“Fracasó el Golpe de Estado”. Así abría la portada de Diario16 hace 36 años. Hoy, si tuviera que elegir un titular para su conmemoración utilizaría las mismas palabras, pero entre signos de interrogación.

“¿Fracasó el Golpe de Estado?” me pregunto. Al a vista está que un 23 de febrero, esta vez en 2017, se ha dictado sentencia en el proceso que ha sentado en el banquillo a la hija y al marido del que fuera monarca en aquel intento de golpe de Estado. Se les ha juzgado porque han defraudado a la Hacienda Pública –ellos, que viven de los fondos públicos con todo tipo de lujos y sin necesidad alguna de trabajar-, por aprovecharse de su posición para hacer negocios. Y en una de las declaraciones del que fuera Duque de Palma, no tuvo reparos en decir que él, todos estos años, se había dedicado a hacer lo mismo que había visto hacer al Rey. Ni más ni menos.

Sí, el Rey al que se le ha permitido ser el Jefe de Estado de este país democrático, ése al que prácticamente todos los españoles han considerado siempre una persona con la que, podrían no comulgar pero que, gracias a “lo que hizo” hace 35 años, merecía ser respetado. Incluso republicanos consideraban que Juan Carlos sería una concesión por su compromiso con la transición a la democracia de nuestro país. Sé de lo que le hablo: he militado durante mucho tiempo en el Partido Socialista, ése que en sus estatutos se declara republicano, pero que en su militancia y en su dirigencia, sobre todo, encuentra fieles defensores. De hecho, este partido, el PSOE, con histórica tradición republicana, ha sido clave para propiciar la toma de posesión del actual monarca, Felipe VI. Y estamos hablando de que esto sucedido con el apoyo de la bancada socialista con Alfredo Pérez Rubalcaba como portavoz y Secretario General. Precisamente después de cumplir con esta misión, se produjo la dimisión del exministro.

Han transcurrido tres décadas. Y ahora, en este periodo de la Historia, nos encontramos inmersos en un proceso que han denominado “de cambio”; una segunda transición. Es precisamente ahora cuando se está produciendo, o al menos eso nos hacen pensar, un despertar ciudadano, un periodo de conocimiento de los hechos que han venido sucediendo en la historia de nuestra democracia. Como si de pronto un baúl se abriera y comenzasen a salir secretos, miserias, terribles noticias al mismo tiempo. Y nos preguntamos cómo ha sido posible hacer caminar un país que estaba plagado de corrupción. Nos indignamos al ver cómo una élite, formada por los mismos de siempre, se ha seguido enriqueciendo de la mayoría de la población a costa del erario público. Sí, durante todo este tiempo nos han hecho creer, incluso siendo cierto, que hemos sido nosotros los que hemos tenido la capacidad de poner a unas personas o a otras en los lugares donde se han tomado las decisiones que han marcado nuestras vidas.

Solamente cuando nos paramos a contemplar el panorama actual con una visión crítica es cuando podemos preguntarnos si realmente aquél golpe falló para los intereses de quienes en ese momento tenían poder, que vienen siendo los mismos que lo mantienen hoy en día. Y precisamente quien abrió la puerta a una democracia de cartón piedra que ha demostrado estar viciada, no representar a su ciudadanía sino más bien ponerla al servicio de un sector que gestiona el poder desde tiempos inmemoriales.

Momentos, los actuales, en los que puede que, efectivamente, se esté produciendo un cambio: un rechazo social hacia la corrupción, hacia la limitación de derechos, un compromiso social latente y patente, y por qué no, un hartazgo respecto a la Monarquía.

Y quizás por eso, se confirme que la hora ha llegado y que, precisamente nos encontramos ante la segunda transición que este país necesita de manera urgente.

3 COMENTARIOS

  1. Si salieran a la luz ciertas informaciones, todavía hoy, 35 años después reservadas, me parece que no hablaríamos de golpe de estado, si no de perfomance de la oligarquía franquista. Sí, de aquella del «atado y bien atado» y la de la «reforma o ruptura».

  2. Si.
    Desde hace años, y desde que leí un libro que se llama «Un rey golpe a golpe» tengo claro que el «Golpe» sólo fue una peligrosa función teatral que podría haber acabado en una masacre de sangre.
    Quizá sabían que el miedo era tanto que saldría bien la pantomima. Y aquí estamos, cuatrenta y dos años después se sigue yendo a la cárcel por cantar o escribir irreverencias pero no por robar si estás integrado en la plutocracia.
    Cuarenta y dos años después el estado de corrupción tiene el mismo grado que el de los años 70.
    Yo que viví el golpe con miedo y pasé la noche pensando como ir de Burgos a Francia sin pisar carretera, recuerdo perfectamente que entonces, ya se veía la desintegración de la UCD y el peligros ascenso del PCE. Tras el Golpe, la UCD acabó desapareciendo pero el PSOE se hizo con todo el voto de la izquierda, quizá para que no volviera a pasar lo del golpe.
    Nos engañaron entonces y nos siguen engañando ahora.

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