“…Y parid de una vez lo que vuestra intención lleva largo tiempo gestando.”

Literal de Tito Livio XXI,18,13

 

Tales palabras, una vez más arrebatadas a la historia, no vienen sino a constatar lo presuntuoso que puede llegar a resultar todo el que verdaderamente se crea llamado a poner algo nuevo bajo el sol.

Atinentes las mismas a la transcripción de la respuesta que el Primer Sufete de Cartago muestra para con las consideraciones que a la sazón merecieran las interpelaciones llevadas a cabo por la legación romana que en torno al 219 a.C se personó en la ciudad que ya una vez fue enemiga convenientemente derrotada; lo cierto es que la misma, presidida nada más y nada menos que por Fabio Máximo, auxiliado por el Cónsul Emilio Paulo, padre de la Emilia que luego será esposa del Escipión (el llamado después a ser el que definitivamente derrote a Cartago, que no a Aníbal); parece, como en principio trataremos de demostrar, consolidar de manera bastante solvente la teoría de que la historia es contumaz, y que por ende se repite.

A la par que tal reunión tenía lugar en los magníficos escenarios que albergaban los Centros de Poder de una sociedad que ya por entonces vestía trazas de verse recompuesta tras la que había supuesto la antaño derrota ante la misma Roma, derrota de la que ahora se resarcían; (Aníbal se encontraba en esos mismos momentos derribando las murallas de Sagunto), contemplando para nada impasible, más bien con cierta admiración la manera mediante la que muchos habitantes de la ciudad preferían sacrificar su vida no ya porque vender cara su vida supusiera alguna diferencia respecto de la muerte, cuan más sabe si la de saberse proporcionados del placer de morir infligiendo al enemigo el mayo daño posible. Lo cierto es que otros mientras, como tantas veces ha ocurrido, y sin duda volverá a ocurrir cuando menos otras tantas, preferían proferir difíciles cuestiones retóricas, planteando la vida y la muerte, por supuesto de otros, en términos propios de partida de ajedrez.

Por situar un poco los escenarios, cuando no la historia, uno de los principales acuerdos bajo los que se ratificó la paz que siguió al primer enfrentamiento con los púnicos, aquél en el que de manera un tanto inconexa falleciera el propio Almilcar, padre de Aníbal; pasaba por situar la que denominaremos línea de transitoriedad, en el curso del Río Ebro.

A consecuencia de la política esgrimida por el propio Aníbal, la cual tuvo su traducción más sistemática en su desembarco masivo en las costas de la Península Ibérica, dando lugar a una cabeza de puente que acabaría siendo Cartago Nova, lo cierto es que no será hasta la invasión de la mencionada Sagunto, que los romanos no comiencen a ser testigos no ya de las verdaderas intenciones, sino más bien del objetivo peligro que supone, en tanto que tal, la presencia del propio ejército cartaginés en la Península Ibérica.

Será así pues Sagunto una mera excusa, que no un verdadero motivo, a partir del cual esgrimir las justificaciones necesarias que llevarán al siguiente Escipión, al que verdaderamente se acabe consolidando bajo el nombre de Africanus, a derrotar a Cartago algunos años después, no sin antes derramar la sangre de más de veinte mil hombres, que se desprenden de la destrucción de más de dos legiones convenientemente reforzadas, a lo que hay que sumar la caída en bochorno de una tercera, concretamente tras la derrota en la I Batalla de Zama.

Como en aquel momento, la línea del Ebro separaba lo aceptable de aquello que no lo era. O lo que es lo mismo, el relativismo de la Política, ése del que la guerra se haya afortunadamente exento, convirtió en inaceptable aquello que hasta hace unos instantes no lo era, a saber el ataque y puesta bajo asedio de una ciudad aliada de Roma, a pesar de hallarse más allá de la marca; así, poco más o menos, es como algunos observamos hoy el cruce de amenazas que a tenor del asunto ucraniano se está produciendo.

Salvando las distancias obvias, y no sin considerar la asunción de ciertas licencias conceptuales, lo cierto es que no resulta demasiado complicado ubicar no en un espacio, sino paradójicamente en unas formas de hacer las cosas, los síntomas que, a título de recuerdo, sirven para unificar en uno el pasado y el presente.

Si bien unos y otros son lo que son, y lo saben; incurrimos en mayor gala de precisión que no de justicia al decir que ninguno de los que circunstancialmente han venido a converger en este, nuestro determinado presente, se muestran por el contrario a la altura de los que siendo hoy traídos a colación, arrebatados como digo de los brazos parsimoniosos de la historia, conforman eso, uno de los episodios más brillantes de la historia.

Y como nexo común de nuevo, la palabra. La palabra que en este caso, y por sí sola, como entonces, arde no ya en la boca de los que no se atreven a pronunciarla, y arde si cabe con mayor intensidad en los oídos de quienes por otro lado desean escucharla.

Una palabra. O si se prefiere, por ser más justos, un concepto. El de la abstención.

Porque es la abstención, en sí mismo, un concepto. O por ser más severos cabría decirse que encierra la abstención toda la grandeza de un procedimiento porque ¿acaso alguien puede negar que en Política no es sino el procedimiento la más noble forma llamada a articular lo que en realidad es una forma de conducirse en la Vida?

Por eso tal vez por eso, o habría que decir que por las connotaciones que de la interpretación que del concepto se deparan; es por lo que nunca, pero puede que nunca como ahora, resulte inadmisible, (o habría que decir mejor inescrutable), el hecho o el proceder que ha llevado a algunos a andar tan largo y penoso trecho, el cual resulta a estas alturas por todos conocido, para acabar ¡absteniéndose! Para este viaje sin duda no hacían falta estas alforjas.

Pero ni el Sr. FERNÁNDEZ responde a la forma de arriero, ni por supuesto hay esperanza de encontrar tan siquiera en el fondo del Sr. RAJOY un ápice de aquel viejo saber, el que entre refranes y verdades concitadas ha facultado entre otras cosas, el que sigamos viendo salir el sol cada mañana, aún teniendo en cuenta que hace apenas cuatro días que conocemos las reglas que tamaño proceder gestionan.

Por eso habrá de ser del todo, menos brillante, no ya el proceder, como sí más bien las consecuencias, del hecho que de manera cada vez más clara nos trae a una realidad que solo en la medida en que se muestra cambiante puede aspirar a ocultar una serie de aberraciones que de disponer de ese lujo en el que hoy se traduce el formato del tiempo, sin duda nos descubriría las aberraciones que llamó UNAMUNO; los esperpentos que soñó VALLA-INCLÁN.

Son los unos y los otros, materializados en este caso en una misma realidad no debemos olvidarlo, la que engloba la forma que adquirirá el sentido del voto que el PSOE ofrezca en la más que previsible pronta sesión de investidura que, de producirse erigirá de nuevo a Mariano RAJOY como Sumo Sacerdote de esta al menos en apariencia nueva religión destinada no tanto a perdonar los pecados de todos, como sí más bien a redefinir según nuevos cánones lo que está y no está llamado a ser considerado como pecaminoso dentro de la que sin duda habrá de ser una nueva realidad; la que está llamada, no lo olvidemos, a comulgar con el hecho otrora inasumible de que La Derecha ascienda a los altares no ya por conveniencia del PSOE, sino con su expreso afecto.

Pero toda religión necesita de sus sacrificios, sacrificios que habrán de estar dotados de un esplendor, de un realismo, que como en todo buen truco de prestidigitación, distraigan la atención del observador hasta el punto de que si bien todo pasa ante sus narices, será precisamente tamaña naturalidad la que se erija en el peor de sus enemigos a la hora de volverse consciente del drama que ante él se está desarrollando.

Será entonces cuando la Historia, una vez más, acuda en defensa de los que a estas alturas ya habrán sido beatificados. Así, al no poder acudir a Fuenteovejuna, toda vez que parece imposible que el grito: ¡Todos a una! Vaya a ser seguido por los parlamentarios del PSOE; habrá entonces de resultar pertinente acudir a los Capítulos de la Santa Inquisición. La labor es sencilla, pero engorrosa para el que la desempeña, y degradante para el que la asuma.

Quedará así pues tal solo reducido a la dispensa de un Sambenito. O por ser más justos, de once. Once lacayos, en el mejor de los casos once mártires, que recrearán de nuevo la esencia de la contingencia cuando ésta se erige en la tesis de que a veces lo bueno no es, ni siquiera, justo.

Solo nos queda esperar que el verdugo no haya sido también elegido a vuela pluma, y su ignorancia se manifieste precisamente cuando la hoguera en la que sin duda todo esto terminará se encuentre en su apogeo. De ser así, y a colación de lo ya expresado en estas mismas páginas, las hogueras prenderán más allá de cuanto alguna vez pudo ser presagiado por el/la aprendiz de pirómano que otrora diseñó lo que hoy es real.

“Las hogueras arderán. Su luz guiará a los descarriados, y el crepitar de sus llamas conducirá hasta su seno a los llamados a convertirse en los guías, como los llamados a alcanzar el perdón por medio del sacrificio (…) Las Hogueras arden y, como su juicio, resultan ya inexorables.” Nicolás Eymericht (Inquisidor Mayor de Aragón bajo los auspicios del Rey Juan, Padre del llamado después a ser Fernando de Castilla.

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Natural de La Adrada, Villa abulense cuya mera cita debería ser suficiente para despertar en el lector la certeza de un inapelable respeto histórico; los casi cuarenta años que en principio enmarcan las vivencias de Jonás VEGAS transcurren inexorablemente vinculados al que en definitiva es su pueblo. Prueba de ello es el escaso tiempo que ha pasado fuera del mismo. Así, el periodo definido en el intervalo que enmarca su proceso formativo todo él bajo los auspicios de la que ha sido su segundo hogar, la Universidad de Salamanca; vienen tan solo a suponer una breve pausa en tanto que el retorno a aquello que en definitiva le es conocido parece obligado una vez finalizada, si es que tal cosa es posible, la pausa formativa que objetivamente conduce sus pasos a través de la Pedagogía, especialmente en materias como la Filosofía y la Historia. Retornado en cuanto le es posible, la presencia de aquello que le es propio se muestra de manera indiscutible. En consecuencia, decide dar el salto desde la Política Orgánica. Se presenta a las elecciones municipales, obteniendo la satisfacción de saberse digno de la confianza de sus vecinos, los cuales expresan esta confianza promoviéndole para que forme parte del Gobierno de su Villa de La Adrada. En la actualidad, compagina su profesión en el marco de la empresa privada, con sus aportaciones en el terreno de la investigación y la documentación, los cuales le proporcionan grandes satisfacciones, como prueba la gran acogida que en general tienen las aportaciones que como analista y articulista son periódicamente recogidas por publicaciones de la más diversa índole. Hoy por hoy, compagina varias actividades, destacando entre ellas su clara apuesta en el campo del análisis político, dentro del cual podemos definir como muestra más interesante la participación que en Radio Gredos Sur lleva a cabo. Así, como director del programa “Ecos de la Caverna”, ha protagonizado algunos momentos dignos de mención al conversar con personas de la talla de Dª Pilar MANJÓN. Conversaciones como ésta, y otras sin duda de parecido nivel o prestigio, justifican la marcada longevidad del programa, que va ya por su noveno año de emisión continuada. Además, dentro de ese mismo medio, dirige y presenta CONTRAPUNTO, espacio de referencia para todo melómano que esté especialmente interesado no solo en la música, sino en todos los componentes que conforman la Musicología. La labor pedagógica, y la conformación de diversos blogs especializados, consolidan finalmente la actividad de nuestro protagonista.

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