No, ni mucho menos. Para escribir sólo hace falta eso, querer hacerlo, querer escribir, tener una historia o algo que comunicar y plasmarlo en un papel con la mayor sencillez y autenticidad del mundo. Así de simple.

Y la habilidad para la escritura, el talento, la destreza para colocar oportunamente el adjetivo o el sustantivo correctos, se construyen escribiendo en el día a día. Nadie nos lo va a dar de repente, ni siquiera porque seamos unos elegidos. Escribir es sincerarse con uno mismo, trabajar mucho, ser constante, sincero, honesto, vivir para contarlo, como decía el gran escritor Gabriel García Márquez en sus memorias. Es decir, estar en la calle y conocer de primera mano lo que le ocurre a la gente. También leer. Leer mucho.

¿Sabes quién es Stephen King? Estoy seguro de que sí. Stephen King cuenta con más de 50 novelas escritas, todas ellas best sellers, 350 millones de copias vendidas y 30 adaptaciones de sus obras al cine y la televisión. En la actualidad, este escritor de 70 años, nacido en Portland, Maine, licenciado en filología inglesa, es multimillonario. Aunque de joven, pasó penurias económicas y trabajó de cualquier cosa para pagarse sus estudios, incluso en una lavandería.

Pues bien, en su novela “Mientras escribo”, aconseja a quienes han decidido ser escritores o escribir simplemente cómo deben actuar al principio. Destaco aquí tres consejos importantes:

1.- Escribe para ti, no te preocupes por el público. Esta frase has de tenerla siempre muy presente en tu vida diaria como escritor. Escribe sin pensar en el público o escribe para el público pero sin el público. Es decir, no te ates a lo que puedan pensar otros de tu escritura. Escribir ha de ser siempre un gozo para el escritor, no una esclavitud ridícula.

2.- No le temas nunca a la página en blanco. Ten siempre en cuenta que nadie da en el clavo a la primera. Ni siquiera los grandes maestros de la literatura universal. Aunque parezca una obviedad, lo más importante en estos casos es comenzar con una frase, que después se irá modelando a medida que concretemos mejor la idea que tenemos en nuestra cabeza. Quizá esté ahí la clave de ese tópico de la página en blanco. Querer escribir a la primera la frase más precisa. No es así. Se escribe primero la que tenemos en nuestra cabeza. Después se va moldeando, como ocurre en la pintura, la escultura, etc., hasta alcanzar ese nivel de precisión que deseamos.

3.- Intenta cualquier cosa que te guste, no importa lo aburrido, normal o escandalosa que sea. Si funciona, bien. Si no, tíralo. Hay que ser libres hasta de aquellas ideas que nos han llevado a escribir un pequeño relato. Si después la frase del principio no funciona, descártala. Si después la acción del final tampoco funciona, deséchala también. Lo importante será siempre el producto final. Es un error aferrarnos a esa primera idea que nos inspiró el relato o el artículo o el ensayo. Un error que hasta nos podría costar el trabajo entero.

En definitiva, el talento se adquiere escribiendo a diario. Así es como nos iremos curtiendo de los sinsabores de la obra creativa. Igual que les ocurre a los pintores, escultores, dibujantes, diseñadores, etc. Recuérdalo. 

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