Rajoy, sus socios de Ciudadanos y los medios de comunicación afines a la derecha, no dicen la verdad cuando avisan con que, si no hay investidura el 30 de agosto o el 2 de septiembre, “habrá que ir a unas terceras elecciones que se celebrarán el 25 de diciembre”, con todas las molestias que, para la ciudadanía, supone una convocatoria así. Independientemente de que se pueda designar a Pedro Sánchez para una nueva intentona, lo cierto es que en el PP piensan en una segunda presentación de su líder, y, aún en el supuesto de un nuevo fracaso, los comicios podrían celebrarse el 18 de diciembre. Sólo hace falta un ligero cambio en la Ley de Régimen Electoral General, LOREG, que es posible aún en la actual situación de interinidad.

La legalidad vigente señala que, en el supuesto de que un candidato a la investidura parlamentaria sea rechazado por el Congreso en segunda vuelva, “ha de abrirse un periodo de dos meses antes de disolver las cámaras y convocar elecciones”. Ello quiere decir que hasta el 1 de noviembre hay un plazo en el que se pueden dar varias alternativas. Una de ellas es una nueva presentación de Mariano Rajoy, simplemente porque haya variado la situación política. Y ello puede suceder tras los comicios vascos del 25 de septiembre.

Los populares cuentan con los escaños obtenidos el 26-j. Si llegan a un acuerdo, añadirían los de Ciudadanos, y la posibilidad de incorporar a la diputada de Coalición Canaria: 170 en total. Los 5 del PNV no son suficientes pero se acercarían al límite necesario: uno más. Lo que ocurre es que los nacionalistas vascos han manifestado su negativa a apoyar al PP. Pero los resultados de las autonómicas en Euskadi, si hacemos caso a la encuestas, indican que el PNV no obtendrá la mayoría suficiente para renovar el mandato de Iñigo Urkullu quien podría ser sobrepasado por la izquierda abertzale y Podemos. Entonces serían necesarios los votos que pueden obtener los populares. Y ahí se produciría un “trueque”. Tú apoyas a Urkullu en Vitoria y yo te apoyo en Madrid.

Tal posibilidad no ha sido descartada por Génova. Tal vez ese haya sido el motivo del retraso de Rajoy en proponer a la presidenta del Congreso, Ana Pastor, una fecha para su investidura. Le hubiese gustado en primera vuelta, pero el plazo era demasiado largo y los compromisos ineludibles demasiado urgentes como para llegar a octubre. Pero ante la posibilidad de la convocatoria de terceras elecciones, que nadie quiere, se vuelve a plantear esa hipótesis. La clave reside en lo que ocurrirá el 25 de septiembre en el País Vasco.

Y unas terceras elecciones no tienen por qué celebrarse necesariamente el 25 de diciembre, fecha en la que todos dan por segura una alta abstención técnica además de la que se origine como consecuencia del hartazgo de la ciudadanía por tener que acudir a las urnas tres veces en un año. Costarán más como consecuencia de tener que efectuar un pago mayor a los miembros de las mesas electorales. Y luego la coincidencia con el habitual discurso del Rey, que debería tener lugar el 24, jornada de reflexión.

Los expertos constitucionalistas señalan una posibilidad para subsanar tal dificultad. Reducir a la mitad la campaña electoral. Ello se puede hacer modificando el artículo 51 de la Ley de Régimen Electoral General, LOREG, una ley orgánica que requeriría la mayoría absoluta para su reforma. La modificación de dicho artículo consistiría en reducir, con carácter general o bien en supuestos de disolución automática de las Cortes, a siete días la campaña electoral establecida en quince días.

La modificación legal la podría proponer un grupo parlamentario o un diputado con el apoyo de otros 14. En tal supuesto, la proposición de Ley debería ser enviada al Consejo de Ministros. El Gobierno debería contestar señalando que no puede expresar su opinión al estar en funciones. Con ello habría cumplido el trámite. La proposición puede ser de urgencia si así lo solicitan dos grupos parlamentarios o una quinta parte de los diputados. El plazo para aprobar tal iniciativa se reduciría a la mitad.

Estaríamos dentro de los plazos y esas “molestias” agoreras vaticinadas por los que están presionando de todas las maneras posibles, democráticas y poco democráticas, para sacar adelante a Rajoy como presidente, no podrían ser esgrimidas.

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