Aunque unas elecciones presidenciales son arena de otro costal y es difícil pronosticar quién se hará con la victoria en los comicios franceses, en lo que se refiere al discurso público, hace mucho tiempo que Marine Le Pen ganó la batalla de las ideas. Fuera de Francia solo existe la candidata del Frente Nacional, y dentro también.

La red, una de la arenas más sangrientas durante las campañas electorales, parece corroborar la idea. Según las estadísticas de Google Trends, Marine Le Pen es con diferencia la política francesa que más tráfico arrastra; y como más se acercan el día de la primera vuelta, el 23 de abril, más interés suscita entre los internautas del país vecino.

Las gráficas, obviamente, no tiene relación directa con el signo final de los votos. Algunas personas (seguramente muchas) que buscan «Marine Le Pen» en Google, no les hará nada felices ver al Frente Nacional en el Eliseo. Además, dado que el perfil del votantes del partido de extrema derecha es joven, podemos presuponer que en esta gráfica no están contemplados los intereses de las personas de más de 65 años. Los representantes de esta franja de población no usa con tanta asiduidad la tecnología y dentro del grupo de edad solo el 20% se decanta por Le Pen.

Alguien dirá que la candidata xenófoba arrastra tráfico porque sus ideas casan bien con la sociedad del espectáculo en que vivimos. Es virtud del populismo, afirmará esa persona, captar la atención del público online con palabras altisonantes. Sin embargo, si hubiésemos llevado a cabo el mismo ejercicio en España antes de las elecciones, nos daríamos cuenta que durante todo el período electoral que vivió el país, el político más buscados en internet fue Mariano Rajoy. Y el PP no es populista ¿no?

El Frente Nacional domina la batalla dialéctica más allá de la simple retórica. Ha conseguido que una parte del electorado francés piense que es más que un partido de choque contra la vieja política. Se ha erigido como un partido de doble cara: mientras sigue manteniendo su facetas antiestablishment, perfila desde que se ve vencedor, otro rostro de cariz propositivo que construye una identidad colectiva basada en la noción sesgada de republicanismo francés.

Resulta interesante analizar los términos de búsqueda más googledos relacionados con Marine Le Pen. El primer concepto más buscado, por detrás de su nombre, es su programa político. Es decir, una gran parte de los que buscan «Marine Le Pen» en internet también tratan de encontrar sus planes políticos de futuro. Lo mismo sucede con el término «Front National»: gran parte de las búsquedas asociadas al partido van ligadas a su programa político.

Es por este motivo que en vez de examinar el discurso de Marine Le Pen por lo que tenemos aprendido, es decir por su faceta pública, deberíamos ir un paso más allá y analizar qué dice su programa: los famosos 144 compromisos presidenciales del Frente Nacional.

Reunidos en siete ejes con nombres contundentes, los puntos definen un nuevo modelo de país. No se trata de remendar la Francia que ya existe, sino de crear una nación nueva recuperando ciertos postulados del pasado.

Ferrán Gallego, doctor en Historia Contemporánea por la Universidad Autónoma de Barcelona y experto en fascismo, afirmaba en una entrevista para la trivial que lo diferencia entre la derecha extrema y la extrema derecha se constituye en el hecho de que la primer se sitúa en el ala más extrema de la derecha mientras que la segunda sale del sistema para impugnarlo y crear uno que sea nuevo. Gallego sentenciaba afirmando: «desde términos morales, la extrema derecha tiene una concepción del mundo situada fuera de lo que son los mecanismos no sólo políticos, sino también antropológicos, de la tradición liberal-democrática.»

Eso, tal cual, es lo que encontramos en los 144 puntos de Marine Le Pen.

 

La Libertad según el FN

Soberanía es una palabra muy frecuentemente utilizada por Mariene Le Pen. Para ella alcanzarla pasa por tener una moneda propia, una ley propia sin injerencia de otra legislaciones extrafrancesas, una territorialidad propia, y una economía no globalizada 100 por 100 francesa. Es decir, crear un sujeto político nuevo, basado en los valores y principios de la nación francófona y diametralmente separadas de cualquier multiculturalismo. Lo que es lo mismo: volver a la Francia de principios del siglo XX.

En palabras menos enrevesadas, eso se traduce en la salida de Europa y en una lucha contra toda forma de islam.

Además, supone una reducción drástica de los cargos electos en pro de un mayor poder de los alcaldes en un claro proceso de recentralización de competencias.

 

La Seguridad según el FN

15.000 policías más, 6.000 agentes de aduanas más, 40.000 plazas de prisión más. Ésta es la visión de la seguridad según el lepensimo. Un estado fuertemente controlado para evitar (y es cita textual) la extensión del ciberyihadismo y la pedofilia online; una unión de conceptos de lo más tendenciosa.

Para Le Pen el enemigo es el migrante, el hijo del migrante y el nieto del migrante ya que en este grupo de población se encuentran, según la lideresa, más de 5.000 criminales no controlados.

Pero no solo de expulsar a personas no nacidas en Francia vive el FN. El partido de extrema derecha propone que la nacionalidad solo sea posible por descendencia o a través de un exigente examen de naturalización.

Además, todo lo que no sea estrictamente francés (léase todo lo árabe) no puede contar con subvención alguna del estado central.

 

La Prosperidad según el FN

Le Pen aboga por una suerte de capitalismo patriótico. Esta idea, con la que muchas personas podrían estar de acuerdo por términos como consumo de proximidad, estándares ecológicos en los productos o reformas laborales favorables a las clases trabajadoras, tiene su cara oscura cuando se habla de migrantes. Todas las empresas que contraten a no franceses (según la estricta definición del partido) tendrán que pagar impuestos añadidos por dicha contratación.

 

La Justicia según el FN

Nuevamente nos encontramos con ideas que podríamos compartir la mayoría, pero que tienen un profundo sesgo xenófobo. Marine y los suyos proponen una reducción de los impuestos a los que menos tienen y una lucha contra la evasión fiscal. Añaden que para conseguirlo, deben acabarse con todos los convenios que Francia tiene con países pertenecientes al islam, sobre todo los del Golfo Pérsico.

 

El Orgullo según el FN

Hay que recuperar los valores, las tradiciones y la civilización francesa. Para ello debe priorizarse lo francés por delante del multiculturalismo que según el Frente Nacional es hoy la ideología dominante. La laicidad francesa por delante del llamado comunitarismo. Una lucha contra las minorías étnicas que según Le Pen imponen la forma del Estado francés.

Más allá de eso y con una clara influencia de su padre, ex combatiente en Vietnam, Marine Le Pen aboga por dar pensiones dignas a los veteranos de guerra y reafirmar la relación entre la metrópolis y los territorios de ultramar franceses. Cual si volviéramos al siglo XIX.

Añade que la educación debe reformularse de arriba a abajo: se enseñara solo la historia y geografía de Francia y las llamadas ELCO (Lenguas de las culturas de origen) serán eliminadas de las escuelas.

 

La Potencia según el FN

Nuevamente encontramos al padre de Marine detrás de la visión de poder que tiene el Frente Nacional. Salir de la OTAN es lo más suave que en este aspecto quiere hacer el partido de extrema derecha. Le Pen propone reconstruir toda la industria de guerra francesa, aumentar el PIB destinado a defensa para (cita textual) satisfacer los intereses militares y asegurar la independencia geoestratégica, y restaurar un servicio militar obligatorio mínimo de 3 meses.

Parecería que Francia se prepara para una guerra futura. Más cuando Le Pen propone estrechar los vínculos del país con las otras naciones del mundo que tienen el francés como primera lengua.

 

La Sostenibilidad según el FN

De nuevo encontramos esas medidas que podrían poner de acuerdo a muchos sectores de la población si no fuera por el sesgo racista que adquieren en boca del Frente Nacional.

Negar los tratados de libre comercio o apoyar a los agricultores franceses puede parecer algo positivo, sin embargo, el problema reside en la noción de «francés» construida desde la extrema derecha. Marine Le Pen pretende crear un estado en el que los derechos solo pueden ser asumidos por una amplia mayoría que oprime a una amplia minoría.

Con estas ideas, que solo son el resumen rápido de un texto de 24 páginas, podemos establecer cuál es la visión política del lepenismo. Amparándose en el republicanismo francés, el Frente Nacional propone una nación racial, autárquica, plenamente militarizada y culturalmente deudora de las ideas de Nicolas Chauvin.

Parecen ideas descabelladas. Desgraciadamente, hemos entrado en un ciclo de histórico en el que las elecciones políticas son reactivas. Todas las candidaturas reaccionan contra el nuevo mal, el populismo, pero en ningún caso proponen alternativas a un modelo social que está entrando en colapso. Los únicos que parecen tener propuestas parecen ser los partidos de extrema derecha. Mientras tanto, la vieja política se ha convertido en una gestora de las crisis económica y social que ella mismo enarboló.

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Albert Alexandre Barcelona, 1987. Licenciado en Historia por la Universidad Autónoma de Barcelona, tiene un Máster en Creación Literaria y otro en Literatura, Arte y Pensamiento ambos por la Universidad Pompeu Fabra. Ha colaborado como articulista en medios como 'Cultura Colectiva', 'Culturamas', 'Código Nuevo', 'Vice', 'La Directa', 'Arainfo' o 'El Cotidiano'. También coordinó durante 2 años la revista de literatura 'Acrocorinto' y actualmente trata de terminar su primera novela mientras aprende el oficio de periodista.

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