Hoy voy a hablar de arbitrajes, así que no voy a ser nada original. O sí, porque la verdad me sorprende ese silencio sólido y tangible que hay sobre este asunto desde hace meses, cuando no hay ni una sola jornada de la Liga donde no haya beneficios descarados o errores de bulto, generalmente a favor de las dos grandes empresas de nuestra Liga.

Mi objetivo no es el de polemizar, ya que cada aficionado verá los arbitrajes a su manera y seguramente habrá muchos seguidores blancos que verán normal que una falta en ataque, fruto de un piscinazo mal disimulado de Lucas Vázquez que arrolla al defensa del Sporting, termine en penalti en el minuto 3 de un partido. También verán normal el criterio de las tarjetas, o el que se descuenten dos minutos cuando más está achuchando el Sporting al final del partido. También habrá culés que argumenten que en el gol legal de la Real Sociedad era muy difícil acertar, curioso que, ante la duda, siempre se pite lo mismo y para los mismos. O verán normal el hecho de dar 5 minutos de prolongación a un partido para terminar jugando 7 minutos con 45 segundos. Lo verán tan normal como Mateu vio la grosera mano del defensa del Osasuna en su partido frente al Atlético, sacando con la mano abierta la pelota de debajo de los palos y dejando seguir el árbitro el juego, mientras negaba enérgicamente con las dos manos: “Sigan, sigan, no hay sido mano, lo he visto claramente”.

Pero…pido disculpas porque había dicho que el objetivo de esta reflexión no era la de polemizar, aunque, seguramente en mis divagaciones he hecho lo correcto. Seguramente culés, madridistas, atléticos e incluso aficionados del Osasuna, la Real Sociedad o el Sporting (por alusiones) estén, papel y lápiz en mano, tomando notas de porqué no tengo razón y apuntando jugadas donde sus equipos no sólo no fueron favorecidos, sino claramente perjudicados. Y eso hace que me planteé, finalmente, el objetivo de mi escrito y pregunte: ¿Señores, hasta cuando? ¿Esto de verdad le interesa a alguien? ¿Beneficia a alguien convertir al árbitro constantemente en protagonista indiscutible de lo que ocurre en los terrenos de juego? ¿Es tan complejo implementar la técnica (monitor y pinganillo) para que el deporte, y solo el deporte, sea el protagonista? ¿Por qué el futbol es de los pocos deportes donde las reglas y su continuo quebranto pueden decidir partidos y competiciones y a nadie parece importarle? Pongámonos serios. ¿Cuál es el objetivo de todo esto? Como decía Mourinho después de aquellas semifinales contra el Barcelona: “¿Por qué?”

Y así, jornada tras jornada y, generalmente, con los mismos beneficiados siempre; aunque a veces a ellos también les toca quejarse, aunque sean los unos de los otros y es cuando se acuerdan de lo bonito que sería ganar si eres el mejor y perder si eres el peor. Pregúntese al menos a los clubes lo que piensan al respecto y que hagan públicas sus opiniones. ¿Nos interesa un sistema de arbitraje donde prime el deporte y el que gane sea realmente quien sea mejor en el campo? ¿Es tan rentable la polémica de bar del día después para seguir manteniendo el quebranto de las reglas como protagonista de los encuentros jornada tras jornada? Ahí lo dejo para la reflexión hasta el próximo error de bulto que decida un partido y genere horas y horas de polémica de bar en las redes y en los medios.

1 COMENTARIO

  1. En lineas generales el artículo me gustó; Lo que no conocía el era el verbo arroyar? No me consta que esta palabra esté aceptada por la Real Academia Española, al menos que el articulista se estuviera refiriendo a formar arroyos, que no era el caso. Arrollar hubiese sido «más» correcto.

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