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Cisma a la vista

Jorge Luis Fuentes Carranza
Jorge Luis Fuentes Carranza
Conferencista, participante y delegado en múltiples eventos internacionales en Azerbaiyán, Francia, Argentina, Cuba, Costa Rica, El Salvador, Nicaragua, Panamá, Venezuela, Colombia, Ecuador, República Dominicana, Perú y Brasil. Escribo en Milenio Diario y asesoré a los secretarios de gobierno de Puebla y de la Ciudad de México. Soy el único mexicano que ha presidido la Conferencia Permanente de Partidos Políticos de América Latina y el Caribe, en su apartado juvenil (COPPPAL-Juvenil). Egresé de la Facultad de Derecho de la UNAM y me he especializado en derecho electoral. A los 27 años competí por una diputación local en Puebla. Actualmente estoy convencido de la regeneración nacional en MORENA, y trabajo para ello, en Huauchinango, Puebla, donde nací.
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análisis

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Lo que sucede en México es el rotundo fracaso del gobierno de Enrique Peña Nieto. Las recientes imágenes que circularon en estos días, después del sismo del 17 de septiembre, se suman a un conjunto abominable de hechos ocurridos desde el sexenio de Felipe Calderón.

Representan una barbarie contra el pueblo mexicano ante una pacífica y legítima necesidad en cada región del país de salir del atraso y la marginación, del terrible clima de inseguridad que nos está arrebatando las calles y la pobreza que nos oprime; y para colmo, los gobiernos ven en una catástrofe natural la oportunidad de obtener dividendos electorales acaparando la ayuda internacional y nacional después de los sismos. Ven la tempestad, y ni así, se hincan.

Esa ausencia de sensibilidad, y ante todo, miedo a perder los privilegios de los que han gozado por décadas como una camarilla delincuencial, los lleva a cometer los errores que justo, los alejan más de la sociedad mexicana.

Una sociedad cuyos vasos comunicantes entre gobernantes y gobernados están perdidos o aniquilados, con lo cual se elimina el elemental contacto que nos permita entendernos para conocer las realidad del otro.

Actualmente en México, no hay una prensa libre y plural. Como ejemplo, tenemos la censura gubernamental a Carmen Aristegui, o, recientemente, a Leonardo Curzio; y peor, los once periodistas asesinados en lo que va de este 2017.

A las organizaciones de la sociedad no se les permite realizar el ejercicio de pesos y contra pesos que pueda establecer controles a los gobiernos y parlamentos; a ellas y sus activistas, intelectuales y académicos, incluso se les observa desde el poder como enemigos de sus intereses; y así, se les vigila, persigue, acusa y victimiza.

Todo lo anterior no es novedad. Sin embargo, antes habían controles y herramientas de comunicación que suplían ese vínculo entre los presidentes de la República y los mexicanos, entre gobernados o presientes municipales y sus sociedades. La principal de éstas herramientas, era sin duda, la televisión.

Hoy, Televisa, Tv Azteca y las demás, están evidentemente rebasadas por la oportunidad de la información desde las redes sociales, que sin entrar en el debate sobre las “fake news”, se han convertido en un escaparate que permite evidenciar las mentiras o verdades a medias que siempre nos han prodigado los conductores de noticias para poder ocultar el desgobierno nacional o generar una distracción que oculte la última barbarie.

Esa falta de control informativo hace que las contradicciones de políticos e informantes a sueldo sean expuestas, como cuando están dispuestos a señalar la ausencia de derechos humanos en Venezuela pero son incapaces de hacer una tímida declaración ante las golpizas de la policía de Mariano Rajoy a los catalanes.

O que en horas, por medio de Twitter y Facebook, se sepa que la niña Frida Sofía del colapsado Colegio Enrique Rébsamen, fue inexistente; que nació por la necesidad de Televisa por arrebatar rating a sus competidores; y en un descuido, hacer un último intento por posicionar al secretario de educación pública, Aurelio Nuño, como candidato presidencial.

Ningún gobierno de la historia reciente mexicana había alcanzado a llegar tan bajo, aunque pudieran, incluso, haber sido peores.

Este gobierno, en esa caída libre en la aceptación popular, lleva al PRI por el mismo lugar, el descredito generalizado ante los mexicanos. Ante lo cual, sólo alcanzan, como PRI-Gobierno, a utilizar toda clase de artimañas para mantener a su flaca caballada con alguna posibilidad de sostenerse en la pelea por la sucesión presidencial.

Para lo cual, buscan repetir el ensayo aplicado en la elección de este año en el Estado México, pulverizando el voto opositor para ser la pequeña fracción menos débil. Incentivando candidaturas independientes y provocando fracturas en su inmediato oponente, el PAN, por ser quienes puedan oponerse a Andrés Manuel López Obrador en la boleta electoral.

Y con su lejanía social, no consiguen entender que lo único que están provocando es sumar más debilidades a su ya mermado mercado electoral; en el cual, ambas fuerzas neoliberales (PAN y PRI), llegarán fraccionados, políticamente lesionados y muy mal vistos ante los ojos del elector el primero de julio del año entrante.

Y así, como cada determinado tiempo, un conjunto de hechos harán el cambio de época que este país ha esperado. En el que México y los mexicanos podremos transitar hacia nuevos y mejores horizontes que sellen el cisma que está a la vista.

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