Buylling institucional

Le brillan los ojos. Las lágrimas ya asoman y empiezan a correr por las mejillas congestionadas por el pudor y la vergüenza. Yasmina quiere salir corriendo, pero las piernas no le responden. 

A su lado, la Copito sigue machacando como un martillo pilón. Cada palabra provoca risas en sus compañeros y es una puñalada en el corazón de Yasmina. “… y claro, vuestra compañera, la reina de Saba, a la que Su Santidad le ha concedido bula papal, cree que está exenta de deberes continua la profesora mientras pasea entre pupitres y crueles risas infantiles.

Es la tercera vez que este mes Yasmina no lleva hechos los deberes. Su excusa es sencilla y por eso poco creíble: “No ha tenido tiempo”. Pero es verdad. A sus once años, pasa en el colegio ocho horas diarias. Desde las nueve de la mañana hasta las cinco de la tarde. A veces, los deberes los hace en la hora de comer. En el comedor escolar no caben todos y tienen dos turnos. Mientras el primero come, el segundo juega en el patio y al revés. Si puede, se pone en una de las mesas del pasillo, junto a la puerta del AMPA, y allí copia frases, rellena fichas o hace ejercicios de matemáticas. Últimamente le es imposible. Doña Flor, una profesora entrada en años de pelo gris, dice que hay un tiempo para cada cosa y que cada cosa se hace a su tiempo. Y que mientras sus compañeros comen, el tiempo es de juego y que, por tanto, no se estudia, se juega.

Ayer, al salir del cole, se fue al conservatorio a dar esas odiosas clases de violín que tanto le fastidian. No le gusta la música. No tiene ni talento ni oído, pero su madre se empeña en que las reciba. A ella le fueron bien. Dice que le ha dado tranquilidad y capacidad de pensamiento. ¡Y porque se rompió los dedos, que sino, quizá hubiera sido primer violín de la Filarmónica!

A las seis y media, salió de música y volvió al colegio donde está instalada la escuela de idiomas. El inglés es la llave de tu futuro, dice su padre. “Por no saber inglés, tengo esta vida de perros que me hace trabajar tantas horas”. Con el inglés, que empezó a las siete de la tarde, consumió otra hora y media. Cuando llegó a casa, eran las ocho y cuarto o quizá las ocho y media porque el autobús se retrasó un poco. Tuvo que ayudar a su madre a bañar y dar de cenar a los trillizos, tuvo que bañarse ella, cenar y,…, hacer deberes.

Anoche, se quedó dormida mientras intentaba leer un texto que hablaba de abejas, colmenas y campo. Mientras leía debía subrayar en rojo los adjetivos, en azul los verbos y en verde los sustantivos. Su madre, le había quitado el lápiz asido a la mano, la cogió en brazos y acurrucó su cuerpo inerte entre las sábanas. Le pondría una nota excusándola de los deberes por motivos familiares. Pero la nota se había quedado en el séptimo limbo de su madre.


 

Educación, instrucción y adoctrinamiento

 

Hace unas semanas, concretamente el 26 de octubre, el sindicato de estudiantes convocó una huelga que acabó, por ejemplo en Madrid, en una gran manifestación de alumnos a la que nos unimos muchas madres y padres y bastantes profesores.

Unos días más tarde, la CEAPA, a la que pertenezco porque mi AMPA es miembro de esta confederación, convocó una huelga de deberes los fines de semana.

El tema de la educación es un tema muy sensible y primordial en cualquier estado, aunque en este puñetero país dónde las creencias religiosas y las ancestrales importan mucho más que la razón, la educación lleva ligada al pensamiento político-religioso desde que el golpista bajito y cabezón acabó con el espejismo de la segunda república (ya antes era lo mismo). Sirva como ejemplo la polvareda levantada por toda la carcunda mediática en cuanto a la huelga de deberes, como si fuera algo novedoso y excéntrico, cuando este tipo de protesta ya se organizó en Francia en 2012.

Estamos inmersos en un sistema educativo que no enseña, que no fija conocimiento y que, por tanto, no instruye

Ya no tengo en mi casa niños en primaria, pero siempre he estado en contra de que los alumnos lleven deberes a casa y eso me ha costado algunas discusiones y disgustos (aunque en mi casa siempre se ha cumplido con lo mandado por el profesor de turno). No soy partidario de llevarme el trabajo a casa y por tanto, tampoco de que los chicos se lo lleven de la escuela. La justificación de algunos profesores de que los deberes sirven para afianzar conceptos (lo dicen incluso en verano, para que no se les olvide) me parece que sólo es una mala excusa y más cuando, por experiencia, he podido comprobar que los deberes que se llevan a casa suele ser la parte del temario que no da tiempo a dar en el aula o que se ha dado tan deprisa, corriendo y por encima, que es como si no se hubiera dado. ¡Es como si tuvieran que practicar todos los días la bicicleta por el peligro de perder el sentido del equilibrio!

Estamos inmersos en un sistema educativo que no enseña, que no fija conocimiento y que, por tanto, no instruye. La meta a principio de curso consiste en preparar tal o cual examen o reválida. Ya sea el test de evaluación de la Comunidad, ya sea la selectividad, ya sea el First o el Advanced, ya sea la nueva reválida. Entre las escasas palabras que el Director del Instituto dirigió a mi AMPA el día de la Asamblea General, están las de preocupación por no saber cómo iba a definirse la nueva prueba de reválida que sustituye a la selectividad y la “indefensión” del docente al no poder preparar a los alumnos para la misma. En un programa de radio el otro día (creo que fue en RNE “No es un día cualquiera”), llamó una profesora de instituto suplicando al Ministro, entre jadeos de desesperación, para que indicara ya, cómo iba a ser ese examen. Todo el programa educativo de nuestros hijos va destinado a superar una prueba. En la mayor parte de los casos se prioriza el aprendizaje memorístico, frente al razonamiento y frente al aprendizaje “práctico”. Lo que cuenta es pasar los exámenes. Los rankings de colegios se establecen por el número de aprobados y no por la calidad de la enseñanza.

Lo que cuenta es pasar los exámenes

Los deberes, no son sino una forma de intentar paliar la masificación de la escuela. Cuando la media en Primaria está alrededor de 28 alumnos, la de Secundaria en 33 y la de Bachiller cercano a los 40 alumnos/clase, el profesor(a) no puede atender como desearía y debiera a sus alumnos. Muchos optan por mandar para casa todo aquello que no han podido realizar en el colegio. ¿Os imagináis que un médico le dijera al paciente después de operar?: “¡coser la herida de la operación y los antibióticos, lo hace usted en su casa!” Ya sé que es una exageración, pero quiero que se entienda que los deberes están haciendo un flaco favor a la necesaria reforma educativa.

Luego está el tema de la frustración de los padres que proyectan sobre los hijos. Los niños tienen necesidad de jugar. Sin embargo, muchos padres se empeñan en que sus hijos sean aquello que les hubiera gustado ser a ellos y ocupan sus vidas con clases de violín, de inglés, de fútbol,… sin preguntar a sus hijos, si realmente les gustan todas esas actividades. Y no sólo ocupan su tiempo de juego sino que acaban truncando sus vidas porque cogen manía a las actividades extraescolares y si además éstas les quitan tiempo para estudiar, y les llevan al suspenso, al propio colegio.

 El sistema educativo debe ser primordialmente público

Claro que, si el sistema educativo fuera como debiera, estas actividades se realizarían dentro del colegio y formarían parte del sistema. Si en lugar de 30 niños en una clase de primaria, hubiera 18, igual podrían dedicarle tiempo, además de a las matemáticas y a la lengua, a la música, al deporte o al arte.

El sistema educativo debe ser primordialmente público. El que quiera formarse en la educación privada, (me parece correcto), que lo pague de su bolsillo. Lo que no me parece tan correcto es que se utilicen fondos públicos para ello. Es como si en un hospital público operaran a tres pacientes a la vez, en el mismo quirófano, mientras que al listo de turno, le pagaran su operación en el Hospital General de Massachusetts en los Estados Unidos, porque con fondos públicos se financiaran mediante concierto pólizas con una compañía privada para algunos pacientes de clase pudiente. La educación universal debe llegar a todos y pagarse con fondos públicos en centros públicos. Pero claro, aquí chocamos nuevamente con la cerrazón de quién no quiere que su hijo se junte con gitanos, árabes o sudamericanos. En definitiva con otros niños pobres (o más que ellos). Dile tú a todos esos padres que, dentro de tres o cuatro cursos, sus hijos, si quieren seguir yendo al colegio de curas o monjas de turno, deberán pagarlo íntegramente y verás la que se monta. Como en otras muchas cosas, chocamos con el egoísmo, la individualidad y la falta de cultura social.

 No quieren personas formadas que piensen por sí mismos y se planteen cuestiones fundamentales sobre quién dirige sus vidas, cómo lo hacen y cuáles son las soluciones

Necesitamos una reforma educativa íntegra ya. Pero no la habrá. Y no la habrá porque el partido de los sobres, la Gürtel y los casos aislados (que son generales) de corrupción, sentado en la mesa de negociación sobre la educación, cuando Gabilondo era Ministro, y habiendo llegado a un acuerdo con el resto de formaciones y sectores educativos, se levantó de la misma, un minuto antes de la firma, porque las encuestas le daban mayoría absoluta en las elecciones del 2011. No la habrá porque la educación necesita mucha inversión y no están dispuestos a soltar un duro en formar a las personas si luego no les revierte a ellos una parte. Y no la habrá porque para sus amigos, igual que pasa en la sanidad, la educación sólo es un negocio más con el que hacer dinero y, lo que es peor, una forma más de adoctrinar en el pensamiento único. Esta gente es la que elevó los ratios de alumnos por clase en la Comunidad de Madrid. Ratios que, en cada reunión con los responsables educativos, sirven para estampar la cara a los padres cuando hablamos de masificación diciéndonos que estamos en lo que marca la ley. Primero cambian la ley y luego la usan como arma de legalidad.

Esta gente es la que ha acabado con todo tipo de becas en la educación pública en Madrid y tienen la desvergüenza de pagar ayudas de libros a quiénes llevan a sus hijos a colegios totalmente privados. La desvergüenza de pagarle una parte de la guardería PRIVADA a la antigua Consejera de Educación de Madrid, implicada en los papeles de la Gürtel. No habrá reforma porque, para ellos, la educación no es más que otra pata de su plan de sumisión, empobrecimiento y reversión.

No quieren personas formadas que piensen por sí mismos y se planteen cuestiones fundamentales sobre quién dirige sus vidas, cómo lo hacen y cuáles son las soluciones.

Y por último no la habrá porque cuentan con el apoyo de todos aquellos que pasan alrededor de 35 horas semanales viendo televisión. Aquellos que creen que crear competitividad entre los alumnos eleva el resultado académico. Aquellos que utilizan el colegio como aparcamiento de sus hijos y que creen que además de formar, el colegio debe educar. Aunque si esa educación supone reprender a sus retoños, se presentan, con su hijo de la mano, frente al profesor a amenazarle con que sea la última vez que le dicen tal o cual cosa, o que le quitan el móvil por estar enredando y molestando con él en clase.

Últimamente han salido a la luz dos sucesos lamentables de dos chavales de 12 y 7 años ingresados en el hospital por palizas en el patio del colegio. Cuando se sobrepasa el aforo (como sucede en el IES Alameda de Osuna de Madrid) cuando los profesores están tan quemados que no pueden más porque tienen que luchar contra 40 adolescentes en clase, cuando tienen que dedicar parte de su tiempo libre a corregir exámenes o cuando tienen que soportar además de las horas de clase semanales otras tantas de patio como si fueran celadores, cuando un padre aparca en una plaza de minusválido sin serlo y, si alguien lo reprende, lo resuelve a puñetazos, cuando es capaz de llegar al colegio y delante de su hijo agarrar de la pechera al profesor que le ha quitado el móvil a su retoño, cuando todo el mundo cree que sus derechos son muchos más importantes que los de su vecino, sucede que volvemos a las sociedades en las que el más fuerte, que suele ser el más idiota, es el que más razón lleva.

Ya han conseguido lo que querían.

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Pasé tarde por la universidad. De niño, soñaba con ser escritor o periodista. Ahora, tal y como está la profesión periodística prefiero ser un cuentista y un alma libre. En mi juventud jugué a ser comunista en un partido encorsetado que me hizo huir demasiado pronto. Militante comprometido durante veinticinco años en CC.OO, acabé aborreciendo el servilismo, la incoherencia y los caprichos de los fondos de formación. Siempre he sido un militante de lo social, sin formación. Tengo el defecto de no casarme con nadie y de decir las cosas tal y como las siento. Y como nunca he tenido la tentación de creerme infalible, nunca doy información. Sólo opinión. Si me equivoco rectifico. Soy un autodidacta de la vida y un eterno aprendiz de casi todo.

4 COMENTARIOS

    • Tu has sufrido, como lo sufro yo el problema del IES Alameda de Osuna. Ahí el problema no son los deberes sino la masificación y la antigüedad de las instalaciones. La LOMCE sólo ha empeorado las cosas.
      Salud!

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