El PSOE ha comenzado a escenificar el distanciamiento con Podemos que le piden los líderes históricos y la baronía del partido apenas dos días después del órdago que le lanzó sin previo aviso y con toda la sonrojante premeditación posible que ha evidenciado la formación morada en su línea de consumados estrategas políticos.

El próximo sábado 30 de enero, 48 cumpleaños del rey Felipe VI, Pedro Sánchez no podrá evitar tener que oír en el Comité Federal gruesos reproches de los mismos dirigentes del partido que el pasado 28 de diciembre, en la anterior cita, a punto estuvieron de servir su cabeza en bandeja de plata a algunos barones que esperan su oportunidad para asumir el liderazgo. La andaluza Susana Díaz sin ir más lejos.

Alfredo Pérez Rubalcaba, que ahora da clases de Química en la universidad; Alfonso Guerra, que disfruta de una plácida jubilación; Felipe González, que entre conferencia y conferencia y algún que otro mitin no se le conoce más actividad profesional tras abandonar el consejo de administración de una gran empresa por “aburrimiento”, o José Luis Rodríguez Zapatero, que también desde su retiro a ratos y en un tono más moderado espera que “el PSOE” (no su secretario general, este detalle es importante) acierte en el pacto que se cierre finalmente, han marcado sus particulares líneas rojas al todavía hoy líder del PSOE.

Todos ellos han abominado con duros reproches el “ofrecimiento” de Podemos en forma de pacto de “progreso” para un hipotético Gobierno de coalición con las cartas, y el reparto de cargos, completamente marcados de inicio. Y ello pese a que una amplia mayoría de militantes socialistas abogan claramente por el pacto progresista que ha puesto Podemos sobre la mesa en coalición también con IU-UP, según algún sondeo hecho público tras conocerse la oferta que Pablo Iglesias desveló en exclusiva al monarca el viernes pasado.Pero, ¿qué quieren los “jarrones chinos” socialistas o sus líderes históricos o sus barones? ¿un pacto “a la portuguesa” con un gobierno en minoría del PSOE y apoyos puntuales de Ciudadanos y Podemos? ¿mantenerse en la oposición a toda costa pase lo que pase, como interpretó tras el 20D la presidenta andaluza?

Pablo Iglesias ha adelantado ya que la vía portuguesa no la contempla y el partido de Albert Rivera también avanza que no apoyará ni a Rajoy ni a Sánchez como jefes de un futuro ejecutivo. ¿Repetición de elecciones entonces? Sería la opción menos deseada por la ciudadanía, aunque no por algunos partidos como PP o Podemos, que aprovecharían el río revuelto para hacer ganancia de pescadores.

Aquí puede encontrarse la clave. Una vez digerida la sorpresa del paso al lado protagonizado por el presidente en funciones, Mariano Rajoy, la baronía socialista vería como más aceptable un pacto de “estabilidad” a tres bandas con Ciudadanos, PSOE y Partido Popular, pero con la salvedad de que no sea Rajoy quien presida ese ejecutivo. Es entonces cuando se abriría paso la “operación Menina”, reiterada una y otra vez por el líder de Ciudadanos durante la campaña electoral.

La baronía socialista vería como más aceptable un pacto de “estabilidad” a tres bandas con Ciudadanos, PSOE y Partido Popular

Cada vez son menos clamorosas las voces desde PSOE y Ciudadanos contra el PP, al fin y al cabo ha sido el partido más votado el 20D y es el que se presupone que debe realizar los mayores esfuerzos para formar gobierno. Esta bajada del tono de socialistas y partido naranja contra el PP se puede mantener durante las negociaciones en marcha a varias bandas siempre y cuando no repita Rajoy como presidente. De este modo, no verían del todo mal que Soraya Sáenz de Santamaría asumiera la presidencia de un gobierno en minoría con los apoyos puntuales de PSOE y Ciudadanos.

Pedro Sánchez ha repetido en incontables ocasiones que los españoles han optado por un gobierno de “progreso” y que no apoyaría al PP de Rajoy, pero vistas las condiciones que Podemos ha puesto sobre la mesa, Sánchez se halla entre dos fuegos, y muy probablemente salga quemado de los dos, aunque el que proviene de su flanco derecho le puede acarrear menos quebraderos de cabeza internos a nivel de partido, pese a que electoralmente se la juegue definitivamente un PSOE que lleva años perdiendo electores a cientos de miles convocatoria electoral tras convocatoria electoral.

Mientras tanto, Rajoy contempla el tablero desde la distancia, sabiéndose ya un “rey” amortizado que juega a su antojo con los tiempos que le otorga la ley y sin las “prisas” que otros quieren darle a la nueva legislatura, caso de Podemos y su plan de emergencia. La clave será conocer cómo se producirá el relevo de competencias en un partido, el PP, que hasta ahora no ha elevado la voz contra su líder, al menos públicamente, y ahora espera acontecimientos tras la barrera.

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