Viñeta de Elkoko

La zona de confort es una expresión muy apropiada para explicar la actual coyuntura de España. Lo es, porque define muy gráficamente el acomodo de aquellas personas que han renunciado a tomar iniciativas que les permitan gobernar sus vidas, o a dirigir organizaciones con visión de futuro. Podríamos decir que hay sucesivas zonas de confort. Según su sentido y amplitud podrían ser progresivas o regresivas.

Nuestro país está obligado a hacer salir de la senda de zonas de confort regresivas a sus élites. Esto, porque el resto de españoles hace unos años que ya ha sido expulsado del beneficio de sus esfuerzos y renuncias. Además, está siendo cautivo de los errores de esas minorías. Nos han encerrado en una senda de zonas de confort regresivas.

La Gran Coalición, porque ya es hora que la denominemos así, se resiste a dejar su zona de confort política. Sus miembros quieren permanecer en ese estado mental en el que el individuo, o grupo, permanecen pasivos ante los sucesos que experimentan a lo largo del tiempo. Adoran las rutinas sin sobresaltos ni riesgos. Lo que no entienden, es que también abandonan los incentivos. Tampoco les importa en exceso. Desean que la sociedad española no evolucione. Cuestionan y manipulan la voluntad ciudadana, en cuanto la ven como amenaza a su “zona”.

Desean que la sociedad española no evolucione

El achatamiento cultural, técnico y empresarial del franquismo fue claro ejemplo del efecto disfuncional de estos comportamientos, derivados de políticas de estado perversas. Ese es el ciclo regresivo de sucesivas zonas de confort con límites cada vez más estrechos. Como lo fueron el abandono de políticas efectivas de I+D, materializadas por la desinversión asignada en los presupuestos generales, con la consiguiente “fuga de cerebros”. La negación de realidades sociales como la pobreza, la exclusión, las migraciones mundiales, la diversidad sexual, o religiosa e ideológica, está confirmada por las decisiones de instituciones mediatizadas. No están dispuestos a admitir la diferencia. Los pone incómodos. Inseguros. No soportan el escrutinio de su gestión.

Para instrumentar esto, estamos gobernados por representantes de intereses alejados del control regulador del Estado. La desregulación creada por los últimos gobiernos, ha dado lugar a la creación de una zona de confort en la que los ciudadanos comunes aceptan las penurias que les imponen. Esto, hasta el punto de que se les dice que agradezcan los mendrugos que les dan, por horarios y trabajos cada vez más abusivos. Es la que se la que se aprecia en los excesos, y más concretamente, las corruptelas institucionales y empresariales. Basta con observar los procesos en las salas de los juzgados en la actualidad. Un ejemplo es la impunidad que se advierte por doquier. Parecen enviar el mensaje del desaliento.

Una mayoría de ciudadanos se verán obligados en breve a salir de sus propias zonas de confort, por las decisiones de estas camarillas, para poder encontrar formas creativas de resolver sus dificultades. Podrá elegirse entonces una senda de crecimiento personal o grupal progresivas, o ceder a las restricciones a la que nos someterán con sus zonas de confort regresivas. Otras leyes pensadas para reprimir.

¿No parece justo que se ponga fuera de la zona de confort, a esta dirigencia acomodada e incompetente que no ha elaborado ningún Plan Integral de salvamento para España?

Esa sería una senda de zonas de confort progresivas. Creo que si los ciudadanos honestos tomasen conciencia de su poder, dejarían en evidencia la mezquina debilidad de esta gente. Piénsalo antes de que te hurten el futuro.

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