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«La Segunda Transición»

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análisis

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Diario 16 ha vuelto a nacer recientemente como el «periódico de la Segunda Transición». El papel de esta cabecera durante la Primera fue fundamental, y en este momento, en estos días inciertos, abordamos la realidad política y social siendo conocedores de los retos que debemos superar.

Este momento en el que lo nuevo no termina de nacer y lo viejo aún no asume que ya ha pasado su tiempo es un instante decisivo y convulso. Una sociedad, la española, la catalana, la gallega, la vasca, la valenciana, la andaluza y todas las que conviven en este país que aún no ha desarrollado plenamente su Democracia, que vive un periodo de incertidumbre: económica, principalmente, pero también política. Una clase dirigente conformada por una amalgama difícil de comprender si no se atiende a la evolución que ha sufrido nuestra sociedad durante los últimos ochenta años.

Vivimos, principalmente, un choque generacional. Una etapa en la que los actores que acaban de incorporarse a la escena política tienen una experiencia vital muy distinta a quienes les han precedido. Y una sociedad a la que representar, también heterogénea. Porque quienes nacieron con la actual Constitución vigente hoy alcanzan su edad adulta. Y descubren que este país no responde a sus expectativas. No es lo suficientemente democrático, ni justo, ni transparente. Destapan las vergüenzas que durante nuestros tiempos de bonanza, de avances sociales y de apertura al mundo, quedaron ocultas.

Y quienes vivieron (vivimos) tiempos pasados, que ahora ya quedan en nuestra memoria en blanco y negro, estamos satisfechos sabiendo de los esfuerzos realizados y de las innegables mejoras realizadas, porque conseguimos con enorme esfuerzo que este país fuera europeo, democrático, igualitario, y en cierto modo, moderno.

Ahora quienes vienen (venimos) a ocupar el presente nos reprochan, con razón, nuestros errores. De manera quizás comprensible, una generación que ha vivido ya muchos «momentos históricos», tratamos de encontrar ahora nuestro lugar, con una perspectiva de «la modernidad» bien distinta. Es inevitable el «choque».

Como en una gran familia, la sociedad española (y la catalana, valenciana, vasca, gallega, andaluza), debe asumir los retos que se presentan con cariño. Es normal que las generaciones más jóvenes sientan urgencia y defiendan con vehemencia lo que consideran ha de ser cambiado. Y también es comprensible que quienes hemos hecho prácticamente todo lo que hoy da frutos  (para bien y para mal) tratemos de alguna manera de que se nos reconozca, aunque sea un poco, lo bien hecho (que ha sido mucho).

Cataluña ha sido el contexto político y social en el que han saltado las costuras: las de un sistema caduco, ese de postergar el diálogo, los pactos que han de cumplirse, el entendimiento, y por qué no, las de una Monarquía que queda ya también obsoleta en un país que quiere ser (y merece) moderno. Ha llegado la hora de esa importante reunión familiar en la que se replantea de nuevo el papel que cada uno va a desarrollar. Nuestra generación más joven tiene que tomar las riendas, y quienes todo lo han hecho, han de asumir que deberían dejarles espacio. Lo nuevo no acaba de llegar y lo viejo no termina de de morir.

Se trata, en definitiva, todo esto que estamos viendo, de la necesidad de reconstruir un nuevo país, que dé cabida a todas las voces, a todos los sentimientos, desde el respeto, y sobre todo, desde el cariño. Una nueva etapa en la que la corrupción quede desterrada, la justicia se esfuerce por ser objetiva y la política se ubique al servicio de su pueblo. Queda, pues un gran trabajo que realizar. Y entre todos los objetivos, uno de máxima urgencia, que hará posible que todo lo demás funcione: es el momento de la incorporación de la mujer en las decisiones para crear una nueva sociedad; sin ambages. Una nueva forma de vivir, convivir, entenderse y relacionarse desde la igualdad, desde el respeto, la conciencia social, la diversidad no desde lo contrario sino de lo diferencial en todos los aspecto de convivencia. La sociedad española debe asumir de una vez por todas la efectiva igualdad de la mujer, con su presencia en todos los ámbitos de la vida: sociales, económicos, laborales, políticos. No sin razón hay muchas voces que señalan que una de las causas de lo que ocurre es el exceso de testosterona en la toma de decisiones. 

Cataluña es la excusa perfecta para que esta Segunda Transición se ponga en marcha. Con la experiencia de quienes tanto han vivido y con las aportaciones innovadoras de quienes acaban de llegar.

En Diario16 hemos entendido perfectamente la importancia que tiene la convivencia, el cariño y el respeto intergeneracional. Y así hemos establecido nuestra forma de trabajar. Sin olvidar que nuestro objetivo es aportar información a una sociedad que necesita sacar conclusiones para tomar las decisiones más adecuadas. Apostamos por la cooperación. Y entendemos que solamente desde una actitud dialogante, transparente y empática, podrá solucionarse el conflicto catalán, pero sobre todo, el de la sociedad española en su conjunto.

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1 COMENTARIO

  1. Petición del Toisón de Oro para Odium y Carlos Puigdemont por su gran labor para la unión de España y de los españoles; nunca hubo tanto patriotismo español.

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