El Apolítico

 

Lunes por la mañana. Amalio se ha levantado contento. Siempre está contento cuando gana su equipo. Hoy además, hay algo especial.

Se ha pasado todo el fin de semana tirado en el sofá. Salvo el ratito del sábado por la tarde, después de comer, en el que Filomena hizo que la acompañara al Carrefour para hacer la compra. Y fue a regañadientes. ¡Se estaba perdiendo el partido de Nadal! Y todo por ir al puñetero Carrefour. ¡Allí sólo hay Marías y calzonazos!, le dijo a Filomena. De regreso, mientras ella guardaba la compra en el frigorífico y los armarios, Amalio se puso un cubata de güisqui con cola (él es solidario con los trabajadores de Fuenlabrada, pero no va a renunciar a un cubata por ellos), se repantigó en su sofá y a ver el partido de fútbol que juega el Madrid. Después del Madrid, Filomena le llevó al sofá un bocadillo de chorizo, otro cubata y se pasó a Teledeporte que estaban echando balonmano. Jugaba el Kristianstad de Suecia, contra el Flensburg-H de Alemania. Ella se fue al dormitorio a ver Sálvame Deluxe. El domingo por la mañana, la Fórmula 1 y por la tarde más fútbol que para eso tiene pirateado el Plus.

Amalio se siente apolítico. Aunque siempre votó a Felipe González, luego, cuando lo de la corrupción, los GAL, y eso, le dio por votar a los de Anguita, aunque aquello de la pinza con Aznar de la que tanto se hablaba en la tele, le llevó de nuevo al PSOE de Zapatero. Ahora no sabe qué hacer, ¡iba votar a Susana, una tía con dos cojones! Si le preguntan por la corrupción, les dirá que todos los políticos son unos sinvergüenzas que van a lo suyo que no es otra cosa que robarnos. No hace distinción. Salvo cuando su compañero se mete con el Madrid y con Florentino. Entonces opina que no es importante que Florentino se haya llevado más de cuatro mil millones entre el Castor, Escombreras, Pertús, las Autopistas de peaje,… La corrupción está en otra parte, dice. Y quién denuncie a Florentino es porque es antimadridista.  

Amalio y Filomena, viven en un barrio humilde del extrarradio de Madrid. Él, trabaja en una multinacional de fosfatos desde hace más de veinte años y tiene un sueldo de los de antes de la crisis. Ella, a sus cincuenta y siete años, está en el paro y cobra una ayuda familiar de 400 euros que consiguió al cumplir los cincuenta y cinco. Tienen dos hijos. Un varón con veintisiete años que vive en casa, que dejó los estudios al cumplir los dieciocho y se fue a trabajar a la construcción y se casó y seis años después, tuvo que volver a al hogar paterno, divorciado, apenado y arruinado psicológicamente. Elvira, la hija de Amalio y Filomena es médico, vive con su marido y sus hijos y trabaja en el Hospital de Móstoles. Tiene, según ella, un contrato estable aunque en realidad cada tres meses se lo van renovando. La despiden en Julio y la vuelven a contratar en Septiembre. Pero está contenta. 

A Amalio, no le gusta que le hablen de política. No lee periódicos, salvo el As, se informa a través de los telediarios de la tele (le gusta el de Telecinco porque da muchos sucesos). Cree que la corrupción nos trae fritos y si le preguntas, te dirá que él lo arreglaba en un pispás. Cadena perpetua y quitarles todo lo que han robado. A los estibadores, ni mentarlos. ¡Menuda jeta tienen! Cobran seis mil euros, entran por enchufe, son unos macarras y encima están arruinando España con las multas que nos mete Europa por su culpa. ¡A la puta calle todos!, y se acababa el problema. De los inmigrantes, mejor no mencionar nada en su presencia. Son todos unos maleantes que vienen a España a robar y a vivir de los subsidios. Él los metía a todos en un barco y los dejaba en alta mar. Quien quiera venir, con contrato de trabajo y con el compromiso de asumir nuestra cultura. Nada de Mezquitas. ¡Y de hacer reuniones en el parque para comer y emborracharse, como los panchitos, ni de coña! Y hablar en su idioma por la calle, como los rumanos, ¡Vamos por Dios! ¡Estamos en España! Y aquí se habla español. Los funcionarios son todos unos vagos que se dedican a sus cosas y a hacer la compra en horario laboral. Las feministas, unas zorras mal folladas, aunque, no le extraña, ¡con lo feas que son!

Hoy, lunes por la mañana, Amalio está contento. Va a recibir la “Medalla de Oro al mérito Civil” por su comportamiento heroico. Salvó a un niño de ser atropellado cuando a su madre se le había ido rodando el cochecito calle abajo. Claro que Amalio no sabía que el niño del coche era rumano.

 


 

Catetos

 

Las sociedades son el fruto de una idiosincrasia amalgamada por las tradiciones, la historia y el temperamento. La sociedad española es fruto, no solo de los cuarenta años de miedo, obstinación, catolicismo radical, enaltecimiento nacionalista y represión franquista, sino también de una historia anterior de aborregamiento general (España siempre ha presumido de la ignorancia) y una guerra continua con el distinto (judíos, “moros” y herejes fueron, aniquilados y expulsados, combatidos y vencidos, y quemados en la hoguera) y de unos reyes y nobles empeñados en arruinarnos económicamente, que repudiaban el trabajo por ser símbolo de pobreza, plebe y sumisión.

Siempre se ha dicho que la envidia es el pecado nacional de este país. Aquí, tras el golpe de estado del 36, muchos españoles fueron fusilados, no por pensar de manera distinta, sino por las denuncias de sus vecinos que vieron la ocasión ideal para librarse de ellos. Con esas raíces y esos mimbres hemos construido una sociedad de catetos mal educados, envidiosos, anodinos e irreverentes en la que, como dice el refrán, cualquier tonto hace relojes. El más listo no es el que más sabe, el más educado o el más inteligente, sino el tipejo listillo que se salta una cola, el que aparca en una plaza de minusválidos, el que se salta el atasco circulando a toda leche por el arcén o cambiando constantemente de carril, el que presume de engañar al fisco o el que se lleva las flores o los plantones de un parque público. Aquí todo el mundo tiene derechos y los deberes son de los demás. Somos insolidarios, hipócritas, envidiosos y chovinistas. Si alguien nos llama la atención a las dos de la mañana por estar gritando en una terraza le decimos: “¡Que se joda!”. Si nuestro vecino gana más que nosotros, no reclamamos que nos suban el sueldo, sino que se lo bajen a él. Lo que no deseamos para nosotros lo queremos para el vecino.

No es extraño pues que, las lobotomías televisivas sean los programas estrella de la TV. Allí , en los “Espejo Público”, “El Hormiguero” “Sálvame”, “La Sexta Noche” o “AR” toreros, cantamañanas, indeseables, mentirosos y otras faunas de analfabetos, famosos por faltar a la verdad, por haberse acostado con alguien o haber participado en GH, arreglan el mundo sin cerveza ni cacahuetes, pero del mismo modo que se arreglaban hace algunos años en las tascas de los barrios. Aquello de “muera la inteligencia” del zoquete Millán Astray, sigue más vigente que nunca.

Así no es extraño que en el programa de la Díaz, se defina la cultura como el chiringuito, las playas y los camareros. No es extraño que alguien que no ha trabajado nunca, que siempre ha vivido del partido, que desconoce el mundo real de las 3.000 viviendas y que cree que Triana, la Feria de Abril y el Rocío son los mundos de la mayoría, nos recrimine que dejáramos de votar al PSOE por una pataleta. Que no sepa que casi 1/3 de los españoles están en el umbral de la pobreza, que los trabajos han dejado de ser el sustento de muchos y que los derechos son cosa del pasado. Para ella nos hemos cabreado porque en lugar de dos cervezas, sólo nos podemos tomar una, o porque nuestros hijos tengan que pagar un poco más en la universidad. Desconoce que casi la mitad de los españoles no pueden tomarse nunca una cerveza o que hay muchos chavales que han tenido que dejar de estudiar porque no pueden pagar la matrícula. Por eso, en Asturias, donde gobierna el presidente de la Gestora, hacen cosas como esta (https://www.facebook.com/estudiantesasasambleasuniovi/videos/1674087749563105/). Por eso ella proponía colocarles una losa de 24.000 € a cada estudiante. Una deuda que no podrían pagar en su vida y que les mantendría sujetos como una lapa a salarios de miseria y a una vida de pobreza. Esta gente que vive en la inopia, que favorece a eléctricas, bancos y empresarios abusones, que vive y ha vivido de fomentar este hijoputismo que llaman liberalismo sigue ahí no sólo porque controlen medios de comunicación y televisiones a base de publicidad institucional y de la que empresas cómplices contratan. Siguen ahí porque todos estos seres anodinos a los que los demás se la pela, gentes de bien a los que la política les da dolor de cabeza, españoles hasta la médula que creen que lo importante no son las condiciones de trabajo, ni los salarios de miseria, sino que España siga siendo una (grande y libre), trabajadores precarios que se meten el fútbol, el balonmano o la petanca en vena como forma de abstraerse de los problemas, sinvergüenzas a los que la corrupción les trae al pairo porque ellos, si pudieran, harían lo mismo, protestantes de silla y ordenador que creen que la lucha es hacer chascarrillos en Facebook o Twitter y ciudadanos silenciosos que creen que la democracia es ir a votar cada cuatro años, todos ellos, no sólo no mueven un dedo por cambiar las cosas, sino que además creen que los que protestan, manifiestan o luchan en asociaciones y colectivos, sólo son inadaptados gruñones que disfrutan jodiendo la vida a los demás.

Es importante cambiar las cosas. Importante para ello, tener gobernantes decentes, gentes que no vivan de la política y que sean conscientes de la situación de las personas fuera de Triana o del Barrio de Salamanca. Pero es mucho más importante tener una ciudadanía comprometida, educada y consciente de que la democracia no consiste en que nosotros tenemos derechos y los demás deberes. Mientras no haya ciudadanos comprometidos socialmente que sepan que lo que hoy le pasa a tu vecino, puede pasarte a ti mañana, que una mentira no sólo es una mentira sino una pérdida de confianza y que no podemos permitir ni un sólo desliz en aquellos que nos representan, este hijoputismo será nuestra forma de vida y la nueva edad media en la que nos hemos introducido de lleno, será permanente y empeorará nuestras vidas cada día más.

Para ganar, tenemos primero que educar.

Salud, república y más escuelas.

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Pasé tarde por la universidad. De niño, soñaba con ser escritor o periodista. Ahora, tal y como está la profesión periodística prefiero ser un cuentista y un alma libre. En mi juventud jugué a ser comunista en un partido encorsetado que me hizo huir demasiado pronto. Militante comprometido durante veinticinco años en CC.OO, acabé aborreciendo el servilismo, la incoherencia y los caprichos de los fondos de formación. Siempre he sido un militante de lo social, sin formación. Tengo el defecto de no casarme con nadie y de decir las cosas tal y como las siento. Y como nunca he tenido la tentación de creerme infalible, nunca doy información. Sólo opinión. Si me equivoco rectifico. Soy un autodidacta de la vida y un eterno aprendiz de casi todo.

2 COMENTARIOS

  1. En este país que presume de ignorancia, donde hay gente que presume de no haber leído un libro en su vida, la educación es un tesoro que pocos saben apreciar

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