Estoy cansado de quienes desempolvan la guitarra cuando hay visitas. Harto de quienes las desenvainan como una estaca cuando hay chicas de por medio...
–¡Arriba!
–No puedo, maestro.
–¡Que te levantes te he dicho!
El dolor en las muñecas era todavía llevadero; el de los tobillos, sin embargo, hacía demasiado tiempo...