Las negociaciones entre “populares” y “naranjas” para alcanzar un acuerdo de investidura no va a ser tan fácil como estaba previsto. Cuando quedan ocho días para el comienzo de la sesión parlamentaria, lo que parecía más fácil, coincidencias en materia social, no lo va a ser tanto. El llamado “complemento salarial” para incrementar los exiguos sueldos actuales y, con ello, las cotizaciones a la Seguridad Social, es algo por lo que los chicos de Mariano Rajoy no están dispuestos a transigir. La cara de Fátima Bañez en la reunión es reveladora de hasta dónde llegan las diferencias.

El contrato único se puede lograr si se acercan posturas en torno al despido cero. Pero, para ello, Ciudadanos propone la creación de la mochila austriaca. Un fondo en el que el empresario va poniendo mensualmente ciertas cantidades de dinero a cambio de no tener que costear un hipotético despido. Es una iniciativa que aparecía en los programas electorales de ambas formaciones pero que, a la hora de su puesta en práctica, parece que existen criterios diferentes.

La redacción definitiva de este primer bloque de acuerdos debe contener medidas en materia de economía, empleo, sociedad del bienestar, transparencia, fortalecimiento de las instituciones, y un nuevo paquete dedicado al papel de España en la Unión Europea y en el mundo.

Aunque todavía no se ha pasado del punto dedicado al empleo, las dos partes coinciden en señalar que no se van a levantar de la mesa, “que el acuerdo es posible”. En la izquierda se ve esta actitud como un intento de seguir presionando, ahora de forma descarada, a los socialistas. “Cada día que pasa, ellos se sienten más autorizados para efectuar esa presión,”, dicen en Ferraz. Pero ya todo parece indicar que, aunque se produzca un acuerdo, no habrá vuelta atrás por parte del PSOE. Al menos hasta que se conozcan los resultados del 25 de septiembre.

Cada vez está más cerca la idea de que la clave del desbloqueo pasará por una segunda convocatoria en octubre. Los economistas menos proclives a las tesis neo liberales empiezan a desdramatizar los argumentos esgrimidos por Rajoy. Ni Bruselas va a multar a España con 6.500 millones de euros si el 15 de octubre no se ha presentado el plan de estabilidad, ni las pensiones y sueldos públicos se van a ver bloqueados ya que los presupuestos de 2016, donde se contemplan tales medidas, se pueden prorrogar. “El recurso al miedo no es de recibo. Que se busquen otros argumentos”, comenta uno de esos economistas.

En cambio, Fernando Martínez-Maíllo, dirigente del PP que forma parte del grupo de negociadores es de los que dicen que “cada día que pasa negociando hacemos más insostenible la posición de Sánchez”. Y vuelve a la carga con el mismo argumento: “lo que parece ser que quieren los socialistas son unas terceras elecciones”. Mientras, en las redes sociales han aparecido grupos que protestan contra una convocatoria el 25 de diciembre, una convocatoria, que según ellos, “es una falta de respeto a los ciudadanos”. Ese es, tal vez, el mayor problema con que cuentan todos los implicados en el proceso. Los españoles lo perdonan todo menos tener que ir a votar una festividad tan señalada como esa.

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