Cuando hablamos sobre ciudades accesibles e inclusivas generalmente pensamos en que todas las personas puedan transitarlas sin obstáculos y que tengan oportunidades para vivir dignamente. No ocurre igual cuando pensamos en si son ciudades equitativas desde la perspectiva de género, y como lamentablemente todavía ocurre en todos los ámbitos de nuestra sociedad, el urbanismo no es neutral. Allí sigue mandando y construyendo el hombre.

Las mujeres usan las ciudades de forma distinta a nosotros por eso es fundamental pensar todos los espacios urbanos con inclusión de género. Suelen usar más el transporte público y caminar más que los hombres. Desempeñan una carga laboral doble al recaer en ellas gran parte de las labores del hogar y de un empleo fuera. También asumen casi siempre las labores de cuidado de los hijos, personas mayores o dependientes, lo cual se traduce en muchos desplazamientos diarios en el ámbito urbano.

Uno de los principales problemas a resolver es la falta de seguridad en el espacio público. No es solo un problema de mayor presencia de fuerzas de seguridad a toda hora en las calles, en este caso el diseño urbano debe crear espacios que por su configuración generen mayor seguridad. Esto significa que sean agradables, estén bien mantenidos e iluminados (tanto de día como de noche), que cuenten con aceras amigables que conecten usos que generen flujos de gente.

También hay que evitar la arquitectura de fachadas de muros ciegos, los callejones sin salida y los túneles peatonales. Al mismo tiempo hay que incorporar sistemas de cámaras de seguridad que desalienten las agresiones y los delitos, no solo en el transporte público, que ya está muy extendido, sino también en las calles, plazas y parques.

Otro aspecto importante que deben tener en cuenta cada vez más las ciudades del futuro es la conciliación que en la mayoría de los casos recae en las mujeres. La zonificación urbana de alejar trabajo y residencia va en contra de facilitar esa conciliación, por eso es importante localizar los usos en proximidad, que eviten largos desplazamientos y que alivianen esa carga de multitarea durante el día. Incluso planificar e incorporar servicios en este sentido en los mismos lugares de trabajo o muy cerca, algo que ya está ocurriendo, como por ejemplo con las guarderías o la flexibilidad horaria y el teletrabajo.

Aunque no sea tarea directa del urbanismo, es muy importante enseñar desde muy pequeños a como se debe utilizar el espacio público de una manera inclusiva de género. Está demostrado que actividades escolares mixtas en el espacio urbano generan a futuro ciudadanos más comprometidos con el respeto, la tolerancia y la solidaridad hacia otros sexos u orientaciones sexuales.

Por todo ello es fundamental mantener el objetivo de crear o reconstruir espacios públicos con igualdad de género. Debemos seguir insistiendo en esta transformación cultural para convertir nuestras ciudades en espacios inclusivos para siempre.

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