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Háganse cargo

Eduardo Rivas
Eduardo Rivas
Licenciado en Ciencia Política
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análisis

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Se murió Liz. Se murió otra mujer por una muerte evitable. Se murió porque 38 Senadores Nacionales decidieron que el aborto siga siendo clandestino. Se murió porque con mentiras pusieron por encima de cuestiones de derechos y de salud pública, principios morales y religiosos. Se murió porque esos principios y valores matan.

Pasó una semana de la sesión en la Cámara de Senadores de la Nación y la realidad ya golpea con fuerza en quienes creían que los abortos se acabarían por rechazar la ley. No lo entendieron entonces y no lo entienden ahora, la discusión no es aborto sí o aborto no, la discusión es aborto legal o aborto clandestino. Liz se realizó un aborto por fuera del sistema de salud y murió por sus consecuencias, y no hubo ley ni Estado que la contenga.

Nos dijeron que las mujeres pobres no abortan, y mintieron. Las mujeres pobres no abortan en las condiciones en las que lo hacen las mujeres que tienen dinero. En lugar de hacerlo en un consultorio, lo suficientemente escondidas para no convertirse en una deshonra, lo hacen como pueden, lo hacen como saben. Liz lo hizo con una rama de perejil.

Nos dijeron que defendían los derechos de la mujer. ¿Cuáles son los derechos de Liz que defendieron? ¿Quién estaba junto a ellas defendiéndolos?

Nos dijeron que defendían la vida de la mujer… a Liz no la defendió nadie.

Nos dijeron que defendían las dos vidas, y mintieron. Solo pretendieron imponer un sistema de creencias fanático sobre las necesidades y los derechos de las mujeres, porque los únicos derechos que les interesan son los propios.

Nos hablan de los ‘costos’ de los abortos para el servicio de salud público, y más allá de lo cínico del argumento puesto que en salud no hay costos sino inversiones, juguemos por un rato el juego que nos proponen. Hablemos en términos económicos. ¿Es más costoso una dosis de misoprostol que todos los paliativos que le dieron a Liz tras ir a atenderse en San Martín y ser derivada a General Pacheco porque donde había ido no tenía la infraestructura necesaria? Son cínicos y burros.

Nos hablan de abortos en algunos casos. ¿Por qué en caso de violación sí y en otro no? En el caso de la violación no es ‘persona’. Son hipócritas.

Nos hablan de educación sexual y métodos anticonceptivos… ¿pero qué hacemos cuando no se tienen ninguna de las dos cosas? ¿Qué hacemos cuando una mujer decide abortar, por las razones que fueran éstas? Nada. El Estado y la sociedad le da la espalda.

¿Y por qué una mujer no podría abortar? ¿Por qué no podría decidir sobre su cuerpo? Nos dicen que porque tiene una ‘persona’ en su vientre, ‘persona’ que hoy para el Estado no existe.

Yo perdí dos embarazos, y tengo dos hijos. Pero tengo dos hijos, no 4, dos vivos y 2 muertos. Y por los embarazos perdidos el Estado no me otorgó DNI, ni partida de nacimiento, ni se inscribieron en la Libreta de matrimonio, ni nada. Porque para el Estado es un embrión, no es una persona, y por lo tanto hay que darle un tratamiento diferenciado. Como dice Natalia Kwiatkowski, el Estado ‘No considera que sea una persona, un ser humano, un ciudadano, cuando el embarazo se detiene espontáneamente: nadie tiene siquiera permiso de retirar el embrión porque se lo considera desecho médico, perdón la expresión es mucho más cruda: residuo patológico. Se lo des-car-ta.’

En consecuencia, ¿por qué una mujer no puede decidir?

Nos dicen que en realidad el problema es que la ley no era una buena ley. Supongamos que era así, aunque tengo mis reservas al respecto, ¿qué propusieron entonces para su mejora? NADA. Y las consecuencias de eso las vemos hoy. NO HICIERON NADA PARA EVITAR QUE LIZ MUERA. NO HICIERON NADA PARA QUE NINGUNA MUJER MUERA EN ARGENTINA POR ABORTOS CLANDESTINOS.

Que quede claro. La muerte de Liz es responsabilidad del Estado y de Esteban Bullrich, de María Varela, de Federico Pinedo, de Inés Blas, de Dalmacio Mera, de Ángel Rozas, de Alfredo De Angelis, de María Teresa González, de José Mayans, de Silvina Giacoppo, de Mario Fiad, de Guillermo Snopek, de Juan Carlos Marino, de Julio Martínez, de Inés Brizuela Doria, de Carlos Menem, de Julio Cobos, de Maurice Closs, de Magdalena Solari, de Silvina García Larraburu, de Rodolfo Urtubey, de María Fiore, de Juan Carlos Romero, de Rubén Uñac, de Roberto Basualdo, de Cristina López Valverde, de José Alperovich, de Claudia Poggi, de Adolfo Rodríguez Saa, de María Belén Tapia, de Carlos Reutemann, de Gerardo Montenegro, de Blanca Porcell de Riccobelli, de Ada Itúrrez, de Mirian Boyadiián, de Carlos Espínola, de Pedro Braillard Poccard y de María Fiore.

Gracias a que Gabriela Michetti celebró con un ‘Vamos todavía’ el rechazo de la media sanción de la ley de interrupción voluntaria del embarazo, Liz ya no puede celebrar nada.

Gracias a que María Eugenia Vidal se siente más tranquila por el rechazo de la media sanción de la ley de interrupción voluntaria del embarazo, Liz ya no puede sentir nada.

Como cantaba Miguel Cantilo, ‘Imponen la fuerza sobre lo sutil… Su débil conciencia, se arrastra a ser vil […] Y donde estás tú famoso gurú… Ahora que se fueron y apagaron la luz […] Tenemos que hacernos, un mundo mejor… Porque éste está enfermo y nosotros no’.

Háganse cargo de lo que no impidieron. Háganse cargo de lo que provocaron. Háganse cargo.

El Ministro de Salud de la Provincia de Buenos Aires, Andrés Scarsi, afirmó que siente ‘un dolor tremendo’ por la muerte de Liz, y que ‘Lo que le pasó a esta mujer es que sufrió un shock séptico, es decir, un cuadro infeccioso. Eso pasa con muchos otros cuadros, no sólo con los abortos, y los atendemos a todos’. Su desvergüenza es inmensa. Sr. Ministro, con un aborto legal, al que Ud. se opone, se hubiera evitado el shock séptico, se hubiera evitado la muerte de Liz.

Murió Liz, como murieron dos mujeres mientras se debatía la ley, como está internada en Zárate una mujer por las consecuencias de un aborto clandestino.

Lo dijo la Senadora Beatriz Mirkin en el debate, ‘La ley no obliga a ninguna mujer a abortar, en todo caso obliga al Estado a hacer lo que deba hacer para que no haya abortos clandestinos’.

De eso se trata.

Muchas gotas van horadando la piedra, hay una que la rompe. Ojalá el caso de Liz sea esa gota. Ojalá Liz sea la última muerte por aborto en Argentina.

#SeráLey

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