Déjame entrar

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26 años atrás, y movilizados por los sentimientos generados por la invasión iraquí a Kuwait y la reacción de la comunidad internacional con la Operación Tormenta del Desierto, el grupo de rock argentino Serú Girán, liderado por Charly García, presentaba en su regreso a los escenarios un tema musical en el cual ponía sobre la mesa una de las realidades que traían las guerras modernas, la de verlas por televisión como si fuera un espectáculo audiovisual más.

Se preguntaban entonces los Serú ‘Fuego artificial ¿o son bombas que estallan? ¡Se ven igual!’ (https://www.youtube.com/watch?v=Ichv50LAxEU) apelando a que durante la Guerra del Golfo todo se vio a través de los medios de comunicación que moldearon nuestra opinión sobre el conflicto bélico haciendo verdad lo que era publicable. Si se publicaba era cierto y si no se publicaba, era porque carecía de veracidad. En una guerra que se transmitió las 24 horas del día por televisión había espacio para contar todo, lo que no se contaba no existía. Pero no sólo eso, por el hecho de contarse se transformaba en real, aún cuando no existiera, por eso decían los Serú que ‘Hablan de una guerra civil, nadie ve sangre. ¿Existirá?

Más de un cuarto de siglo después los ‘dueños de la verdad’, los combatientes de armas de destrucción masiva, los guardianes de la paz mundial apelan al uso de la fuerza para imponer su pensamiento, esta vez en nombre del combate del régimen de Bashar Al-Assad, a quien acusan de haber realizado un ataque químico en la ciudad de Duma una semana atrás.

Pero lo curioso del caso es que este ataque se produce poco tiempo antes que una misión de la Organización para la Prohibición de Armas Químicas (OPAQ) empezara a investigar la denuncia del ataque químico y que podría dar certeza sobre la veracidad o no de las acusaciones.

Si bien los misiles, de los cuales Rusia como aliado sirio ha afirmado que repelieron más del 70%, no atacaron Duma ni posiciones del ejército ruso, no dejan de ser un grave antecedente en pos de recuperar la estabilidad política en la región, y así lo hizo saber el propio Vladimir Putin.

Queda en claro entonces que lo que se pretendió no (sólo) fue exhibir el poder bélico y la decisión de utilizarlo, sino también y fundamentalmente ‘decirle’ a los principales sostenes del régimen de Al-Assad, la Federación Rusa y la República Islámica de Irán, que los actores involucrados en el bombardeo, Estados Unidos, Francia y el Reino Unido, no están dispuestos a quedar al margen de las negociaciones en Siria y, especialmente, del posconflicto en la región. Adicionalmente le sirve, al igual que con Bill Clinton 20 años atrás, para desviar la atención de su país cuando tiene graves acusaciones por hechos de carácter sexual.

Como se puede descifrar de la información que se cuenta, siempre limitada y siempre muy particular, lo realizado anoche por los tres mosqueteros (Trumpo, May y Macron) no deja de ser una puesta en escena basada en hechos no comprobados que pretenden comprobarse por su propio accionar, una construcción ilógica de manera intrínseca.

Está en nosotros si queremos ser actores de reparto de esta historia consumiendo el cuentito de buenos y malos que pretenden contarnos o si, por el contrario, procuramos entrar en la historia sin consumir, ni ser consumidos, por los dueños de la verdad.

Yo no me quedo sentado a un lado, como cantaba Serú, ‘Nadie me muestre, ya déjame entrar! Nadie me explique, ya déjame entrar!’

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