viernes, 29marzo, 2024
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¿... Legal el fútbol?

Francisco Silvera
Francisco Silverahttp://www.quenosenada.blogspot.com.es
Escritor y profesor, licenciado en Filosofía por la Universidad de Sevilla y Doctor por la Universidad de Valladolid. He sido gestor cultural, lógicamente frustrado, y soy profesor funcionario de Enseñanza Secundaria, de Filosofía, hasta donde lo permitan los gobiernos actuales.
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análisis

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¿Hasta cuándo va a ser legal el fútbol? Es coña, yo no soy partidario de casi ninguna prohibición, sí de la Educación para que cada cual organice su vida y haga de su sayo una capa. Pero no dejo de alucinar con el poder de ese juego aburrido, reiterativo y pedestre que inunda la vida mundial.

En mi ciudad, Huelva, con ayuntamientos de los dos partidos de siempre (y los apoyos de casi todos los otros), recortando en lo que se pueda sin alterar la intención de voto y con unas políticas culturales penosas por no decir meramente ornamentales (nada distinto del resto de pellejo de toro), los profesionales de la política llevan puestos millones de euros en las formas más variadas y disimuladas posibles para salvar al “decano” del fútbol español, el famosísimo en el mundo entero Recreativo de Huelva, denuncia va y denuncia viene de directivos que se han llevado o no la pasta o que pagan o no, jugadores que cobran o no, estadio construido para acá e instalaciones para allá (me encantaría saber la titularidad de la mayor parte de los estadios e instalaciones futbolísticas españolas para compararlas con la situación de los templos católicos y el fisco)… Millones y millones…

Yo he sufrido en silencio el juego de los equipos de niños, porque soy padre; a su madre (la del mío), pacífica psicóloga, la expulsaron en una ocasión de un estadio con todo el grupo de progenitoras y padres futboleros, tras los gritos proferidos contra el árbitro y contra los chiquillos del otro equipo por parte de algunos y algunas de nuestra tribuna de gente corriente. He visto a entrenadores (“It’s a man’s man’s world”) meter broncas alucinantes a niños de poco más de un lustro de vida, llamarles “mariconas” (nótese el uso como insulto de la palabra acentuado por el femenino) o “niñatas” (interesante), enfadarse por perder, enfadarse porque no juega tu hijo por ser malo, enfandarse porque no juega tu hijo porque juega el otro que es muy malo, gente con estadísticas al segundo para exigir al entrenador, broncas entre espectadores, incitación a la agresión en el campo de juego y… una vez invitaron a bocadillos a nuestros chiquillos en Cortegana, un pueblo serrano muy sano, que es el cuento que nos venden de la camaradería, el juego justo, la camaradería, el respeto, el juego por el juego sin victorias ofensivas (he visto palizas de goles sin límite ni piedad), mentira todo: yo he comprobado cómo por los campos de fútbol un sábado por la mañana pululan miles de hijoputitas inocentes fruto de la exigencia paterna y el Síndrome de la Familia de Messi.

Sólo hay que mirar las noticias para ver que esto se repite sin parar, generando un ambiente malsano para cualquier infante, competitivo hasta la enfermedad, violento y profundamente machista hasta el escarnio… las niñas comienzan jugando con los amigos y terminan abandonando o derivando a equipos femeninos, considerados menores, equipos a los que jamás iría un chaval, en cuanto les apuntan los botoncillos de las tetas; el mejor elogio: “Juega como un tío”, “Tiene dos cojones”. Por cierto, por mi zona los pueblos tienen unas instalaciones deportivas que si fuera proporcionalmente equiparables a las educativas y culturales no habría vitrinas para tanto Premio Nobel.

Si quieren entramos en la delincuencia violenta que sistemáticamente rodea a los partidos de fútbol, cuanto más grandes: peor. Eso incluye una ristra de muertos considerable en su haber, aparte de los gastos ocasionados por los destrozos que parecen que van de suyo con un partido gordo, ora de visitantes ora de aborígenes. ¿Cuánto cuesta al erario público la seguridad de estos eventos?: los despliegues de policía, vigilancia, tecnología, investigaciones de grupos ultras casi siempre conectados con entramados político-delincuenciales de oscuro trasfondo, añadan lo que haya que poner cuando Su Majestad o Sus Excelencias van a las finales o los días señaladitos? ¿Y esa mierda de los desfiles a posteriori con los títulos? ¿Y las recepciones por parte de los altos cargos, antes o después de la Virgen de turno? Qué espectáculo más degradante para la Razón… en todas sus dimensiones.

El Trash Metal es un show menos violento y más barato, y yo no abogo por estandarizarlo (aunque lo preferiría a esa música decadente pseudomilitar de la Semana Santa) pero tengo claro que le saldrían detractores enseguida. Dada la violencia generada, el mal ejemplo educativo, los miles de millones que cuesta, la incomodidad para la ciudadanía que no guste del balompié… ¿cómo se le sigue apoyando institucionalmente? ¿Hay alguna propuesta para prohibirlo o al menos regularlo? ¿No sería mejor un poco de educación sexual: posibilidades en el aparejamiento, orgías, masturbación, felaciones o cunilingos, preámbulos, control de la eyaculación, orgasmo, caricia, cariño, cercanía o afecto…? Después nos asustamos de los resultados de las elecciones…

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