Mañana en el Estado de México se define mucho sobre lo que vendrá para el país, representa sin duda una de las elecciones más trascendentes de la historia de México.

No se trata, como hace seis años o hace doce o dieciocho, de una elección más de gobernador; puede confirmarse la hasta ahora falsa idea de que el Estado de México define la elección presidencial, que no ha sucedido en al menos dos veces que el PRI ha ganado la entidad y ha perdido la presidencia de la República.

Una elección sin duda más importante que las registradas el año pasado, por ser la inmediata anterior a la presidencial y por quien puede ganarla.

Y es que la expectativa creada en este proceso tiene varias aristas, pero sin duda, el mayor dato que está provocando que los ojos, no sólo nacionales, sino internacionales, se pongan sobre tierras mexiquenses, es que el PRI está en grave riesgo de perder a manos de Morena.

Si la proyección con la que comenzó el año y a la que le apostaron desde el panismo hubiera sido real, no sería tan impactante para muchos que el PAN, que ya gobernó dos veces el país, estuviera en la antesala de gobernar la tierra de Peña Nieto. Muchos, incluido yo, observaríamos una transferencia de poderes entre poderosos con intereses comunes como ocurrió en el año 2000 a nivel federal.

La trascendencia del resultado electoral de mañana consiste en quién arribará al Palacio de la Plaza los Mártires a partir del 16 de septiembre: una verdadera representante del cambio verdadero que México requiere: Delfina Gómez Álvarez.

Aunado a ello, implica arrebatarle al partido del Presidente la entidad del Presidente al primo del Presidente. Una proeza hasta hace unos meses considerada imposible por propios y extraños, y que hoy, está al alcance de los votos decisivos del mexiquense.

El fraude electoral comenzó con el año y no ha parado, es el mas descarado que muchos hayan observado, pues se trata de la madriguera que pueda dar aliento al grupo en el poder una vez que el voto los eche el año próximo de Los Pinos.

El INE ha tenido una omisión cómplice, como la FEPADE y los tribunales electorales, ninguna sorpresa.

Como no es sorprendente que la operación con recursos públicos y privados (cuyo origen es delictivo) que en estos momentos se lleva a cabo, no sea castigada. Como tampoco podremos evitar contundentemente que suceda.

Hay una imposibilidad material de enfrentar a los medios de comunicación que callan, a las clases políticas que lo aplauden y a los organismos electorales responsables que lo solapan.

Pero si no es posible evitar el fraude, sí es posible ganarle.

La participación electoral en el Estado de México para la elección de gobernador no rebasa el 47%; sin embargo, para la elección presidencial ha llegada a ser hasta de 78%, manteniendo un promedio de 70 por ciento.

No lo llevemos ahí, sino a un moderado 65%, que en un padrón de 11,348,011 electores, significa 7,376,207 votos posibles para el día de mañana.

Siguiendo en términos generales al común de las encuestas que plantean una elección a dos, en donde el tercero y cuarto lugar tienden a perder votos en los días previos a la elección para dar paso al crecimiento de la candidata que representa la única opción competitiva que pueda derrotar al PRI, la ventaja final si se produce una participación alta del electorado ante la gran oportunidad de un cambio, puede resultar mayor al fraude ejercido.

¿Y por qué saldrían a votar masivamente mañana los mexiquenses?

En el estado, el 87% de la población vive en zonas urbanas; en las encuestas, casi un 80% manifiesta conocer el día de la elección; y además, el promedio de edad es de 27 años, un promedio sumamente joven que supera los tres millones de jóvenes mayores de edad.

A ellos, como al resto de los electores con cuenta de Facebook, les será alertado mediante el botón “Voy a votar” que es el día de las elecciones, e incluso, en dónde está ubicada su casilla. Esta alerta ha provocado una gran asistencia de votantes jóvenes en los Estados Unidos, España, la India y otros países, a los que mañana se sumarán los cuatro estados mexicanos con contienda electoral.

Y lo más importante, hay un gran hartazgo de los gobiernos priistas: 80% de los habitantes del estado desean que se vayan, y dicho deseo puede cumplirse con sólo salir y ejercer su voto de manera útil.

Por eso estoy convencido que mañana conoceremos una realidad aún más impactante que lo imaginado; y que podremos decir, este 2017, que de una vez por todas, el PRI ha sido enterrado.

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