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Como si fuese un manifiesto

Jaume Prat Ortells
Jaume Prat Ortells
Arquitecto. Construyó hasta que la crisis le forzó a diversificarse. Actualmente escribe, edita, enseña, conferencia, colabora en proyectos, comisario exposiciones y fotografío en diversos medios nacionales e internacionales. Publica artículos de investigación y difusión de arquitectura en www.jaumeprat.com. Diseñó el Pabellón de Cataluña de la Bienal de Arquitectura de Venecia en 2016 asociado con la arquitecta Jelena Prokopjevic y el director de cine Isaki Lacuesta. Le gusta ocuparse de los límites de la arquitectura y su relación con las otras artes, con sus usuarios y con la ciudad.
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análisis

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Después de 34 escritos todavía no he explicado de qué va la peli y he decidido empezar la nueva temporada declarando intenciones.

Somos hijos de nuestro tiempo, lo que quiere decir que hoy, septiembre de 2018, la arquitectura española ha quedado tocadísima por la crisis. No hablo del nivel económico, por importante que éste sea, sino de aquello en que se ha convertido la profesión. El panorama actual está marcado, creo, por un retorno a los encargos provenientes de las clases acomodadas. Dicho de otra manera: la arquitectura vuelve a ser cosa de ricos. Justifico: la profesión se ha diversificado como nunca en su historia. La narración, al menos aquí, al menos en determinados círculos, obvia esta tendencia y se focaliza en iniciativas de bajo presupuesto destinadas no tan sólo a quien no se puede permitir un arquitecto, sino a quien no se puede permitir ni una vivienda. Loable. Aunque me parece que estas iniciativas son demasiado pocas, están descoordinadas y su alcance es insuficiente. El por qué de esta situación me lo dio el arquitecto especializado en intervenciones de emergencia para el cuarto mundo(1) Shigeru Ban cuando, entrevistado por el periodista Antoni Ribas para el diario catalán Ara, dijo que no pensaba hacer nada sobre el drama de los refugiados en el Mediterráneo. No pensaba hacer nada porque no era un problema arquitectónico: era, y es, un problema político. Europa tiene capacidad de respuesta sobrada para atender, auxiliar y proteger a los refugiados. El problema es que mientras no se ponen las pilas muere gente. La solución no pasa por viviendas transitorias. Pasa por papeles, derecho de trabajo, capacidad de pagar impuestos. La solución es política.

Igual con estas iniciativas que he descrito: si se emprenden desde el diseño quedan muy bien en las revistas. Pero la respuesta vuelve a ser política, un terreno que, por lo que sea, los arquitectos han negligido históricamente.

Mientras tanto el reputado arquitecto Marcio Kogan ha construido los primeros apartamentos de Barcelona destinados a ser vendidos por más de diez millones de euros. Rafael de la Hoz está completando unos en Madrid (un proyecto magnífico, por cierto) que van por aquí.

Las víctimas principales de todo este panorama coinciden con las víctimas principales de la crisis. Son los miembros de la clase media. La vivienda para las clases medias se ha convertido en la principal víctima arquitectónica que acompaña a esto: desprestigiada, convertida en valor de cambio, constituye el campo de actuación más conservador e inmovilista de toda nuestra profesión. Tampoco ayuda esta nueva desconfianza, que corre el riesgo de devenir estructural, en el saber transmitido. La carrera de arquitectura, con su énfasis en los procesos, con su formación generalista, es también una víctima. No es fácil explicarse, hay intereses contrapuestos y como gremio no hemos encontrado la manera de explicarnos. Ups.

Empecé esta página con la intención de ir colgando aquello que pudiese visitarse fácilmente: intervenciones públicas, exposiciones, libros, etcétera.

Sin dejar de hacer esto como base he decidido ampliar su alcance.

La arquitectura es aquello que estructura e identifica un territorio. Mayoritariamente es un hecho construido, pero no sólo: puede ser un hecho comunicacional, puede ser un hecho político. Puede ser gestión. Puede ser intervención sobre el patrimonio. Decididamente incluye lo privado. Decididamente incluye emociones. Decididamente incluye la belleza como derecho social. Lo privado afecta y condiciona decisivamente lo público tanto desde su influencia física como desde la conceptual.

La vivienda será una de mis prioridades, buscando ejemplos positivos allá donde haga falta. Incluso (o sobre todo) reseñando el campo de experimentación más importante que jamás haya tenido la vivienda en este país: las casas unifamiliares.

Buscaré la belleza y la emoción y los mecanismos que las crean, la proporción, los materiales, los órdenes visuales, la diversidad, por encima de las normas moralizantes que están acaparando el discurso a riesgo de convertirse en una especie de moda molesta que sólo hace ruido, incapacitada como está(2) para convencer. Así que la semana que viene os preparo un ejemplo de cómo hacer ciudad exclusivamente a través de la gestión privada.

 

(1) Los marginados de los marginados, aquellos con una situación tan inestable que corren peligro de muerte: víctimas de catástrofes naturales, refugiados políticos en tránsito, marginados. Cuando estudias el tema a fondo te das cuenta de cuán porosa puede llegar a ser la frontera entre cualquiera de estos tres mundos y este cuarto.

(2) En la mayoría de los casos es una excusa para promocionarse a través del diseño. Es por eso que los colectivos dedicados a la arquitectura social que más admiro son aquellos que han demostrado capacidad de gestión y resolución sin que esto los prive de su capacidad para soñar.

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