El denominado domestic noir es un subgénero que atrapa a millones de lectores en Estados Unidos y Europa. La escritora y periodista Carmen Garijo lo domina con sabia perfección de delineante literaria. Diario de diez lunas, editado por Suma de Letras, narra la historia de una triunfadora ejecutiva a la que un hecho tan natural y cotidiano como es el embarazo trastoca seriamente sus planes de ascenso laboral. Tan real como la vida misma.


 

¿Se siente cómoda con esta novela al ser enmarcada en eso que se ha dado en llamar Domestic Noir?

Sí, perfectamente. De hecho, antes de que este género, relativamente nuevo, comenzara a ser más conocido en Europa y Estados Unidos, desde el país donde se originó, Reino Unido, no tenía muy claro cómo enmarcar o etiquetar la novela que estaba escribiendo. Se trata de un thriller protagonizado por una mujer “normal”, con los problemas y situaciones cotidianas que en un momento dado pueden ocurrirle a todo el mundo… y en el que la investigación de los sucesos luctuosos que van aconteciendo –es una novela negra, al fin y al cabo– corre a cargo de esos mismos protagonistas, sin centrarse la acción en la figura de un policía o un investigador –masculino o femenino– a la manera de los clásicos del género negro.

 

Thriller, maternidad, sexo, empresa… Un cóctel explosivo, ¿no cree?

Explosivo, sí, pero también muy real. En la vida de todos hay momentos clave en los que parece que se precipitan los acontecimientos, que nos pasa todo a la vez… Y el momento de la maternidad en realidad es una inflexión importante en la vida de la gran mayoría de las mujeres, que ven cómo su vida cambia, tanto en el ámbito personal como en el social y laboral, y se encuentran con situaciones y reacciones de las personas de su entorno que no siempre son lo que ellas esperaban… Es lo que le sucede a la protagonista de Diario de diez lunas, que casi sin darse cuenta, por el hecho de quedarse embarazada empieza a notar reacciones y situaciones que no encajan con la idea que ella tenía acerca de su propia realidad. Y en esa búsqueda de la verdad se ve envuelta en algo que pone en peligro sus relaciones de pareja, familiares, su trabajo, incluso su vida en un momento dado. Nadie somos ángeles, y a veces la realidad es más incómoda que esa burbuja de verdades cómodas, cegueras selectivas y medias verdades a la que algunas personas llaman “mi vida”.

 

Usted ambienta su novela en escenarios muy novelescos en estos años del siglo veintiuno: la moda, el arte contemporáneo y el mundo de la comunicación. ¿Cree que la realidad llega a superar cualquier trama narrativa?

“Nadie somos ángeles”

Para mí no son escenarios novelescos en absoluto. Yo misma soy periodista, trabajo desde hace más de 20 años en el mundo de la prensa femenina y de moda, tengo mucha relación profesional con el mundo de la cultura y del arte… Además, tampoco invento nada, prácticamente todo lo que le sucede a los distintos personajes de la novela lo puedes encontrar consultando la hemeroteca o incluso el periodico de ayer. Y sí, definitivamente, la realidad supera la ficción.

 

La corrupción es el pan nuestro de cada día, y en su novela está muy presente en las diez lunas de la gestación de su protagonista. ¿Hay que estar hecha de una madera muy especial para no salir ardiendo con estos mimbres?

Creo que sí… De hecho, no tengo tan claro que la protagonista de la novela no arda, y con gran rapidez. Ten en cuenta que todas las dudas, los “cambios de marcha” hacia adelante y hacia atrás, los miedos… por una parte responden a una situación emocional “anormal” provocada por el embarazo de la protagonista, que es un recurso narrativo que me da mucho juego. Pero también por las dudas normales que en cualquier persona siembra el hecho de que “si todo el mundo se aprovecha, y no pasa nada, por qué voy a ser yo la única tonta de este mundo…” La impunidad ha sido norma en este país desde hace mucho tiempo, demasiado. Y el factor humano es muy importante. La corrupción económica es demasiado golosa. Otra cosa es cuando tienes que mancharte las manos de sangre. Pero hay mucha gente instalada en esa frontera, que piensa que “si los verdaderos delincuentes son otros, no yo… y aunque sé que la procedencia del dinero con que me pagan no es del todo lícita, si todo el mundo lo hace…”

 

Un embarazo sigue siendo una experiencia de riesgo laboral en pleno siglo XXI. ¿Por qué?

¿Te parece que lo llamemos machismo?

 

Usted vive de lleno en el mundo de los medios de comunicación dirigidos especialmente a la mujer. ¿Hasta qué punto están comprometidos para que la imagen que se dé de la mujer del siglo veintiuno no sea la de la detestable y machista mujer florero?

En todos los puntos. Llevo más de veinte años trabajando en revistas femeninas. Escribiendo reportajes, haciendo entrevistas, impregnando todo lo que hago profesional y personalmente de reivindicación del papel de la mujer en la sociedad. No queremos ser más ni menos de lo que cada una de nosotras somos. ¿Mujeres? Sí. Personas. Nos gusta la moda, nos gusta estar guapas. Y cuidarnos el cabello. ¿Y? ¿Es que está reñida la inteligencia con la belleza? ¿Es que no se puede ir a una reunión de directivos con tacones y una chaqueta rosa? Estamos hartas de estereotipos, de todos: de los machistas, y de los feministas. Somos mujeres, y queremos tener las oportunidades, la formación y los puestos de trabajo que cada una merece por su formación y su talento. Y si queremos quedarnos en casa para cuidar de nuestros niños pequeños, o de nuestros mayores, queremos también tener esa oportunidad, elegir cómo es nuestra vida, y que nuestra elección sea libre. ¿Es mucho pedir?

“Sí, definitivamente, la realidad supera a la ficción”

 

Periodismo y literatura se dan la mano no solo en su vida personal sino también en su novela. ¿Hasta qué punto son universos yuxtapuestos y complementarios?

Para mí son –casi– la misma cosa. Escribo en medios de comunicación desde los 20 años. He publicado ensayos, también he colaborado en libros colectivos. Y la literatura es la evolución natural de la escritura. Desde el periodismo –la comunicación como profesión– hacia la creación, la comunicación como expresión individual. Por supuesto en una novela el autor pone más de sí mismo, se implica más, el proceso creativo es algo más personal. Pero la comunicación, el hecho de necesitar escribir y que alguien me lea… es algo que algunas personas tenemos dentro, como parte de nuestro ADN. Y por otra parte, no hay prácticamente nada en mi novela que sea absolutamente “inventado”. Todo es real, o está en la hemeroteca –hoy Google– esperando que lo descubras. Desde el proceso mismo del embarazo; las calles madrileñas y los recorridos que hace la protagonista; las cartas de los restaurantes; la agencia de detectives y sus métodos; el funcionamiento de las mafias de blanqueo de dinero; el momento en que estábamos en el 95, cuando se desarrolla la novela, con el desembarco en nuestras vidas de tocas hoy tan cotidianas como Internet y los diferentes programas, el correo electrónico, aquellos primeros móviles…

 

Diario de diez lunas

Carmen Garijo
Suma de Letras
456 páginas
16,90 €

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