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Futuro o pasado

Eduardo Rivas
Eduardo Rivas
Licenciado en Ciencia Política
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análisis

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Argentina enfrenta hoy una decisión trascendental que ha dividido aguas como pocas decisiones en su historia. Como cuando se debatió la ley de divorcio vincular en la década del 80, o la ley de matrimonio igualitario a principios de esta, la discusión de la despenalización del aborto ha reflotado el rol de la Iglesia Católica como factor de poder en la sociedad argentina.

Mientras su influencia es moderada en los centros más urbanos y con mayor nivel educativo de sus vecinos, es avasallante en aquellas zonas más alejadas de Buenos Aires y de sociedades más tradicionales y conservadoras. Como ejemplo de ello, las palabras del Arzobispo de Tucumán, en el norte del país, Carlos Sánchez, quien en el Tedeum del 25 de mayo afirmó ‘Yo, Carlos Alberto, quiero llamarlos por su nombre a ustedes, Beatriz, Teresita, Gladys, Alicia, José Fernando, Facundo, Pablo, Marcelo y José, diputados tucumanos, para decirles que tienen un nombre porque tienen vida y tienen la responsabilidad que les ha confiado el pueblo tucumano: voten por la vida, por el cuidado y defensa de la vida de todo argentino porque vale toda vida’.

En un país donde es contradictorio el rol ‘institucional’ de la Iglesia Católica, puesto que el artículo 2 de su Constitución establece que ‘El Gobierno federal sostiene el culto católico apostólico romano’, e incluso la redacción de la misma, que data de 1853, se realizó ‘invocando la protección de Dios, fuente de toda razón y justicia’, y en contraparte el artículo 14 reconoce a los nacionales, y el artículo 20 a los extranjeros, el derecho a ‘profesar libremente su culto’.

Pero la Iglesia Católica no se contenta con regir espiritualmente la vida de quienes profesan su religión y pretenden influenciar en la vida cotidiana, incluso, de quienes no profesamos su culto.

En este contexto se dio el debate sobre la despenalización del aborto, con la presentación en la Cámara de Diputados de especialistas que se expresaron a favor y en contra del proyecto de ley y tras varios meses de debate parlamentario, hoy comienza la sesión para resolver si habrá o no media sanción del proyecto en cuestión.

Los guarismos previos prevén un final voto a voto, aún hay varios legisladores que no han expuesto públicamente su opinión y ha habido casos en los que abiertamente se pronunciaron inicialmente por una posición y días más tardes se decantó por la opuesta.

Argentina debe decidir si avanza para evitar las muertes de quienes abortan en la ilegalidad y bajo dudosos criterios médicos, o si en cambio seguimos ocultando los problemas por no herir la susceptibilidad de una porción de la sociedad.

Al respecto es muy clara la exposición del biólogo Alberto Kornblihtt, diferenciando las cuestiones médicas de las cuestiones teológicas, puesto que tras el debate sobre la despenalización del aborto está latente la discusión sobre cuáles son los valores que deben regir los destinos de la sociedad.

Paradójicamente aparecen como más seculares y progresistas los legisladores del peronismo, que mayoritariamente apoyan la despenalización pese a haber instaurado en el país el ‘Día del Niño por Nacer’, haber negado el debate por el aborto durante los años de su gobierno entre 2001 y 2015, y ser parte de la Organización Demócrata Cristiana de América, mientras que quien facilitó y propuso el debate de este tema tan conflictivo fue el Presidente Mauricio Macri, líder de Cambiemos cuyos legisladores votan mayoritariamente en contra.

Sin embargo, según el prejuicio general respecto a las ideas que propugna y promueve el Presidente lo ubican como de centro derecha, se le debe reconocer que aun oponiéndose a la despenalización propició su debate mientras que los que enarbolan las banderas del progresismo guardaron silencio durante más de una década por actuar de manera dogmática siguiendo los intereses particulares de la ex Presidente Cristina Fernández, quien también se oponía a la despenalización y hoy, que el debate lo propone el gobierno, al parecer cambió de opinión repentinamente.

Así está planteado el debate en la Cámara de Diputados, donde los legisladores representan a los pueblos de las Provincias y los escaños se reparten de manera casi proporcional de acuerdo a la población de cada Distrito. Mucho más complejo, si el proyecto se aprueba en la Cámara de Diputados, será el debate en la Cámara de Senadores, puesto que allí la representación es por Provincia, habiendo tres Senadores por cada una de ellas. Y como planteábamos inicialmente, el peso de la Iglesia Católica en el interior del país es muy fuerte.

Seguramente mañana se sepa si esta vez el proyecto de despenalización del aborto logra avanzar o si es un nuevo intento fallido, aunque el hecho de debatirse en el recinto ya es un logro en sí mismo. También mañana se sabrá si Argentina avanza en el siglo XXI o pretende seguir viviendo en el pasado.

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