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Cuando el progreso arrolla la tradición

A un ciudadano de Salamanca se le presenta un futuro en el que las tierras con las que ha convivido desde niño van a dejar paso al ferrocarril, en una expropiación, que aunque legal, no le impide luchar por lo que es suyo

Jorge Martín
Jorge Martín
Graduado en periodismo y con un Máster en Locución. Creador y escritor de Rebobinando el cine. Cinéfilo y fotógrafo.
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análisis

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Francisco Sánchez Hernández es una persona de campo, trabajador y amante del fútbol. Cuando tenía 14 años su padre prefirió sacarle del colegio, y que aprendiese un oficio con el que curtirse. Él mismo cuenta, señalando las tierras que conoce como la palma de su mano, las zonas en las que trabajó hasta los 28 años, aunque ya “a los 25 años empecé a trabajar en banca”. Y es particular una tierra de labranza que él conoce, que va a desaparecer para dejar paso al ferrocarril y expropiada por ADIF, o como Francisco lo llama, “el progreso”.

No es la primera vez que Francisco se encuentra con obras en sus tierras, y siempre ha colaborado, y así lo puede demostrar. En el año 2001 en la misma zona por la que tiene que pasar ahora el tren, el Ayuntamiento de Salamanca (localidad en la que se sitúan las tierras) solicitó realizar una acometida de agua. “Y lo solicitaron, se hicieron las obras y lo pagaron religiosamente” cuenta Francisco a Diario16, que asegura que no tuvo ningún tipo de problemas en aquella ocasión.

En esta ocasión, en 2017, las cosas no han ido igual de bien para Francisco. Administración de Infraestructuras Ferroviarias, ADIF, ha decidido que necesita pasar unos cables de alta tensión por encima de las tierras que posee Hernández, y así poder llegar a una estación eléctrica, a la que se conectarán los nuevos trenes de alta velocidad. Lo primero que vio Francisco en el periódico cuando vio el plan de obras es que sus tierras “quedarían inservibles para la labranza”.

“Son tierras que llevan cerca de 80 años en mi familia”

“Son tierras que llevan cerca de 80 años en mi familia” cuenta a Diario16, y ahora “nos encontramos que nos las quieren quitar por un valor muy inferior al real”. Aclara Francisco además que él es el primero que está a favor de “el progreso y el bien común”, pero no a su costa, especialmente cuando hay un camino para las obras del ferrocarril que no dejaría inservibles sus tierras. Un progreso y bien común que son los principales argumentos de ADIF para expropiar las tierras y tender su red eléctrica.

A continuación se aprecia en el mapa cómo el plan proyectado por ADIF atraviesa todas las tierras de Francisco, bordeando el antiguo centro de tratamiento residuos y reciclaje, que está en desuso desde hace años. Las líneas rojas representan todos los puntos en los que se tendría que poner una torre eléctrica de alta tensión de unos 15 metros de altura, algo que impide a cualquier tipo de maquinaria agrícola maniobrar en esas parcelas de tierra, relativamente pequeñas.

(Mapa aéreo de la zona. Google Maps)

Francisco puso una reclamación el 20 de marzo de 2017, a los pocos días de que se anunciase el proyecto de ADIF en el periódico local. Ya en el escrito que mandó por burofax, a la atención de la Dirección General de Explotación y Construcción, planteaba una alternativa de ruta para que los cables fuesen en otra dirección, y no dejasen inservibles sus tierras. Ha pasado ya más de un año y aún no ha recibido respuesta a ese primer escrito.

Pero se acerca la fecha en la que podrían comenzar las obras, y Francisco ha mandado un segundo escrito, mostrándose colaborador, e intentando en esta ocasión captar la atención del Ministerio de Fomento, y en particular la Secretaría de de Infraestructuras de ADIF. Un escrito que llama particularmente la atención, porque tiene el sello oficial de “recibido”, lo cual plantea ya sin lugar a dudas que se está haciendo caso omiso a las peticiones de Hernández.

(Sello a la derecha, que demuestra que el documento fue recibido)

La alternativa que plantea Francisco es sencilla, y hace sus alegaciones de forma directa: “ Desviar la instalación del Apoyo o Torreta dentro de la propia parcela a una zona menos dañina para la labranza y utilidad de la finca”. Y aclara que hay una parte de la zona que estaría perfectamente dispuesto a poner a disposición de ADIF: “Disponemos dentro de la finca de 5.000 metros aproximados de superficie árida, pedregosa y muy poco válida para el cultivo y labranza en que instalar citados elementos [torres de alta tensión], sólo sería necesario desviar el trazado 30 metros, poco más o menos”.

Francisco es el primero que está a favor de “el progreso y el bien común”

Y termina su escrito asegurando que “ofrezco mi colaboración y estudio en lo que me concierne para la instalación que solicitan, a la vez que les pido la reciprocidad en su actuación”. No obstante, está convencido de que “estas tierras las expropian, y además van a tener que pagar muy poco por ellas”. Algo que justifica la falta de respuesta por parte tanto de ADIF, como del Ministerio de Fomento.

Después de años trabajando la tierra y en “la banca” para salir adelante, lo único que quiere es que se le respete como ciudadano y se tengan en cuenta sus alternativas, para que no le expropien unas tierras que llevan toda la vida con su familia.

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