Constitución Global

Catálogo de Reformas (VI)

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La quiebra del modelo económico es una evidencia, pero no ha llegado sola; el modelo político ha sucumbido a la falsa asunción de un naturalismo plagado, en el fondo, de ideología fantasiosa y deformadora, eso que en otra época llamaron alienación y que ahora no se puede nombrar.

La primera característica de esta deformidad alucinatoria es el derrotismo político, siempre interesado; esos políticos periclitadores que anuncian la Nueva Era (en realidad para consolidar el Antiguo Régimen) son la defensa más aberrante de la sinrazón y la deshumanización. Hay gobernantes, sátrapas auténticos que no son más que criminales y, no obstante, se les considera un mal ineluctable; votamos con legimitimidad democrática a unos y se reúnen con asesinos y mafiosos con toda la tranquilidad, como si no fuera cosa nuestra poner normas y cambiar la crueldad, negociamos con dictadores políticos, perseguidores de homosexuales, agresores de mujeres, traficantes de armas o drogas químicas, con psicópatas medicados…

Si de Tiempo Nuevo pudiéramos hablar, se trataría de una vuelta a los cauces del humanismo y la libertad individual frente a las ideas perniciosas del grupo, de la mayoría silenciosa, la patria o el crecimiento económico. Cuando el Estado es sólo la garantía del sometimiento de una parte (mayoritaria) de la población condenada a servir por no sé qué designio incógnito del destino… estamos basando la convivencia en esta religión, en la fe en una vida ignota cuyo sentido desconocemos (salvo los gurús historicistas que se creen capaces y competentes para “gobernar” en nombre de todos) y, además, ese Estado no está legitimado y no es de verdad democrático.

De hecho, la Globalización no ha pasado de ser una herramienta de enriquecimiento para esa clase pasiva (especuladora) disfrazada de modernidad y tecnología. Estamos viéndolo con la proliferación de tratados transnacionales (USA, Canadá, Japón…) que no pueden hallar un apoyo en los partidos progresistas porque son la destrucción del individuo y sus derechos, sin una armonización fiscal y penal la ciudadanía está condenada a dirimir sus diferencias no con el Poder Judicial (queda abolida su independencia) sino en manos de árbitros consensuados revestidos de un prestigio impostado por una tela de araña de cláusulas, pactos y normativas que, en el fondo, sólo tienen la finalidad de someter a un régimen privado a todo ciudadano, ciudadana que no forme parte de esa casta pasiva nombrada anteriormente.

El Estado ha adelgazado su estructura hasta hacerse de cristal, y engordado y embellecido su superficie, empero, como toda esa gente engañada que con 70 años quiere aparentar y vivir como si tuviera 30 y no fuera a morir... somos la imagen simétrica del modelo político, o éste nos refleja sin ocultar nada de nuestra miseria infantiloide; eso sí, pónganse solemnes, disfrácense de reyes, marquesas, obispos, militares con el pecho plagado de símbolos, economistas de grácil americana y deportiva corbata, catedrática hética e ideal o de ésos de la emprendeduría triunfante, es la misma basura que nos enseñan a odiar en los pobres (la falta de una vida propia) pero construida como ladrillos del sistema (ellos se lo llevan o ayudan a quienes se lo llevan).

La Globalización es la mayor estafa urdida en la Historia. Sin una Ley (un Estado) que garantizara la igualdad de oportunidades y los derechos básicos de la ciudadanía para todo el planeta, la Globalización no es más que la silicona californiana, la cirugía holywoodiense, la hipocresía neurótico-sexual protestante o la chabacanería católica de romería y prostíbulo, enfrentada con toda su parafernalia económica y militar contra la mojigatería oriental, la ceguera cerril islámica y la miseria degradante de la negritud. Sí, acabo de dar brochazos pero son un fresco innegable de la situación de la política internacional de hogaño.

La única verdad global es la supresión de las distancias, la comunicación inmediata; no podemos sustraernos a los hechos, pero sólo hay dos caminos: o un Gobierno Mundial que garantice una Constitución planetaria, que suena un poco Asimov, o supeditar los intercambios económicos a esa Constitución mundial poniendo el crecimiento al servicio del bienestar y una forma de economía menos agresiva con el medio, menos fundamentada en el consumo banal y buscando un equilibrio económico planetario que evite el colapso y la conflictividad…

Pero esto no se puede hacer sin una Educación también planetaria, y aquí radica todo el mal: las clases dirigentes están dispuestas a hablar de economía, de sueldos, de presupuestos, pero jamás accederán (y emplearán toda la violencia a su alcance) a democratizar la Educación amparándola en la Razón, reduciéndola a la Ciencia y el Arte, porque esa casta las transforma en Tecnología y Entretenimiento por el “bien” de un pueblo no preparado, porque el conocimiento es el arma real a la que temen, porque toda esta basura (a veces hermosa) llamada tradición no tiene otra finalidad que consolidar, inmovilizar las diferencias de las clases y el ejercicio del poder. La tradición no es Cultura. Una Educación basada en la Cultura (sostengo que es algo exquisitamente raro) es la promoción del pensamiento crítico, el análisis histórico, es la libertad individual, es la disolución de las corporaciones ridículas que simbolizan el miedo (religiones reveladas, monarquías, protocolo, institucionalismo…); la única revolución posible es la educativa, la cultural, y todo está tan bien montado que las propias víctimas defenderán con su sangre el derecho a la esclavitud, preferirán morir reventados en la seguridad de sus estampitas, fiestas y vidas castradas, y lo confundirán con su derecho a elegir cuando no es más que ignorancia pura y dura.

El capitalismo occidental genocida, los gobiernos árabes asesinos, la política demente oriental, el espiritualismo turístico hindú-noséqué… todo eso no es más que el subterfugio de unos miles de tipejos (menos tipejas) que pasan por la vida adorados por los demás, bañan sus escrotos en oro y cagan en mármoles refinados, convierten la estupidez más mórbida en modelo de vida para sus pueblos sometidos a ese Destino que sólo los ha señalado como triunfadores a ellos.

Hay que ralentizar la Globalización, enfriar la economía, evitar la idea falsa de que sólo el crecimiento da posibilidad de generar empleo porque se trata de redistribuir mejor la riqueza. Hay que empezar a renovar las economías nacionales, fracasar y cambiar la forma de vida sustentándola en una Constitución Global empós de la dignidad individual, porque hacer negocios con dictadores es denigrante y criminal; cuando queden aislados económicamente sus regímenes totalitarios tendrán que optar, ¿no creen en el liberalismo o sólo para lo que conviene? Les recuerdo que no hay un sólo estado autárquico en el mundo respecto de la fabricación de armas… Por eso un partido de izquierdas tiene que estar en contra de estos tratados transnacionales si no están amparados por las garantías de los derechos individuales de cada persona en el planeta, el dinero debería poder moverse siempre que lo puedan hacer las personas, si no ¿de qué estamos hablando?

 

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