El pasado 18 de Julio se conmemoro el 80 aniversario del golpe de estado y alzamiento militar que sembró de cadáveres las calles, campos y ciudades de toda España  con el odio y la sinrazón  de las botas militares de Franco, Mola, Queipo de Llano y tantos otros fascistas que entendían que la sangre y el fuego eran el antídoto perfecto para acabar con el progreso y el bienestar de una joven república visueña incapaz de ver lo que el fatídico mes de Julio traía consigo. Fue la Guerra Civil así la consecuencia del enfrentamiento de las dos Españas, esas que rompieron el corazón del poeta Antonio Machado en la vida y en la muerte del frío exilio de Colluire.

Hoy ochenta años después las heridas de la guerra civil aún no cicatrizadas se cierran en falso en el olvido de una memoria quebradiza en la que los protagonistas de la lucha contra el fascismo van muriendo al mismo tiempo que la historia no contada de los anónimos héroes y heroínas que dieron su vida a los ideales de la libertad, la igualdad y la justicia social se desdibuja en las páginas de los libros de las nuevas generaciones de jóvenes incapaces de conocer el ejemplo de vida de quienes hoy ya no están entre nosotros.

Mujeres y hombres como José Antonio Alonso Alcalde, Comandante Robert, fallecido hace algunos meses y sobre el que poco o nada conocerá la ciudadanía de la España de hoy- esa que enfrascada en el bloque político y en la imposibilidad del consenso- es incapazde reconocer la memoria de quienes con su ejemplo de vida demostraron en su concepto máximo el significado de la palabra demócrata.

Hoy cuando la memoria histórica se escapa entre las rendijas del olvido y el peso de los problemas cotidianos de la España del Siglo XXI nuestros héroes y heroínas nos dejan por el propio pasar del tiempo en su resistente y reivindicativa vejez desde la que claman el reconocimiento de la memoria histórica y el reconocimiento a la historia de una España enterrada en el adoctrinamiento del silencio con el que el Franquismo regó la transición democrática.

Ese fue el compromiso de vida del Comandante Robert, lucha que le hizo recibir en el año 2014 del manos del presidente del Senado francés, monsieur Jean Pierre Bell, la Orden del Mérito Nacional por su brillante papel en la liberación de Foix, Ariege del fascismo Nazi, un reconocimiento que no vino sino a sumar otros con los que fuera denuestro país  se reconoció su entrega ycoraje  en la defensa de las libertades yque le hicieron valedor de las medallas de Caballero Oficial de la Legión de Honor de Francia, Caballero de la Legión de la República Polaca, de la medallade Lealtad a la República Española y la Roseta de Primer Orden Nacional francés.

Hoy Robert ya no esta entre nosotros, se ha ido otro héroe una España tristey nauseabunda de cainismo que incapaz de poner en valor el heroísmo sepulta al olvidoel ejemplo de quienes como José Antonio Alonso Alcalde deberían servir como brújulay guía a las generaciones que hoy se enfrentan a los retos y desafíos de untiempo complejo. Desde aquí mi homenaje a ellos, a los anónimos personajes dela historia contada en España por los triunfadores y no por los derrotados enlas cunetas, campos y exilios ya olvidados por un pueblo adoctrinado aún en elvirus del miedo y del olvido del franquismo, ese que aún se encuentra vivo enel inconsciente colectivo de parte de nuestro país.

2 COMENTARIOS

  1. Alucinante! Este artículo es una oda a la venganza de lo más patético y anacrónico que se puede aun leer en un país que se quiere europeo y desarrollado. Estoy más que seguro que los españoles se reconciliarían y espero que sea el caso, cuando las dos generaciones que se enfrentaran habrán desaparecido del todo, y que el victimismo o la frustración de los derrotados se habrá desvanecido con el tiempo y que la guerra civil sea para las generaciones españolas modernas, cívicas, conciliadoras y realmente europeas, un capítulo tan lejanos como es para los griegos la guerra de Peloponeso. La memoria histórica es un falso pretexto de reparación histórica. No es más que la voluntad de perpetuar el rencor y mantenerlo tan vivo cuánto lo fue en 1936, 37 o 39. La pretención de detener la verdad demócrata absoluta es otra forma de totalitarismo intelectual y sociologicamente nefasto, como lo sería el estalinismo si este se hubiese instalado en España en vez del fascismo franquista. Además si el autor del artículo no es separatista o nacionalista, debería saber que es en estos lodos dialécticos donde se nutren, se fundamentalizan y proliferan los que quieren romper España.
    No estoy de acuerdo con usted. Las generaciones actuales si no están cicatrizadas es porque gente como usted no dejan de meter en antíguas heridas, el cuchillo infectado de frustración y venganza.

  2. Los pueblos que no recuerdan su historia están condenados a repetirla. Dicho eso no estoy de acuerdo con lo que dice este Sr. Pier la reconciliación con la historia debe partir por el momento por recuperar de las cunetas a miles de españoles/as esa es la diferencia de la actual historia los muertos de un lado descansan y son recordados los del otro lado aún están sin identificar en muchos casos en fosas comunes. Todo país civilizado que ha vivido casos similares ha hecho de la memoria histórica una herramienta útil de progreso y convivencia. El olvido Sr. Pier no es más que la derrota de la democracia.

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