Doblada

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Después del terremoto llegaron las réplicas, pero ya todo ha vuelto a la calma; la tierra se asienta y la normalidad se hace con el panorama, incluso se puede uno ir de putas con el dinero de la recuperación (nótese la amarga ironía, ¿tú también Oxfam, hija mía?). Está feo decir «Te lo dije» pero estoy entre quienes hemos escrito que la crisis no era algo coyuntural sino el síntoma de un cambio de modelo, esto es: que lo vivido durante ella no sería algo de lo que recuperarse sino la consolidación de un nuevo modelo económico.

Hay cambios, sí, en España los hemos vivido en los partidos políticos: el PP y PSOE ahora se llaman Ciudadanos y Podemos respectivamente. Si algo puede sacar en claro la ciudadanía es que nadie se va a ocupar de la estructura del modelo, la Política es un gigantesco agujero negro en el que cuando entras la materia ideológica se resuelve en estrategias, te vuelves tarumba y ves estrellitas y, en el mejor de los casos, al espectador se le (nos) queda cara de Franco Battiato al final de un “pomeriggio” malincónico con ganas de abandonar el planeta, tan sólo sombra de una luz y nada más…

No sé cómo no nos dimos cuenta; cuando se empezó a hablar de la necesidad de un “Podemos de derechas”, aquel movimiento aparentemente ciudadano y de izquierdas había sido absorbido institucionalmente por el sistema; nos ha parecido otra cosa mientras el cadáver Pedro Sánchez intentaba revolverse (apercibiéndose con pavor de que, en realidad, era un apocalíptico “walking dead”), creíamos que Podemos estaba más allá… pero qué va, mientras el PP se hunde en las encuestas (durará el tiempo que tarden en fenecer las últimas generaciones nostálgicas de Paco el Rana) y Rivera se encumbra como el nuevo Aznar-moderno-no-católicointegrista, Podemos se convierte en un partido más preocupado por su imagen, por esas estrategias mágicas que llenan los trabajos y los días de los viajeros políticos, que por denunciar (no digo ya resolver) la miseria que nos rodea, verbigracia:

Esa tontada de la España de las Autonomías privilegiadas a las que no se les puede chistar ni mentar la Historia porque, aunque algunos de sus funcionarios ganen 500 papeles más al mes por el mismo puesto, andan siempre a la defensiva contra el centralismo opresor que les recorta sin parar (vuelvo a recordar, a mí la unidad de España me importa una higa, pero hablar de igualdad territorial cuando lo único objetivamente comprobable es la desigualdad: me desazona); el destrozo de la Sanidad Pública, que ya no puede ocultar que los hospitales dan olor raro desde las urgencias a las listas de espera para todo, con un único problema de fondo: la falta de personal; el desmantelamiento de la Enseñanza, convertida en una Deseducación muy favorable para el éxito de Operación Triunfo o la protección de los pobres violadores inimputables por edad (que nunca saben lo que hacen), incluida la violencia gratuita contra los progenitores propios; la confusión del transporte público con el AVE o los aeropuertos, que sólo usa un porcentaje mínimo del total de la población (aunque sea rentable); el avance de la intolerancia y el fanatismo religiosos, tanto el importado (islámico) como el que exportamos (católicos y derivados jehovasianos), insoportable con su soberbia henchida de paz y amor con el garrote de la Verdad Absoluta y el sexo decente, alcanzando ya a jueces sentenciadores en el nombre Cristo y cierra España; la insoportable realidad de una Administración sobredimensionada que lucha por mantener su ritmo de gastos como ejercicio del Poder, cuando en realidad lleva en quiebra artificiosamente sostenida décadas; sin entrar en cosas como la esclavitud física y mental de quien no sea machote o la insostenibilidad manifiesta de la explotación de los animales y el medio ambiente…

Me acuerdo de aquellas entrevistas televisivas con Iglesias o Errejón o Bescansa o Monedero que movilizaban políticamente por algo muy sencillo: se atrevían a denunciar lo que la gente en la calle estaba viendo, llegaban a la política con la visión pragmática de una calle que buscaba justicia… Ahora buscan la Justicia, la Igualdad… pero con mayúsculas, se creen la trola de Cataluña o la de España con igual solemnidad, y usted con esos contratos que le impedirán una vida digna o tener una pensión, su descendencia aprobando cursos sin parar con sus títulos y todo, mientras otros disfrutarán de Bach, Bernini, Schiele o Bergman…

Hemos vuelto a la casilla de salida, pero no lo olvide cuando note un extraño relax en el esfínter: fue doblada.

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