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El dolor de la penetración

Miguel Ángel Ignacio Cubero
Miguel Ángel Ignacio Cuberohttp://psignaciocubero.wix.com/psicoengranaje
Psicólogo. Máster en Psicología Clínica de Adultos y Experto en Dirección de Recursos Humanos y Orientación Profesional y Mediación Familiar.
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análisis

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Para muchas personas, mantener relaciones sexuales satisfactorias se convierte en un problema cuando llega el momento de la penetración. Es ese instante el que convierte la relación sexual en una experiencia extremadamente dolorosa.

Os hablo, en esta ocasión, de una disfunción sexual que afecta mayoritariamente a la mujer, aunque también se ha descrito en los hombres en menor medida: la Coitalgia, que consiste en un dolor intenso que se relaciona más a menudo con la práctica de la penetración durante el coito.

Dentro de la Coitalgia vamos a tener que diferenciar 2 tipos, en función de la causa que genere el dolor. Así, cuando hablamos de causas orgánicas o biológicas nos vamos a referir a la Dispareunia (femenina y masculina); y cuando hablamos de causas psicológicas nos referiremos al Vaginismo, en mujeres, mientras que para los hombres, por su escasa aparición, ni siquiera se ha dado un nombre específico y se mantiene el de dispareunia.

La dispareunia masculina suele hacer aparición durante la fase de excitación o durante el coito y se expresa como un dolor intenso en el pene o los testículos.

Normalmente, está asociada a causas físicas, como la fimosis o infecciones en los órganos sexuales internos o externos, así como a reacciones alérgicas a productos que se usan durante la relación sexual (preservativos, espermicidas, geles lubricantes,…) o asociado a otros trastornos, principalmente, los trastornos del aparato circulatorio.

Los factores psicológicos van a estar relacionados con la experiencia del dolor vivida y, normalmente, van a aparecer de forma secundaria en forma de miedos o síntomas de ansiedad, pudiéndose dar dolor intenso desde el momento en que comienza la erección.

La dispareunia femenina, igualmente, puede dar la cara en cualquier fase de la relación sexual, siendo más intensa cuando se realiza la penetración o, más bien, cuando se intenta.

El problema con la diferenciación de la dispareunia femenina y el vaginismo es que, normalmente, van cogidos de la mano y no se sabe hasta qué punto uno puede ser el causante del otro.

Con respecto a los factores físicos o biológicos, podemos encontrar una amplísima variedad de causas, desde alergias a malformaciones. En algunos casos, llega a necesitarse una operación para solucionar la dispareunia.

Sin embargo, esta experiencia dolorosa lleva consigo un aprendizaje que se puede mantener después de haberse curado la dispareunia, produciendo el mismo dolor que cuando existía el problema físico.

¿Cómo ocurre esto? Ocurre porque el cerebro aprende que cuando hay penetración, hay dolor; por ello, activa un mecanismo de defensa que consiste en contraer los músculos del tercio inferior de la vagina, es decir, la vagina se cierra e impide la penetración. Cuando se lleva a cabo, la falta de distensión muscular y lubricación provocan un intenso dolor en la mujer. Esto es el Vaginismo del que hay 2 tipos:

  • Primario, cuando nunca se ha sido capaz de tener relaciones sexuales con penetración.
  • Secundario cuando, tras un periodo en el que se podía practicar el coito normalmente, se es incapaz de ello.

Cuando se dice que no se sabe qué es primero – si la dispareunia o el vaginismo –, nos referimos a que una puede ser la causante de la otra. Así, por ejemplo, una mujer con una pobre educación sexual y con ideas erróneas o miedos relacionados con el coito, puede experimentar un intenso dolor en su primera experiencia con penetración porque es incapaz de relajarse (vaginismo). Ello podría provocar daños en las paredes de la vagina, como fisuras o traumatismos (dispareunia), que mantendrían la experiencia. Esto puede ocurrir a la inversa, de manera que lo más importante es la asociación que hace el cerebro entre penetración y dolor y los mecanismos que usa para evitar que se produzca la experiencia dolorosa.

En el caso de las mujeres, normalmente, no acuden a consulta por la experiencia dolorosa en sí, ya que son capaces de disfrutar de una relación sexual sin penetración sin problemas, gracias a los juegos sexuales, caricias, etc… e, incluso, son pueden experimentar el orgasmo a través de la estimulación del clítoris.

Entonces, ¿por qué acuden a consulta estas mujeres? La respuesta es simple y siempre se repite: “Quiero ser madre y, si no hay penetración, no puedo quedarme embarazada”. Esto, además, se convierte en un nuevo generador de ansiedad asociada a la relación sexual.

El tratamiento psicológico, en todas estas afecciones, se va a realizar de la misma forma que en el resto de disfunciones sexuales (comentadas en los artículos anteriores), centrándonos en el propio conocimiento del cuerpo y la eliminación de las ideas erróneas y miedos que se relacionen con la sexualidad, el sexo y la pareja.

Sí hay que incidir en la necesidad de que, en las fases finales del tratamiento psicológico, la pareja acuda a consulta y se realice una terapia conjunta.

Esto es así porque social y culturalmente se da un excesivo valor a la penetración y a la capacidad de ésta para conseguir que haya placer o de satisfacción de la pareja, las expectativas son muy altas y, normalmente, no se cumplen, pudiendo crear un nuevo problema en la pareja.

Y es que, en la mayoría de los casos, al no haber penetración, las parejas se acostumbran a desarrollar otras formas de conseguir el placer sexual que el resto de humanos que sí pueden practicarla no tienen, es decir, son expertos en la consecución del placer. Sin embargo, piensan que la penetración va a ser mejor.

Los terapeutas tenemos que bajar el nivel de expectativa, traerlos a la realidad y hacerlos ver que la penetración no es más que una parte de la relación sexual y no el fin de ésta.

Y, como siempre, recordar que mantener estos problemas en secreto sólo favorece que se mantenga y empeore. Acude a un profesional y que evalúe tu caso.


Artículos anteriores:

· Hoy me apetece menos que ayer, pero más que mañana. (Deseo sexual hipoactivo)

· Placer, ese desconocido. (Anorgasmia)

· Esto no va como debería. (Disfunción eréctil y sequedad vaginal)

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