Vivimos una época en la que las cosas suceden de manera muy rápida casi sin tiempo para poder asimilar lo que supone dicha vertiginosa actividad. La ciencia nos sorprende con avances casi imposibles de entender y la sociedad muta al ritmo de infinitas variables en las relaciones entre las personas. Pero hay instituciones, hay leyes y hay materias que en países como el nuestro no avanzan e incluso retroceden en un fatigoso vaivén entre intereses espurios y nostalgias caducas.

Y uno de los colectivos que siempre encuentran gran resistencia al cambio y a las reformas en su diseño y funcionamiento que les permitan acceder al siglo XXI con plena garantía para la ciudadanía y sus integrantes, es el de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, y concretamente la Policía Nacional que es a la que pertenecemos.

En la Policía tras la dictadura de Franco se navegó en un proceso tormentoso hasta nuestros días para poder separar de su funcionamiento y control la naturaleza militar y ahondar y afianzar su carácter civil al servicio de la ciudadanía. Se buscaba alejar cualquier atisbo de duda respecto a la legitimidad de la actividad de los policías como garantes de la seguridad y bienestar del Pueblo y no como un colectivo represor a las órdenes e intereses del Poder.

Dicho proceso se sustanció en gran parte a través de la lucha de un grupo de policías comprometidos y valientes que en la medida de sus posibilidades y aún a riesgo de perder su sustento y libertad aportaron su granito de arena para consolidar la democracia en aquella transición política tan necesaria que se estaba fraguando.

En aquellos momentos existían células de policías en acción clandestina por toda España que saboteaban actos y llenaban de pegatinas y pintadas los cuarteles y comisarías con frases reivindicativas contra unos mandos militares ajenos a los intereses ciudadanos.

Hoy por fortuna no se hace necesario poner en juego la libertad para poder reivindicar derechos y avances de los/as policías pero por desgracia se han olvidado y asimilado los logros de aquellos/as compañeros/as pioneros/as como si siempre hubiesen existido, instalándose un clima de conformismo y falta de movilización ante los pasos hacia atrás que se están produciendo actualmente en el colectivo.

Las cúpulas de los sindicatos de viejo cuño se han alejado de las bases y han convertido las organizaciones en mastodontes que desperdician toda su capacidad económica, de influencia y reivindicación fagocitándola en una carrera hacia la nada. Se han tornado en meras centrales de servicios y formación intentando prolongar su existencia y afiliación a base de regalos y ofreciendo liberaciones sin más, siendo uno de los colectivos profesionales con mayor número de jornadas utilizadas.

Y en este clima de retroceso la estimación social de la Policía ha disminuido pasando de ser la institución más valorada en España a ser adelantada por la Guardia Civil, que es justo decir que estando formada por guardias civiles que son funcionarios policiales que disfrutan derechos en inferioridad por su naturaleza militar e incapacidad de poder de sindicación, a través de su asociacionismo profesional, y destacando a AUGC, están dando todo un ejemplo de reivindicación, exposición pública y dignidad por la consecución de mejoras a su colectivo

Pero es que si además sumamos a esa menor estimación social, la soterrada militarización de nuestro cuerpo policial a través de cambios estéticos y de fondo, de la utilización política de nuestra función para ser escudo del descontento social por las decisiones y aprobación de leyes retrógradas por parte del Gobierno, entre otros muchos aspectos, es cuando por necesidad histórica tuvo que nacer la Agrupación Reformista de Policías.

Un grupo de policías concienciados/as y comprometidos/as con la necesidad de llenar el hueco tan amplio y vacío de reivindicación que ha quedado en el movimiento sindical policial español. Y a su vez totalmente conscientes de que cualquier tipo de actividad, propuesta o lucha debe estar en plena sintonía con los intereses de la ciudadanía.

Con una visión moderna y reformista de lo que debe ser el modelo de seguridad español del futuro y en coordinación con los cambios profundos y estructurales que se están produciendo en nuestro presente. Pero sin olvidar el pasado sustentándonos en el apoyo y memoria de aquellos que al principio de la democracia nos mostraron el camino.

Y todo ello con una denodada lucha contra la corrupción y la prostitución de los servicios públicos por parte de intereses privados de políticos y mandos, y con la clara convicción de alejar de la percepción ciudadana el oscurantismo de nuestro funcionamiento interno.

Entre las diferentes actividades que buscan hacer llegar la voz distinta que representa la Agrupación Reformista de Policías como sindicato defensor de los Derechos Humanos y garante de la profesionalidad y consecución de derechos de los policías en unión a las exigencias de la ciudadanía, se encuentra el escribir de manera periódica a través de esta plataforma.

Como si de un radiotransmisor fuera, queremos que esta tribuna sea el canal autosuficiente para poder hacer llegar a la sociedad nuestras ideas, propuestas, opinión y críticas desde el respeto y la más absoluta independencia. Y sin necesidad de una “torre” que nos proporcione la señal para funcionar.

Con la simple selección del “canal de comunicación” que supone esta columna de opinión en Diario 16 podrás acceder a nuestra “frecuencia” que busca estar en sintonía contigo a través de los distintos temas que redactaremos para vuestro interés y conocimiento en cada momento.

Lo único que debes saber es el código universal que se utiliza para comunicar entre radiotransmisores para poder así conectar con nosotros y entender lo que queremos y cómo queremos conseguirlo. Y ese no es otro que el “cambio y corto”. En nuestro caso y porque estamos decididos a cortar con la deriva retrógrada en derechos y a cambiar a un modelo de sociedad moderno y acorde con los tiempos que vienen será “CORTO Y CAMBIO”.

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