Fariseos

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Foto de laopiniondezamora.es

Mártir

En la llanura castellana, el cierzo mece los trigos y cebadas ya maduros por el sol de mayo. Las plomizas espigas olean en la inmensidad de un océano verde, pardo, blanquecino en algunos tramos y amarillentos en otro. Desde su cubículo de tres por dos, Jesús mira el horizonte y recuerda con añoranza su niñez. Cuando todo le estaba por descubrir.

Había visto la luz en una clínica privada de alto copete en una de las zonas con mayor poder adquisitivo de la capital, Pozuelo de Alarcón. Su padre, empresario de éxito, su madre ex modelo, reconvertida en una ama de casa atípica a la que le cocinan, le limpian, le hacen las camas, le lavan y planchan la ropa, jamás había tenido tiempo, sin embargo, para sus hijos. Jesús se había criado con Domitila, la criada traída del pueblo, sobrina de su madre, a la que fueron a buscar el verano en el que Jesús estaba a punto de salir de las entrañas, y a la que convencieron con la excusa de ir a pasar una temporada a la capital con sus tíos. Lo de pasar una temporada era un eufemismo porque enseguida le pidieron que echara una mano a la asistenta, luego, que si podía cuidar de su primo y al final acabó como chica interna que hace de todo. Eso sí, sin salario que para eso era familia.

Jesús se había educado en un colegio de los Maristas, también elitista, al que para asistir, no bastaba con tener dinero. Hacían falta el aval ideológico de uno de los miembros de consejo educativo. Allí comenzó a pintarrajear sus primeras fichas y allí acabó el COU. Allí se formó como persona. Allí empezó también a dudar de una religión que se proclama de los pobres, mientras abusa de las estancias con mármol de Carrara, sus dirigentes viven en lujosos y espaciosos palacios y sus feligreses, para congraciarse con el dios de los pobres, llenan de joyas a sus imágenes de madera policromada, alabastro o escayola. Allí empezó a dudar del discurso de quiénes siempre están a favor de los poderosos a pesar de insistir en que ellos son más de los desarrapados. ¿Por qué un niño formado como los demás en los valores fundamentales del cristianismo, se había convertido en un acérrimo ateo, amante de los valores de justicia social, de la solidaridad y contrario al abuso, la intolerancia y el cinismo? Su padre se pregunta a menudo, en qué habían fallado. ¿Habían sido extremadamente estrictos, o tal vez lo habían sido poco? ¿Por qué su hijo no se dejaba ayudar?

Porque Jesús, siempre fue un chico inquieto. Desde niño, hacía muchas preguntas y siempre estaba interesado en el funcionamiento de las cosas. Y tenía una memoria privilegiada, por lo que si hoy le decías una cosa y dentro de una semana la contraria, te echaba en cara que le estabas engañando, que eras incongruente o que una cosa y la contraria no son posibles. De lo primero que se dio cuenta fue que su prima Domi, en realidad era una chica del servicio doméstico a la que no trataban como miembro de la familia, sino como a una inferior a la que ni siquiera pagaban un salario. Apenas cincuenta euros una vez a la semana para ir a la discoteca (que costaba veinticinco). Cuando empezó a indagar en los negocios familiares se dio cuenta que las dependientas que su padre tenía contratadas en las tiendas, trabajaban entre nueve y diez horas cuando su contrato era de seis y su sueldo estaba establecido en el salario mínimo. Se les descontaba los días en los que estaban enfermas o las horas que solicitaban para acudir a los exámenes. Su ira explosionó cuando llegó al ser consciente de que la ropa que vendían en las tiendas de la cadena familiar a precio de oro, se confeccionaba en Bangladesh por mujeres y niños a los que se les pagaba cuatro euros al mes.

Así que, lo que había empezado como una decepción religiosa se torno en lucha política. Por eso hizo políticas y se dedicó a reventar el liberalismo. Por eso, primero se reían de él y después pasó a ser considerado un extravagante niño de papá y luego un antisistema. A pesar de los intentos de su padre por sacarle de sus ideas subversivas, y tras varios intentos fraudulentos para encarcelarle (meterle droga en la mochila, acusarle de proxenetismo o de resistencia a la autoridad) acabaron encarcelándole por incitar a la Rebelión.

Desde su celda de aislamiento de la cárcel de Estremera, dónde se ha convertido en un mártir para el movimiento por la dignidad, pasa el tiempo viendo mecerse las espigas del mes de mayo porque tiene prohibido todo, desde los libros a la correspondencia.

Sospecha, que quieren asesinarle.

Dos días después, dos compañeros de cárcel lo ahorcan atándole una sábana a la barra superior de la litera de su celda. Aunque el informe oficial dictaminará suicidio.

 


Fariseos

Perdóname señor por haber cambiado un mojón, a ver si cuando salga puedo cambiar dos”.

Rogativa irónica popular.

Cuando leo que al actor Willy Toledo quieren encarcelarle acusándole de un delito contra los sentimiento religiosos por un comentario en las redes sociales en el que defiende, en un acto de libertad de expresión, una “procesión” como la del “santo chumino” (una acción quizá sorprendente, que algunos la podrían calificar incluso de mal gusto, y otros de irónica y muchos, como yo, no dando importancia a lo que no lo tiene), que recorrió las calles de Málaga un 8 de marzo de hace ahora cinco años, no puedo sino preguntarme, ¿quién defiende nuestros sentimientos y derechos? En un estado aconfesional, soy consciente de que las procesiones de semana santa son una tradición en algunos lugares como Zamora o como el Bajo Aragón. También que, en algunas ciudades como Sevilla, estos actos producen pingües beneficios económicos en turismo. Sin embargo, ¿quién defiende a aquellos ciudadanos de lugares no tan tradicionales que no siendo católicos, tienen que soportar horas sin poder acceder a sus domicilios, que no pueden conciliar el sueño en toda la noche o que ve como de sus impuestos se tienen que usar cientos de miles de euros en limpiar la cera de las velas derramada en las aceras o los desperdicios de una noche de “recogimiento”, mientras sus hijos no tienen guarderías porque el ayuntamiento dice que no hay presupuesto? ¿Qué pasaría en una casa sevillana aprovechando que no pueden dormir porque por la calle pasa una procesión a las tres de la mañana, montan una fiesta y abren el balcón con los ACDC a todo volumen? ¿Entendería el ayuntamiento que están en su derecho o acabarían llegando los municipales y deteniéndolos a todos por incitación al odio contra los sentimientos religiosos de los católicos?

Cuando veo la cerrazón y el respeto que para sí exigen algunos, que siempre olvidan el respeto que deben profesar a los demás, no puedo sino acordarme que en realidad éste personaje histórico del que estos días rememoran su tortura y muerte, no fue sino un antisistema de la época, o más bien un ortodoxo judío que no estaba conforme con la corrupción del Sanedrín judío de la época que daba mítines en contra de la nueva legalidad moral de los sacerdotes y al que éstos acabaron entregando al nuevo poder político romano para que lo ejecutaran con el castigo que en el siglo I daban éstos a quién osaba alterar el orden impuesto: tortura y muerte por crucifixión. Estoy por apostar que si Jesucristo fuera un personaje coetáneo, éstos que tanto golpes de pecho dan en nombre de su memoria, acabarían encerrándole en cualquier cárcel, acusado de terrorismo, rebelión o incitación al odio. No puedo sino creer firmemente que si este tipo fuera en la actualidad un negro en USA acabaría en la silla eléctrica. O si tuviera la mala suerte de nacer en la actual Palestina moriría acribillado a balazos por un soldado israelí, en la franja de Gaza.

Cuando veo a los peores ministros de la historia de España, nada más y nada menos, que los que debieran encarnar las carteras esenciales de cualquier democracia que se precie: justicia, interior, defensa y cultura, con toda solemnidad cantando el himno de la legión, en su condición de ministros en una procesión religiosa de un estado supuestamente laico, no puedo dejar de pensar que en realidad no debiera llamarnos la atención que un gobierno de franquistas, utilice como el régimen que tanto añoran, la religión como medio de imposición. No puede simbolizar la democracia quién no cree en ella. Y al final, la cabra, siempre tira al monte. Porque, en realidad este gobierno que desgobierna y toma decisiones arbitrarias como el señorito de un cortijo andaluz las tomaría en su territorio. “porque le sale de los cojones”, es un gobierno que, aun sin mayoría para gobernar, toma determinaciones como la de imponer el 155 aplicando su propia interpretación del mismo. Este gobierno, que asegura detenciones y procesos judiciales antes de que se produzcan, utiliza parte del poder judicial a su antojo. ¿Por qué? Sencillamente porque la oposición no existe. Porque los órganos de gobierno del Poder judicial se nombran por mayorías de diputados. Porque PSOE y los falangistas les dan impunidad. Porque un grupo de ciudadanos borrachos de nacionalismo español, anacrónico y estúpido, aplauden esas decisiones, mientras no dan importancia al robo, al latrocinio, a la falta de libertad, de derechos, de sanidad, de educación o de condiciones laborales dignas. Porque aplauden con las orejas que el gobierno denuncie, a través de la fiscalía, órgano que nombra y maneja a su antojo, a los políticos catalanes por malversación de fondos públicos en la consulta del 1-O pero no se opone a que se gasten miles de euros en trasladar toda una compañía de la legión a Málaga, para que con sus esvásticas tatuadas en los brazos, participen en una procesión religiosa. Porque adoptan el mantra de la legalidad que este gobierno repite una y otra vez para Cataluña, mientras asienten cuando su gobierno se salta la Constitución que asegura que España es un estado aconfesional o incumple el RD 684/2010 sobre cuando procede el izado de la bandera de España a media asta.

No critico que los peores ministros de la historia de España asistan a las procesiones o a los actos religiosos que crean convenientes. Como tampoco, aunque si me molesta, su pertenencia o no a una secta como el Opus Dei. Lo que no comprendo es que esa parte idiotizada del pueblo, no vea el cinismo de mantener las banderas a media asta por la muerte de alguien, ocurrida hace 2018 años, mientras refuerza las vallas de Ceuta y Melilla con concertinas que producen severos cortes en la carne de quienes huyen de guerras y miseria. Que no vean que no es cristiano intentar que la activista Helena Maleno sea condenada en Marruecos a cadena perpetua porque aquí no lograron procesarla, según cuenta Javier Gallego (@carnecruda) en el diario.es. Que el PSOE, y los falangistas que tanto dicen apostar por los ciudadanos y los derechos humanos, estén sosteniendo a un partido emponzoñado de corrupción, mientras hay personas que han muerto y siguen muriendo, a consecuencia de sus recortes sanitarios y de dependencia. Mucho golpe de pecho en las procesiones para luego olvidar la caridad cristiana y comportarse como verracos.

Necesitamos echar a esta gente de las instituciones. Necesitamos menos testosterona nacionalista y más caridad de esos que se autoproclaman excelentes cristianos pero que se dedican a explotar a los demás y a hacer dinero a a toda costa aunque sea con negocios que provocan la muerte de inocentes como la venta de armas. Necesitamos más conciencia de la importancia de la libertad y el control de las instituciones, para que los corruptos no puedan ejercer de señoritos. Necesitamos desprendernos de todos aquellos que por dejación, omisión o consentimiento están permitiendo esta involución, esta vuelta a un franquismo que, en realidad, nunca se ha ido. Y dejar de mirarnos el ombligo, de mirar las siglas y dejar de sostenerlas por su historia, y pensar más en lo que hacen en la actualidad con las personas. Si tanto le gustan al pueblo los buenos gestores, demostrémoslo juzgando por lo realizado y no por lo que nos digan los medios de sabotaje, desinformación y adoctrinamiento. Y éstos, los del Gobierno, han demostrado gestionar como el culo.

La calle, no es suya como decía Fraga, sino nuestra. El país no es suyo, como reclaman, sino de todos. Pensemos no sólo en que Cataluña es España, sino porqué todos esos dementes del nacionalismo español no creen que España también sea Cataluña.

Salud, república y más escuelas.

3 COMENTARIOS

  1. Me ha impresionado, Jesús.
    Un relato gratísimo, con acusaciones justificadísimas y moralaja inquietante.
    Soy catalán, nacionalista e independentista.
    Tiene usted razón en casi todo.
    Saludos

  2. No creo en los nacionalismos. Ni siquiera en las naciones. Lo que si creo es en la libertad y en la democracia. Y en el caso de Catalunya, si hay que estar con alguien es con quién ha demostrado pacíficamente lo que prentenden y en contra de quién usa el estado para imponer su creencia.
    Porque no es un problema de Catalunya sino de todos. Si nos quedamos impávidos viendo como se pisotean todos los derechos, lo normal es que despúes (es un hablar porque ya sucede) veremos como se pisotean los derechos de todos los demás.
    Salud y grcias por las flores.

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