El empate del PRIAN

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El cierre de precampañas confirma la inminencia del triunfo de Andrés Manuel López Obrador porque además de sostenerse como el mejor posicionado enfrenta a un régimen dividido entre José Antonio Meade como el candidato priísta independiente y Ricardo Anaya como el candidato panista ciudadano, esto es, ambos son productos malogrados ni tienen la empatía con sus bases y menos aún covence su pose independiente o ciudadana.

Esa es la circunstancia impensable en las anteriores elecciones, el régimen está partido por la mitad, son dos propuestas del mismo proyecto, ambas con negativos por su reconocida participación en las decisiones que hoy tienen a México en crisis, con un pueblo que se debate entre el hambre y la violencia.

Ricardo Anaya se declara empatado con Andrés Manuel y quiere que la precampaña se tome como una especie de primera vuelta para que de una vez por todas se le enfrente al verdadero opositor con todo el poder del Estado, mientras el gobierno se resiste ante la posibilidad de que se replique a nivel nacional el método del Frente utilizado en Veracruz y Quintana Roo.

Al presidente de la República le debe aterrar la sola posibilidad de que Ricardo Anaya con una mano continúe con el saqueo mientras con la otra lo acuse de todos los males habidos y por haber, ese es el miedo, el miedo a ser víctima de sus propios aliados, seguir la suerte de Javier Duarte o de Roberto Borge es lo que sostiene a Meade como el plan A.

El miedo de un delincuente a un juicio justo sólo puede ser más grande cuando se trata de un juicio hecho para alimentar el morbo de un pueblo sediento de justicia, esa es la razón por la que José Antonio Meade sigue con presentaciones controladas por el poder del Estado pese a ser el peor candidato del que se tenga recuerdo.

Por eso envalentonado advierte que se impondrá como se impuso a Alfredo del Mazo en el Estado de México, la madriguera presidencial, sin reparar en las evidentes diferencias, ahora el PAN no postuló una candidatura comodín, ahora no se registró a Josefina Vázquez Mota, támpoco traen de llavero al PRD, ahora no tienen un Juan Zepeda fingiendo la división de la izquierda.

Los astros están alineados para conjurar el fraude, la terquedad se convirtió en perseverancia, la figura en colectivo, hoy Andrés Manuel López Obrador goza de condiciones incluso más favorables de las que implicó su desafuero, hoy el poder está en jaque, tiene al régimen contra las cuerdas y al pueblo a su lado, en las plazas más adversas hay efervescencia.

Sucedió que el Pacto por México se pudrió, sus firmantes hoy esconden sus manos manchadas por la tinta de la pluma que sonrientes empuñaron, imaginaron que la oposición que representaba el PRD como suscriptora del pacto era la sepultura política de López Obrador, lo declararon loco, se creyeron su diagnóstico a grado tal que no supusieron riesgo en que constituyera un nuevo partido.

La supuesta demencia logró una asombrosa identidad con el pueblo, entonces suponen que el pueblo enloqueció, no se explican el por qué la gente quiere que haya maestros, ni por qué desean que se mantengan fuentes de empleo de empresas en liquidación, ¿por qué querrán que haya hospitales gratuitos con medicamentos gratuitos?, o ¿por qué los jóvenes quieren escuelas gratuitas? o ¿por qué se toman en serio el cuento de acabar con la corrupción si esta siempre ha existido y nunca dejará de existir?

Esa locura es la que hizo a Morena y la convirtió en la principal fuerza política al grado que hoy el régimen tiene que proclamar un supuesto empate, el PRIAN después de su desastrosa precampaña está convencido de que impedirá el triunfo de obrador a base de negar la realidad, sin lograr una versión electoral de su Pacto por México.

Hacer que decline Ricardo Anaya es impensable, después de darse a conocer sus lucrativos negocios al amparo del poder un reproche ético a un reconocido ladrón no le hace ni cosquillas y llevarlo a juicio en medio de una elección es suicida, hacer que José Antonio Meade se baje de la contienda siendo el candidato del presidente es igualmente impensable.

El PRIAN está empatado, pero entre ellos, son el mismo animal con dos cabezas, no se hicieron iguales, más bien el PAN es una cabeza injerta en el cuerpo del PRI gobierno, el dilema que enfrenta es si la cabeza implantada termina por degollar a la original, mientras el régimen vive su tragedia el pueblo tiene la esperanza viva porque no le han quitado una sola pluma a nuestro gallo.

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