Soy consciente de que se han escrito miles de artículos sobre los trastornos alimenticios, cientos de páginas donde se analizan las causas, efectos y posibles soluciones. No es mi intención que estas líneas sean más de lo mismo, sólo pretendo contar una historia, un testimonio, una realidad … quiero dar voz a una mujer que vivió el infierno de la anorexia y que lucha día a día por superar una enfermedad que la acompaña y se fundió con su ser. Una batalla en solitario, donde cada pequeña victoria es un gran triunfo. Espero que os aporte algo, que os ayude a entender la oscuridad en la que está sumida una persona anoréxica, a lo mejor no lo consigo, pero estoy segura de que contar su historia tal y como fue, a ella si le va a ayudar a darse cuenta de lo cerca que estuvo del abismo, haciendo arriesgados malabares en su borde, sin llegar a precipitarse… aunque estuvo cerca.

Teresa (vamos a llamarla así) estaba un día disfrutando de un día de playa, se levantó por que su hijo la reclamaba, se puso en pie, colocándose la parte baja el bikini y se sacudió la molesta arena de su piel. De repente se dio cuenta de que unos ojos masculinos estaban fijos en su anatomía, algo que no le sorprendió por que, la verdad sea dicha, siempre había levantado la admiración del sexo contrario. Pero de repente su mirada se cruzó con quien la estaba escaneando tan descaradamente y lo que vio en sus ojos, distaba mucho de la lascivia o del halago, en ellos había una mezcla de asombro, estupor y una gran dosis de pena. Bajó la mirada para intentar comprender el motivo de aquellos asustados ojos y de repente la realidad la arrasó con la más cruel de las imágenes…la de un cadáver andante, le costó unos minutos asimilar que esa esquelética figura, era su propio cuerpo… ese día empezó para ella su lucha por recuperar su vida… ¿Cómo había podido acabar así?

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La prematura muerte de su padre, un hombre autoritario y alcohólico y su relación con un maltratador que le arrebató la poca autoestima que le quedaba, fueron los primeros pasos hacia el abismo, pero de eso sólo se dio cuenta mucho tiempo después. Llegó a los 25 años arrastrando demasiadas cuentas pendientes, cuando de repente un embarazo y el nacimiento de su primer hijo la elevó, a ese estado sublime donde la felicidad esconde cualquier trauma del pasado. Ni siquiera su bestial subida de peso le importó, pasó de pesar 60 Kg a los 115 sin que eso la afectase. Pero toda burbuja acaba explotando y de repente, se sumió en una terrible depresión postparto de la que salió viva por pura casualidad. Su cabeza la traicionó y empezó su descenso a los infiernos.

Teresa empezó a adelgazar, y no es que se pusiese a dieta, o que consiguiera dominar su ansiedad, ella directamente…dejó de comer. Incluso cuando se quedó embarazada de su hija, siguió adelgazando, pesaba menos al final del embarazo, que al principio del mismo, lo que la llenó de un triste orgullo enfermizo.

En menos de 2 años Teresa adelgazó más de 69 kg. Quedándose en unos preocupantes 46, pasó de una gigantesca talla 62 a la minúscula 32. Sin grasa corporal, con la masa muscular bajo mínimos, con sus huesos asomando desafiantes, sólo cubiertos por la piel… se convirtió en un fantasma.

En los picos más graves de su enfermedad, llegó a estar un mes entero sin ingerir ningún tipo de alimento, su sustento vital eran las bebidas energéticas, light eso sí, que las otras engordan. Su cuerpo le mandó avisos, pero nada demasiado grave como para asustarla, nunca se mareó, nunca sufrió un desmayo y eso le hizo creer que era indestructible.

Dejó de darse esos baños relajantes que tanto le gustaban, y no porque no tuviese tiempo, simplemente los huesos de su rabadilla y sus caderas sobresalían tanto que sufría unos dolores terribles cuando intentaba sentarse sobre la dura porcelana.

Curiosamente en aquella época Teresa trabajaba en una cadena de gimnasios, donde era coordinadora de restauración, y fue cuando se le acercó un compañero, entrenador personal de prestigioso currículum, y le soltó sin miramientos “Tú estarías genial si te quitases los 5 o 6 kg de grasa que te sobran”. Dicho comentario provocó que dejase de comer y casi de respirar dos semanas enteras. Escuchar las palabras grasa y sobran en la misma frase, dirigidas a ella desató una reacción que sólo podrá entender la gente que ha sufrido un trastorno de alimentación.

Su cuerpo dejó de regular la temperatura, en pleno agosto se tapaba con un edredón nórdico y aun así no conseguía dormirse por el temblor y los desagradables escalofríos que sufría.

Y no os creáis que ella no era consciente de su problema, tiene la inteligencia suficiente como para saber que de seguir por ese camino, sólo puede haber un desenlace… su muerte. Y ella no quiere morir, ella sólo quiere dejar de ver a una “gorda” en el espejo. Por desgracia nadie supo o pudo ayudarla. El pensamiento de que la anorexia se cura simplemente empezando a comer es un craso error.

Y de pronto un día su cuerpo dijo basta, sin aviso previo, a traición. Una simple gastroenteritis la llevó a las puertas del desastre. Entró en el hospital con un cuadro de deshidratación y desnutrición aguda acompañados de una peligrosa taquicardia. Se quedó ingresada. Cuando consiguió enfocar la mirada por primera vez, veía cientos de manchas negras, más tarde el médico le dijo que sus córneas se habían visto afectadas de forma irreversible por culpa de su anorexia. Teresa ya no se sentía indestructible.

Esas manchas que la acompañarán toda su vida, y la pérdida de casi todas sus piezas dentales son recuerdos tatuados a fuego que le recuerdan, día a día, un camino que no debe volver a pisar.

Mi propósito al escribir este artículo era, simplemente, intentar plasmar la realidad de una persona anoréxica.

Recordad a Teresa cada vez que oigáis la palabra gorda proferida como insulto, ya que nunca sabes lo que dicha palabra puede desencadenar en la cabeza del que la recibe.

Recordad a Teresa cada vez que veáis unas modelos a punto de desfallecer en una famosa pasarela, ya que son los cánones de belleza que estamos fomentando y tanto daño causan.

Recordad a Teresa si alguna vez alguien os pide ayuda, porque ella pudo salir sola, pero por desgracia no todas lo hacen.

Recordad a Teresa cada vez que penséis que los trastornos de alimentación es cosa de inmaduros adolescentes.

Recuerda a Teresa cada vez que…te sientas indestructible.

 

1 COMENTARIO

  1. Tu relato P…. Roja de Satán es tremendo,amargo y muy triste.De los que hacen daño y te revientan. De los que te descubren el sufrimiento de muchas Teresas. De los que te hacen ver que el infierno no está en la otra vida. En una palabra, que cualquiera puede ser Teresa y que cuidemos al máximo lo que decimos.
    Muy bueno P…. Roja de Satán

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