El proteccionismo de Donald Trump y de su Administración está alcanzando, por momentos, la calificación de enfermizo. Durante la campaña electoral que le llevó a la Casa Blanca ya amenazó con que impondría las medidas que fueran necesarias para que los trabajadores norteamericanos no se vieran afectados por la competencia extranjera. Sin embargo, el anuncio de una investigación al olivar español porque hay competencia desleal ya pasa las delgadas líneas del proteccionismo y entra en el terreno de la paranoia.

Según el responsable del Departamento de Comercio de los Estados Unidos, Wilbur Ross, las aceitunas españolas se benefician de unas subvenciones que hacen que su precio de venta esté por debajo del precio de mercado, lo que afecta a los otros principales exportadores, es decir, Italia, Portugal, Grecia o Rusia…, Rusia, el país que ayudó a Trump manipulando las elecciones de noviembre de 2016.

Hay otro aspecto por el cual la Administración de Donald Trump va a por la aceituna española: la promoción que está haciendo uno de los personajes públicos que más se le enfrentó durante las primarias republicanas y durante la campaña: el cocinero español, chef José Andrés.

Por otro lado, los productores de aceituna de California han denunciado las importaciones españolas y han pedido a la Comisión de Comercio Internacional un informe sobre el impacto que la presunta acción de dumping del olivar español está generando en la producción estadounidense.

Ross, además, anunció que, de demostrarse este dumping, el Gobierno de los Estados Unidos impondrá aranceles a las aceitunas españolas para compensar las diferencias de precio.

Por su parte, los productores de aceituna españoles han negado categóricamente las acusaciones de Ross.

Lo que más sorprende es el silencio del Gobierno de Mariano Rajoy, un silencio aún mayor teniendo en cuenta que este asunto, al tratarse de exportaciones, depende del Ministerio de Economía y Competitividad. Una acusación tan grave como esta y que puede tener gravísimas consecuencias a la economía española debería haber tenido una respuesta inmediata por parte del propio Luis de Guindos, sobre todo cuando los propios productores españoles han negado que estén vendiendo su producto en los precios por debajo del mercado que afirman los estadounidenses.

Por otro lado, la propia Comisión Europea no puede permitir que se atente contra el sistema de subvenciones al campo que tantos éxitos ha tenido y que ha generado un crecimiento del sector primario de la Unión Europea. Las medidas proteccionistas de Donald Trump son un atentado contra la propia UE y, en consecuencia, contra España. Tanto Pier Moscovici, en calidad de Comisario de Economía, como Phil Hogan, en calidad de Comisario de Agricultura, deberían haber salido al paso de la amenaza norteamericana para defender los intereses de la cuarta economía de la Eurozona y de uno de los socios comunitarios.

Sin embargo, la complicidad del silencio tanto del Gobierno español como de la Comisión Europea dan la idea de que, ante cualquier amenaza de la Administración de Donald Trump, no va a haber respuesta.

Hay que tener en cuenta que la producción española de aceitunas supone un 40% de la mundial y que supone un valor productivo de más de 2.000 millones de euros anuales de media.

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