España quedó conmocionada hace 20 años por el cruel atentado en Sevilla del matrimonio compuesto por el concejal del PP Alberto Jiménez Becerril y su esposa Ascensión García. Dejaban tres hijos menores, uno de ellos recién nacido.
A pesar de que desde las organizaciones de víctimas de ETA se ha insistido hasta la saciedad que no hay víctimas de segunda, lo cierto es que desde el Gobierno, y en la página oficial del Ministerio del Interior, se ha colgado el video de recuerdo por el malogrado matrimonio sevillano, cosa que no ocurre con otras víctimas en las fechas en que se conmemoran el resto de atentados de la banda terrorista, salvo en el caso del aniversario de Miguel Ángel Blanco.
De esta forma el Gobierno trata de rentabilizar, una vez más políticamente, a sus víctimas.
El cruel asesinato del matrimonio sevillano fue a la 1.25 de la madrugada, en la esquina de su casa, cuando volvían, como todos los jueves, de tomar unas copas con sus amigos. Sus tres hijos dormían mientras sus padres se desangraban en la esquina de su calle. El parte médico calificó las heridas del matrimonio de «incompatibles con la vida». Nadie vio nada.
Sus familiares, su partido a nivel particular y Sevilla o España entera si lo dese, puede recordar y llorar la salvajada de hace 20 años. Pero a nivel gubernamental, hay casi otros mil asesinados que recordar con el mismo respeto.