El Presidente de España declarará frente a los tribunales. La corrupción entramada y millonaria, alargada en el tiempo e intrincada en los fondos, salpica a altas instancias del Estado (ni es nuevo, ni es bueno, pero cada vez es más doloroso e insufrible). Unidos Podemos planteará una moción de censura cuya necesidad es más que justificada por el peligro real para cualquier forma de democracia de tener estas formas y comportamientos estructurados, directamente instalados en el propio entramado institucional, anidando en el seno de alguno, o algunos, de los grandes partidos sobre los que se ha sostenido el sistema político español en este Estado que, sin estar maduro, tampoco es joven. Es un Estado Viejoven.

El partido que tanta línea roja exigió a un PSOE mucho más dócil que el de hoy planteará la moción; el PSOE “gestado” que dejó gobernar a Rajoy volverá a intentar justificar, con artificios y excusas más vacías que las de la abstención, el dejar vivo, seguir dejando vivo, a aquellos que encarnan la propia corrupción. Ciudadanos no regenerará nada de aquello por lo que dijo nacer y estar guiado a regenerar.

En términos históricos, y a pesar de las contradicciones en las que podamos entrar ‘intrahistóricamente’, la lectura es esta: Unidos Podemos toma las riendas con la ambición del momento en el que le toca vivir (políticamente, y ha ayudado a provocar) y tiene la dignidad y responsabilidad suficientes como para exigir las excepcionales medidas que trunquen un rumbo de las cosas que haga peligrar la propia viabilidad de la democracia (si queremos seguir pensando en ella como tal). La salud de nuestro Estado exige censurar.  

¿A qué estabilidad de Estado, situación interna o aspiración partidaria para el centro político social-liberal vuelva a gobernar España se puede apelar con el fin de desvincularse de la responsabilidad histórica de censurar al actual Gobierno? ¿Con qué argumento se puede hacer eso si en lo inmediato la podredumbre está carcomiendo un Estado que en tales circunstancias es difícilmente útil para el pueblo?

Pasé la manifestación del 1º de Mayo, en gran medida, charlando con Rafael Rodríguez, quizás la más lúcida voz que persiste dentro del andalucismo de izquierdas, o de la izquierda federalista andaluza, (o llámese como deba) sobre la dicotomía pueblo/estado. Me hizo pensar.

Le Pen, en su noche electoral, la primera, y esperemos que antesala de la última, proclamaba: “Yo soy la candidata del pueblo”. Llevo dos semanas dándole vueltas a la frase. Porque llevo varios años viviendo social y políticamente en una situación de enquistada excepcionalidad en el que cualquier gran artificio que apele al Pueblo supone exactamente ningún paso en la consecución o recuperación de mejora alguna, derecho, perspectiva o posibilidad para exactamente nadie que forme parte de ese tan manido pueblo. El Yo, que es pueblo, para cargarse un Estado que, sin atender las necesidades del pueblo, quieres llegar a capitanear. Extraña ambición.

Susana Díaz y sus alusiones continuas a la que llama “izquierda inútil”, populista y personalista, que somos Unidos Podemos, cuando sus referencias más marcadas son, invariablemente, #Yo, #PSOE y #La Gente, también genera extrema extrañeza entre cualquier habitante de la mejor tradición de la izquierda. Esta obsesión por encarnar las aspiraciones del pueblo con el único objetivo de garantizar la estabilidad de un Estado y una de las corrientes que lo han ocupado, el psoismo, que no es socialmente útil a ese pueblo ni políticamente coherente con ese partido. El PSOE nos tiene francamente ahítos.

Para el Estado Viejoven que debemos cambiar sólo existe un peligro mayor que la cobardía de perpetuar la posible corrupción que anida en él: la alternativa de un salto al vacío que pretenda romper por romper, instaurar sin crear.  De ahí que la legítima, necesaria y oportuna moción de censura deba también ir de la mano, y no enfrentada, de una pertinente, porosa y amplia moción ciudadana: que todas las fuerzas del cambio entiendan el momento histórico de no confrontar Pueblo y Estado, que entiendan el momento único de aspirar a un Estado renovado desde, por y para el pueblo y sociedad de hoy día.   

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