El próximo 2 de marzo, el que fuera candidato a las elecciones generales por el PSOE Pedro Sánchez, se enfrentará a un particular debate de investidura en el que intentará lograr la cuadratura del círculo para alcanzar la presidencia del gobierno de España. Y lo hará en una escenografía jamás imaginada por muchos de los gurús de la estrategia política, esa en las que se mezclan diversos elementos, que pueden hacer de tan acto solemne un esperpento más que la política española podría regalar a una ciudadanía hastiada ya de quienes hoy ocupan los espacios del poder legislativo sin estar a la altura de este tiempo complejo y difícil.

Y es que en este cocktail de kafkianos episodios uno asiste perplejo a la conversión de oruga a mariposa del líder de podemos Pablo Iglesias, que parece haber olvidado eso de la nueva política para abonarse al gatopardismo en ese deseo irrefrenable de fijar como línea previa a la programática y al cambio de gobierno la presencia en los sillones del poder de la nueva casta podemita.

No por menos “Si queremos que todo siga como está, es necesario que todo cambie” que diría Di Lampedusa, en la adaptación de su eterno gatopardo a la actualidad política de la España de hoy, en donde los nuevos partidos emergentes adolecen de los mismos virus del bipartidismo imperfecto, hoy convertido en pluripartidismo imperfecto y al mismo tiempo ingobernable.

No obstante, en esa idea y venida de pasarela que el líder de Podemos nos regala como si fuera él quien pretendiese formar gobierno no se escapa la verdadera estrategia del partido morado, ese que pasa por ocupar el mayor espacio político posible ante unas próximas elecciones generales en  las que el, a priori derrotado PSOE pudiera resucitar de la mano de un Pedro Sánchez, que participando en los pactos de pasarela del momento ocupa día tras día mayor cuota de pantalla y espacio público y político en detrimento del “showman” de la nueva izquierda Pablo Iglesias.

No por menos Pedro Sánchez, sabedor de la cercanía real de una cita con las urnas, juega sus cartas ante un nada desechable escenario de confrontación política con quienes más que tender la mano para gobernar con el PSOE buscan fagocitar su espacio político como partido de la izquierda en nuestro país.

Parece así que todos juegan sus cartas ante la más que probable repetición de unas elecciones anticipadas, que tan sólo no se producirían en aquellos remotos escenarios en los que Podemos o el Partido Popular se abstuvieran en el próximo debate de investidura, favoreciendo la llegada a la Moncloa de un Pedro Sánchez, que haría de su derrota electoral y el peor resultado del PSOE en Democracia, un ejemplo digno de estudio sobre las posibilidades cambiantes de la política actual, esas que te hacen ser un cadáver político en Diciembre y presidente tres meses después.

Y en este panorama de gatopardismo, pactos de pasarela y estrategias de ir y venir, no podemos olvidar referirnos a un Mariano Rajoy abscedado en un intento de supervivencia política de imposible cumplimiento, máxime cuando cada nuevo caso de corrupción que aflora en el Partido Popular sirve para apuntalar más su propio ataúd en un entierro al que todos están ya invitados y en donde el muerto lo está aún cuando todavía no sea consciente de su paso a mejor vida.

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