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Estación de idiocia

Francisco Silvera
Francisco Silverahttp://www.quenosenada.blogspot.com.es
Escritor y profesor, licenciado en Filosofía por la Universidad de Sevilla y Doctor por la Universidad de Valladolid. He sido gestor cultural, lógicamente frustrado, y soy profesor funcionario de Enseñanza Secundaria, de Filosofía, hasta donde lo permitan los gobiernos actuales.
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análisis

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Empiezo a calentarme otra vez, pero hoy traslado la cosa a la Metafísica. Porque… quiero pensar que maduro a ritmos forzados: lo único que me consuela es darme cuenta de que por fin, tras casi medio siglo de pesquisas, ya no me queda nada que aprender sobre lo humano (salvo vernos ahondar en la estulticia sin llegar al fondo).

Se lo resumo: estamos pagando a un montón de idiotas (creo que el plural era «idiótai») para que se entretengan a diario jugando a ver quién cae sobre quién, a ver a quién se le ocurre la tontada más tontuna, la ingeniosidad brillantina, majaras que se levantan y, en vez de ir a trabajar con un contrato o a producir algo que reporte algún beneficio a quien sea, se reúnen para ver qué hacer, qué idear, con quién hablar, con quién reunirse, a quién oír, completar una jornada más de juegos con los que entretener el caletre, menear los bullarengues o sobajar el asunto hasta ajarlo de tanto manear.

El país de las peleas por el AVE o los aeropuertos y resulta que la mayor parte del territorio ni tiene ni espera estructuras o infraestructuras de un servicio público de transportes racionalizado. El país del dilapidar sin acabar, y recortando en Sanidad o Educación para mantener a esta patulea de vanaglorios. El país de la creciente violencia juvenil contra sus progenitores, y mostrando en la televisión imágenes para la Historia de todas unas señoras y unos señores todos con sus galas y su clase para ver cómo a una niña sin conocimiento (se ve que no la protegen las leyes para menores) es tratada como elegida por los dioses para noséqué responsabilidad monárquica del Destino en la Unidad de España…

Pagamos… menos mal, antes era peor, históricamente los que hoy pagamos en otras vidas hemos sido siervos o esclavas, ahí reconozcamos que estamos mejorcito, y digo que pagamos a cientos de miles de personas que cuando se levantan no saben por qué cobran, y llámenme rijoso pero me toca los cataplicojones.

Me hace gracia el debate soberanista, nacionalista o como lo quieran llamar, ¡pero si el único debate político sensato debería ser cómo retirar las competencias a las autonomías!, limitándolas a la protección del patrimonio, a la investigación histórica, a la conservación y difusión de las lenguas, sí, no nos engañemos, crear una quincena larga de Tribunales Superiores sólo lleva a la desigualdad, a la injusticia; la generación (o supresión) de impuestos por regiones hace a gentes que pagan o no por un metro de geografía escaso… creando a dos «idiótai» en cada lado que inventan fiscalidades a mayor gloria de su partido o su «Fatum» histórico, ¿la idiosincrasia localista debe prevalecer sobre la igualdad?

A un gestor se le paga, le pago, para generar un bien común, para organizar la legislación y las obligaciones procurando dañar lo menos posible a la mayoría y estabilizando una plataforma de oportunidades y derechos que garanticen esos valores constitucionales con los que algunos se inflan los mofletes: una mierda para las patrias, la familia, Dios y todo lo sacrosanto del protocolo.

A un político de izquierdas se le paga para que idee cómo bajar un déficit público de más del 100% del PIB gastado en mantener fastos y estructuras de poder inútiles, obsoletas o injustas… y con la Ley en la mano (no como hace Puchy detentando soberanías impostadas), todo ello devolviendo la dignidad jurídica y laboral a la clase trabajadora para que sea reconocida como parte legítima de una negociación que arranca de una desigualdad histórica que debe ser reparada sin violencia pero con Parlamento, instrumento que de momento debería ser la herramienta útil de quienes no tienen más patrimonio que su ciudadanía; ciudadanía, éste debería ser el objetivo de su gestión: devolvamos el negocio al negocio, que eso es liberalismo del de verdad y no esta estafa integral de explotación disfrazada.

Lo demás, introdúzcanselo donde estimen conveniente.

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