Hacienda somos todos, pero unos más que otros. Cuando una persona de a pie comete un error en su declaración o se pone en manos de una gestoría negligente con su declaración de impuestos, es requerida, perseguida y embargada, eso como poco. Se le notifica a un domicilio que siempre está en poder del Estado, al igual que la cantidad y localización de todos sus bienes, y si recibe la notificación bien y sino, se le publica en el BOE y en menos de seis meses tiene embargado su sueldo y su cuenta corriente, coche o vivienda. Si el Estado comete algún error, y créanme, los comete, los ciudadanos tenemos un mes para hacer un recurso con carga de prueba sobre nuestra persona, es decir, un escrito donde podamos demostrar fehacientemente que tenemos razón. En caso de no poder demostrarlo o de que se pase un día del plazo, ya no nos salva nadie de pagar hasta el último euro. Así es la Ley en materia fiscal, y todos somos iguales ante ella, claro.

Y ahora hablemos en serio. Todo eso es solo para curritos. Nada de esto opera en el mundo del futbol, donde desde hace ya muchos años, cada uno hace lo que le da la real gana con el beneplácito e incluso la complicidad del Estado. Solo hace falta repasar las cuentas de los clubes y sus astronómicas cifras de deuda con Hacienda y la Seguridad Social, sus escandalosos tratos de favor, sus cómodas condiciones de aplazamiento, sus amnistías y ahora, rizando todavía más el rizo, las campañas de imagen que se lanzan contra sus estrellas. Messi, Mascherano, Neymar, Ronaldo, Coentrao… entre otros muchos. Pactos de silencio, órdenes a la prensa de no publicar datos y lo mejor, pandas de hooligans con las bufandas en las puertas de los juzgados animando a sus estrellas.

¿De verdad alguien espera que nadie se crea lo de que Hacienda somos todos y que todos somos iguales ante la ley? En el último y más sonado caso por su impacto mediático, el de Cristiano Ronaldo, se han filtrado incluso órdenes de la fiscalía a periódicos para que no se publique información, y desde el propio club del jugador se trabaja a destajo para bombardear la opinión pública con un lavado de imagen a gran escala. Oigan, ¿pero esto qué es?

Así que, amigo ciudadano de a pie: Pague sus impuestos, calle y consienta. No se queje del Estado, de sus Servicios Públicos ni de sus altos impuestos. Y sobre todo no se le ocurra ver un partido en ‘streamming’ o comprarse una camiseta thailandesa de su equipo por internet, no sea delincuente, no sea defraudador. Es más, plantéese la moralidad de ir al bar y por el módico precio de dos cañas, tener el privilegio de ver el partido en alta definición. Hay que ir al futbol hombre, aguantar la lluvia y el frío, ¿o qué se piensa?, ¿que los clubes se financian solos? Si quiere estrellas, hay que pagarlas amigo. Piénselo un poco y no sea defraudador, hombre. Pague, pague. Que ya si eso, lo disfrutan otros.

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