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Despertar

Jordi Solé
Jordi Solé
Primer Teniente de Alcalde de Torredembarra (Tarragona) se presentó como cabeza de lista por el PSC en las elecciones municipales de 2015. Nacido en Mollet del Vallés (Barcelona) militó en partidos de izquierda. Fue fundador de Bandera Roja en su pueblo natal pasando después a militar en el PSUC i posteriormente en el PSC. Formado en Ciencias de la Información, formó parte del movimiento de Emissoras Municipales de Catalunya. Ha escrito en diferentes medios de comunicación y colabora en periódicos como Diari de Tarragona entre otros. Actualmente forma parte de la dirección de Federalistes d’Esquerra en la provincia de Tarragona.
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análisis

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Creo que corría el mes de marzo o abril cuando en uno de mis escritos decía que una vez confirmado el fracaso del denominado “procés” el problema de toda Catalunya, al igual que del resto de España, seguiría siendo el tener que resolver los problemas sociales que bajo la tiranía de las banderas han ido ocultándose. El despertar sería doloroso, decía, y creo que no tardaremos en toparnos de narices con la cotidianidad de nuestras vidas: paro, pobreza, falta de libertades individuales y colectivas, mujeres asesinadas, desahucios, precarias condiciones laborales y una etcétera largo y preocupante.

Las banderas lo tapan todo: corrupción, intolerancia, inacción, engaño y hasta la burla a los más desfavorecidos, hambrientos de soluciones que no han encontrado en el sistema, ya sea por dejadez de los políticos o por la incapacidad de conectar con las angustias de la población.

Y Catalunya ha sido un ejemplo de todo ello. Desde aquí, donde resido, han alimentado esperanzas rotas por un puñado de políticos ansiosos de consolidarse en el poder y esconder (algunos) sus corruptos comportamientos.

A su vez han fomentado lo que al PP le interesaba y clamaba durante años: despertar el sentimiento patriótico español, o lo que es lo mismo, se han auto-alimentado para levantar banderas y enardecer los nacionalismos que parecían superados con la llegada de la democracia. Y como todo y para que el nacionalismo triunfe ya tienen enemigo: “Espanya ens roba” y “Catalunya quiere romper España”. Señoras y señores la confrontación está servida. Cuelguen banderas, a por ellos, odio al español y nosotros somos mejores.

No recuerdo muy bien quién fue el autor de una frase que no creo deberíamos de olvidar: “El hecho de nacer en un lugar determinado, no garantiza que ese lugar sea el mejor”

De golpe parece que todo el mundo se ha dado cuenta de que el “Procés” era imposible terminarlo y, aunque se callan, ni tan siquiera iniciarlo. No había plan B, no había mayoría para llevarlo a Ítaca, era simbólico… y un sinfín de justificaciones que han desanimado a unos (los independentistas), descolocados a otros (la izquierda independentista podemita), y dado la razón a los insultados, apartados, amenazados y descalificados (el catalanismo plural y federal).

El odiado artículo 155, ha sido finalmente implícitamente aceptado por todos los nacionalistas catalanes desde el momento que han decidido acudir a las elecciones del 21D (incluso la CUP, que ya es decir, a pesar de querer ocultarlo bajo la falsa idea que las elecciones sólo sirven para iniciar el proceso para implementar la nunca declarada República Catalana), lo han legitimado, aunque se empeñen en calificarlo de ilegal (¿cómo aceptar y asumir una ilegalidad? sigue el engaño)

La DUI ha sido decapitada sin que nadie se atreviera a defenderla más allá de cuatro palabras bien sonantes y maravillosas para el ciudadano crédulo y también, todo hay que decirlo, para el que de buena fe siempre ha creído que la independencia era y es lo mejor. Nada que objetar, al contrario, respeto e incluso admiración en la defensa en sus convicciones: manifestaciones, proteger urnas delante de escuelas, asistencia a mítines y concentraciones. Pero, ¿y sus dirigentes? Algunos en la cárcel (por desgracia), otros en Bélgica, manteniendo el sueño que no se creen (“no estabamos preparados, decíamos sólo lo bonito” dice el cesado Conseller de Sanitat, el Sr. Comín).

Así pues han o hemos conseguido romper la convivencia tan necesaria en nuestros días, ya dotados con suficientes cargas emocionales como para añadir tensión y despropósitos. Han o hemos conseguido despertar lo que la historia nos ha mostrado como un inmenso error: los nacionalismos baratos, desproporcionados y enfurecidos. Han o hemos logrado llevar a la política al ridículo más espantoso: sin diálogo, sin voluntad de entendimiento, ignorando al contrario y, lo peor, insultando al disconforme. Han o hemos promocionado la exclusión, el incumplimiento de las leyes y ya ponemos en duda hasta la división de poderes.

Han o hemos cometido tantos errores reconocidos y por reconocer que obligatoriamente deberíamos empezar a pensar, debatir y dialogar para abordar y acordar, esta vez sí, todos juntos: paro, pobreza, falta de libertades individuales y colectivas, mujeres asesinadas, desahucios, precarias condiciones laborales…

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