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El equilibrio catalán

Salva Díaz
Salva Díazhttp://www.salvadiazblog.wordpress.com
Estudió Economía, trabajó en la Administración Pública en el área de Hacienda, y como asesor político para diversas campañas (regional y nacional) Miembro del “Clarendon Club” de Oxford. Desde el 2016 reside en Reino Unido donde trabaja como Director Ejecutivo de la división de Oxford de una compañía turística internacional.
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análisis

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“Mis probabilidades de éxito aumentan en cada nuevo intento” (John Nash)

Esta frase atribuida al matemático John Nash y escenificada en la película “Una mente maravillosa” (Ron Howard, 2001) representa la mentalidad de los políticos independentistas catalanes. Pero olvidan lo que Nash decía cuando desarrolló la teoría de equilibrio que lleva su nombre: el equilibrio de Nash.

En dicho equilibrio hay dos premisas bien claras desde el principio. La primera es que los “jugadores” (es así como se denomina a los participantes en teoría de juegos), que pueden ser dos o más, tratan de maximizar su beneficios y, en el peor de los casos, minimizar sus perdidas. La segunda premisa es que los jugadores conocen la estrategia del resto de jugadores y con ello tratan de decidir su juego.

En el caso catalán, el jugador separatista pretende maximizar su beneficio consiguiendo la independencia y creando un nuevo estado. El jugador no separatista también pretende maximizar su beneficio impidiendo la independencia de Cataluña y la creación de un nuevo estado en parte de su territorio nacional. Ambos jugadores saben cuál es su estrategia y cuál es la estrategia de su oponente. Y si se ven contra las cuerdas tratarán de minimizar sus perdidas haciendo algunas concesiones que pueden ser enmascaradas llamándolas dialogo o ejercicio de responsabilidad, con tal de no parecer débiles o perdedores en el juego y ante la sociedad.

Ningún jugador puede pretender ganar el juego si intenta modificar o cambiar su estrategia de manera unilateral, porque cada estrategia está basada en la estrategia del resto de jugadores. Es decir, que si un jugador decide celebrar un referéndum ilegal, es porque sabe que el otro jugador no podrá evitarlo ni usando la fuerza como fue el caso del 1 de octubre. Si un jugador envía a las fuerzas y cuerpos de seguridad del estado es porque sabe que el otro jugador va a celebrar el referéndum ilegal pese a la taxativa prohibición del poder judicial. Si un jugador declara la independencia es porque sabe que no tendrá consecuencias graves, que no aplicarán el art. 155 de la Constitución Española. Pero si ve que los bancos y el tejido empresarial presionan mudando las sedes sociales fuera de Cataluña y que los agentes internacionales cierran filas en torno al otro jugador, entonces suspenderá la independencia. Si un jugador ve que la amenaza de la aplicación del art.155 no surte efecto, entonces podría presumir de que va a activar dicho artículo haciendo como que busca apoyos en otros partidos políticos cuando realmente no lo necesita y por ley podría actuar por medio del Senado donde tiene mayoría. Y así podríamos seguir hasta que el “juego de la independencia catalana” se acabe, no para siempre pero sí temporalmente.

No debemos olvidar que una de las características más interesantes de dicho equilibrio de Nash es que la mejor estrategia posible es aquella en la que cada jugador considera al resto de jugadores como colaboradores del juego y no como oponentes a los que ganar. Por eso la mejor estrategia pasa por una fase real de dialogo, sereno y generoso donde no se busque la foto para las portadas del siguiente día sino las menores consecuencias negativas para la siguiente generación.

Hay innumerables argumentos para desmontar la supuesta legitimidad de la que los separatistas catalanes creen estar investidos, y hay innumerables argumentos para criticar la inacción y la desproporcionada insensibilidad con la que está actuando el gobierno central con una parte de su territorio. El equilibrio de Nash pasa por la cesión de ambos jugadores, porque si ninguno cede, si ninguno colabora, el resultado de una estrategia unilateral es nefasto para la ciudadanía catalana y por ende para la española.

Ahora nos queda esperar y ver si los jugadores, que saben bien como van a reaccionar ante los continuos ataques de ego, son capaces de entenderse y colaborar para conseguir lo que la ciudadanía quiere: paz, convivencia, justicia e igualdad.

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