Reconozco que he recibido con cierto recelo la noticia de La Ministra de Sanidad sobre la opción, aún no decidida, de que las personas jubiladas, en función de sus ingresos, puedan pagar más por las medicinas.

Entiendo, como casi todo el mundo, que esto sería razonable para las y los que calificamos como millonarios (dado el penoso estado de mis cuentas desconozco si millonario o millonaria es quién tiene un millón o cien o mil millones de euros, porque a tanto alcance no alcanzo) pero tener unos ingresos por jubilación de más de 18.000 euros no es para gravar con copado medicinas o cualquier otra prestación que nuestros y muestras mayores se han ganado a pulso. ¿Hablo en pasado? ¡Error! Recapitulamos pues: que se siguen ganando con sangre, sudor y lágrimas.

Porque esa generación  nos facilitó la mejor calidad de vida de la historia de la humanidad. Que ya tiene mérito en quien ha vivido una guerra civil o una posguerra, para quienes nacieron y vivieron con precariedad, sin libertad, derechos ni consideraciones de ningún tipo. Porque estos y estas veteranos, que lo mismo pueden tener 70, que 80 ó 90 años o más, incluso los que desde la cuna tuvieron algún privilegio, crecieron con carencias, en muchos casos sin esperanza y una gran mayoría empezaron a trabajar en edades que hoy estarían consideradas como abuso a la infancia.

Buena parte de las y los mayores crecieron sin apenas juguetes, pasaron hambre, sed de justicia y necesidades tanto afectivas como materiales.

Acostumbrados a padres autoritarios, en general y salvo raras excepciones, a madres sumisas y muy religiosas, aunque de todo hubo en la viña del señor, aprendieron rápido, y llegaron a confundir el respeto con el miedo a madres, padres, maestras o maestros, jefes (sólo en masculino), curas, monjas y autoridad en general. Y en vez de repetir esos modelos patriarcales y duros con sus hijas e hijos, optaron por conseguirnos la luna (conquistarla sin lugar a dudas) .

Que esa generación, que en un número elevado viviò entre analfabetismo, la dureza del mundo rural (les recomiendo que lean a Miguel Delibes), autoritarismo y represión -lo mismo política que social- nos haya dejado como herencia prosperidad, educación, dedicación y estado de bienestar , es motivo más que suficiente para que los problemas de la hucha de las pensiones no tenga como parte de la solución el gravar sobre ellos y ellas lo que se han ganado a pulso.

Pero si esto no fuera suficiente, desde que la crisis asolara de la clase media para abajo a casi todo el que se movía, el colectivo de personas mayores ha evitado con sus pensiones (y muchas muy bajas) desahucios de sus hijas e hijos y que a sus familias no les faltara un plato en la mesa. ¡Si hasta han subvencionado vacaciones familiares! Además, cuidan de sus nietas y nietos (gracias en parte a esto ha sido posible la conciliación familiar de miles de mujeres trabajadoras) y, por si no era suficiente, ayudan a levantar este país con un consumo alto y de calidad según se desprende del Estudio de Economía del Envejecimiento sobre Personas Mayores publicado por la Fundación de la Universidad de Salamanca en el 2015.

Creo que ha llegado el momento de exigir justicia social e histórica para la generación de más de 70 años. De unirnos, no por ideologías en este caso, sino por decencia. Toca decir a este Gobierno, y a los partidos dispuestos a respaldar iniciativas injustas de este tipo que ¡basta ya!

Si la sociedad tampoco reacciona contra la falta de consideración y abuso a sus mayores, entonces sí que estamos muertos.

2 COMENTARIOS

  1. Excelente reflexión de María José Pintor y una oportunidad de buscar la manera de compensar a quienes dan tanto y son fundamentales para que los españoles estemos saliendo de la crisis.

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