Una palmada en el aire cae en su rostro tras esa otra, y otra más, lágrimas de sangre se deslizan por sus mejillas, no existe descanso para el dolor, aunque esa mañana ya no reciba más golpes, aunque esa mañana descanse de la degradación mientras él está en el trabajo, aunque parezca un ama de casa más en el mercado, aunque se maquille, el dolor no tiene descanso no se va de vacaciones.

Otra tarde más, los nervios del miedo se agarran al estómago y vomita todos los golpes por el retrete. Se escucha la puerta, sus ojos se llenan de pánico, sumisa pone la cena aún caliente en la mesa. Un gruñido confunde a un hola, y ni una mirada. Los nervios se pierden en sus manos e inoportuna derrama el agua en la mesa, una mano firme agarra su brazo insensibilizado, — ¡Inútil! — es la única palabra que sale de su boca, se puede decir que ha tenido suerte, puede servir el segundo plato mientras esté caliente …

Otra noche más, está deseoso de sexo, y ella dolorida, pero eso no importa, ni siquiera es necesario que se mueva, ni siquiera es preciso sentir, sólo dejarse hacer, y esperar el momento en el que se sacie y por fin se duerma, ella mal-dormirá mecida por sus pesadillas, cargada de Valium, y con el dolor calándole hasta el alma porque el dolor no descansa, para ella no se va de vacaciones….

Sus hijos hace tiempo volaron, el mayor creó su familia y sus propias preocupaciones, y su hija hace tiempo ya no la visita, cansada de discutir con su madre, de no entender como aún no se había largado de esa casa.

— ¿Dónde voy a ir hija?  – esa era la única respuesta

— ¿Dónde? A cualquier lado mamá, cualquier sitio siempre es mejor que aquí. Puedes venir a vivir conmigo.

Su hija seguía sin entender las razones de su madre. El único trabajo que había tenido en su vida es atender a su padre, se sumergía en el círculo vicioso del sistema y de ella misma, presa de sus miedos, la autoestima por los suelos, había tatuado a fuego las palabras de su marido esas en las que le grita “no sirves ni para fregar”, ¿dónde iba a ir?, nada más tenía a sus hijos, el mayor se había desentendido por completo, y la pequeña dependía muchas veces económicamente de la ayuda de ellos al no tener un trabajo fijo, escapar con ella era  llamar al hambre y peor aún que ese ser cargara contra ellas dos.

Otro día más desde hace años envuelta en la agonía, en la impotencia, en el pavor, en la vejación….

Fue condenada en una nueva cárcel que para ella supuso la liberación, acusada de homicidio, tras años de condena con un hombre, ahora recibe la sentencia de un grupo de hombres, 15 años de prisión incondicional; no existían denuncias hasta el terror podía con eso, se desestimó la defensa propia, se afirmó que estaba en plenas facultades mentales cuando le asestó 40 cuchilladas mientras dormía.

Fue señalada, acusada en un juicio social, insultada por familia y amigos del que ya yacía… Atrás quedaron los golpes, las denuncias, los continuos gritos, insultos, las marcas en el pecho que la ahogaban cada noche. Para ella quedó el descanso, el dolor se fue de vacaciones, aunque no el recuerdo, desde su celda noches de insomnio y pesadillas, quedaron las cicatrices del tiempo. Para nosotros quedó una esquela más en el periódico y una noticia como cualquier otra en el telediario, porque estamos acostumbrándonos a este tipo de cosas que nos parecen incluso cotidianas….

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Donde nací no importa, sólo me considero un ser más de este mundo. Creo en la pasión de hacer las cosas, en la vida y en recordar que cada día puede ser el último, con la consciencia de que a veces también nos podemos olvidar de todo esto. Puedo decirte que escribo desde que tengo memoria, incluso mucho antes de saber leer o del arte de empuñar un lápiz, sobre historias improvisadas, de lo que fluye, de imaginaciones reales que seguro existieron en algún tiempo, en algún lugar sin saber exactamente donde y cuando. Aprendiz de la vida, de las relaciones, de la naturaleza que nos rodea… Siempre sentí que soy la primera lectora de mis palabras, y comprendí que una vez que las plasmas dejan de ser tuyas, y esto ya es liberador.

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