puede autoamputarse; no ya por sus posibilidades de supervivencia (eso son futuribles) sino porque materialmente necesitaría de otros miembros del cuerpo para conseguirlo, ¡no tiene brazos! Yo no soy unionista, ni españolista, ni fascista pre78, ni monárquico, ni estatalista, ni siquiera poderoso económicamente, sino parte de una ciudadanía buscando el placer con su «gen egoísta» y que entiende lo Público, la Ley, el Gobierno, el Estado como meras herramientas pragmáticas para evitar o regular la agresión y el conflicto. Yo entiendo las aspiraciones secesionistas de cualquiera… Particularmente no me preocupan… salvo opresión totalitaria: sólo así se reconoce internacionalmente el derecho de autodeterminación. Los dirigentes catalanes llevan demasiado tiempo malgastando mi dinero y mi cesión de representatividad (sí, Puigdemont me representa a mí igual que a una señora de Vilanova i la Geltrú) construyendo el embuste de la dictadura y, lo que es peor, que quienes no participamos de su fiesta de banderas e himnos truculentos (de hoces afiladas) somos totalitarios enemigos de la libérrima y justa esencia de Catalunya. Por menos de eso, cualquiera de nosotros estaría ya en la cárcel, se ve que este Juego de Locos de nuestras dirigentes, de nuestros privilegiados mandamases, les da patente para hacer lo que les sale de sus hermosos órganos reproductores. Puigdemont, le guste o le duela, es el Presidente de la Generalitat de todas las españolas y españoles, y debería ejercer como tal; si no lo hace y gobierna en favor de un programa excluyente para una parte de la población (del territorio catalán o de Almendralejo): delinque, porque emplea el dinero público para intereses que no son comunes, y va a ir a la cárcel, y me da lástima y entiendo el pavor que esto provoca, pero es como un pija ensoberbecido que hace el lila con un Ferrari prestado por un amigo de mami y atropella y choca y se extraña de que la Benemérita le pida cuentas. ¡Aquí se juega!, dijo aquél.

Después de oír el delirio demagógico y falsario de Forcadell (verbigracia), empiezo a perder la paciencia y a estar hasta los cojones de que estos dementes (fuera de la realidad), generadores de «masa» y no de «ciudadanía», me acusen velada y maniqueamente de todo lo que ellas, ellos, han incumplido: la Legalidad, el respeto a la Libertad, el ser golpistas (y acusan de golpismo), del control político de la información, del desvío de fondos, del aplastamiento psicológico y la ocultación de una parte de la ciudadanía, y del reventón de la economía española (la catalana sólo existe desde Cataluña, como la española sólo existe desde España) y de destruir nuestra imagen internacional (como con esa gilipollez de los «presos políticos» o los heridos de la represión… que pregunten a los del 15M qué les pasó en Barcelona)… Me acusan a mí, que vivo en el otro extremo de la diagonal (ibérica) y no me ha preguntado nadie nada, no he podido actuar en nada y están destruyendo mi tranquilidad y la posibilidad de dormir con la esperanza de que algún partido político use mi ciudadanía para hacer Justicia y no guerras (electorales o… de verdad).

Podría extender mis críticas a casi todas las organizaciones, pero veo con una tristeza insondable cómo Podemos juega a ser un PSOE infantil, queriendo aparecer como baluarte de las clases realmente víctimas de todo esto (la economía, por Dios, lo laboral, el clasismo…) y, a la vez, disfrazarse con la estética romántica (estética) de un sector de la población que no les votaría (votos y nada más) si mostraren un discurso claro en defensa del Estado de Derecho, discutible, matizable, mejorable, reformable, pero del Derecho, esto es: la posiblidad de la denuncia y el recurso. Me siento defraudado por unos renovadores que se han hecho seniles en cuatro años (en breve les tocará la corrupción, me temo).

Y lo digo sólo en mi nombre: que llevo toda la vida pensando sobre una izquierda eficaz y de verdad, que me he situado siempre más allá de Podemos o IU (no digamos PSOE, PP o C’s), que soy anarquista-liberal, internacionalista, librepensador, antipatriota, antiunidad de España o su puta madre, ateo, feo y sentimental, y defensor de la Cultura frente a la ignorancia clasista de la Tradición, lo digo yo que habría hecho campaña por un referéndum en Catalunya por la independencia e incluso por el «sí»… pero lo que nunca he querido ser es: idiôtês (consúltese a Pericles y sus colegas o, en su defecto, al «amator patriae» Cicerón).

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