Cataluña y España en el péndulo de la historia

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¿Tiene cabida una lectura desde la perspectiva histórica de las peticiones más de 200 años de prisión por delitos de rebelión, malversación o desobediencia para los miembros del Gobierno de la Generalitat, de la Mesa del Parlament y los lideres de ANC y Omnium? Abriendo el zoom, ¿podemos establecer una constante histórica que se repite fatalmente en la historia contemporánea de España? A riesgo de simplificar y eliminar otros factores históricos clave, vamos a ello.

En los breves períodos de consolidación democrática en los últimos doscientos años, se expresan libre y aumentadas las voluntades de autogobierno de las identidades nacionales que el estado engloba. Y ante esta reivindicación, la respuesta de este estado es siempre la misma: negación y represión, priorizando la unidad de la patria hasta sacrificar la democracia.

Encontramos múltiples ejemplos que parecen repetirse inexorablemente. El Sexenio Democrático, iniciado con la Gloriosa Revolución de 1869 y la huida de la monarca borbónica del momento, Isabel II, supuso un intento democratizador que pretendió hacer viable una asamblea soberana elegida por lo que se ha conocido como sufragio universal (mal llamado por ser sólo masculino). Los mayores avances democráticos y la mayor representación popular llevan al triunfo del republicanismo federal y de las fuerzas centrífugadoras y repartidoras del poder político, hasta el punto de implementar el cantonalismo, tan denostado por el poder central y su historiografia afín. La respuesta, el golpe del General Pavía a finales de 1874, entrando a caballo en las Cortes para evitar la continuidad en el gobierno del republicanismo federal, y el posterior pronunciamiento del general Martínez Campos para restaurar la monarquía borbónica en el hijo de Isabel II, Alfonso XII.

¿Y como evita el régimen de la restauración borbónica las demandas de autogobierno? Con represión, tan dura como sea necesario, con el turno de partidos liberal y conservador que conservan el poder en las élites que siempre lo han monopolizado, con elecciones falseadas que no eligen gobernantes sino que pretenden legitimarlos a posteriori, con caciquismo. Así se mantiene el régimen, hasta que las fisuras se agrandan a medida que aparecen más controles democráticos en determinadas circunscripciones electorales. En Barcelona, por ejemplo, el Doctor Robert, alcalde desde 1899, depura el censo electoral y como consecuencia aparecen representadas las fuerzas nacionalistas y del republicanismo federal en los comicios posteriores.

Nuevos ámbitos de apertura como cierta libertad de prensa dejan aparecer la sátira política. Los conocidos como «Hechos del CuCut!» son otro ejemplo paradigmático de la respuesta del estado cuando el avance democrático cuestiona su poder. La revista «CuCut!» publica en 1905 una viñeta humorística que los oficiales del ejército consideran injuriosa y asaltan la redacción de este y otros diarios como «La Veu de Catalunya«. Los agresores, lejos de ser detenidos y juzgados, recibieron el apoyo del estado, que legitima sus actos aprobando una Ley de Jurisdicciones que deja en manos de los militares el juicio de los considerados delitos contra la Patria y el Ejército. Agresores, militares y jueces al servicio de la unidad de la patria sacrificando la democracia.

La respuesta democrática y electoral es el triunfo de Solidaritat Catalana en las elecciones de 1907. El régimen se degrada y desmorona, y de nuevo, antes de verse obligado a compartir su poder por los resultados electorales, las élites dirigentes, encabezadas por Alfonso XIII, encargan al General Primo de Ribera el Golpe de Estado que lleva a la dictadura militar de 1923 a 1931. Cuando, caído Primo de Ribera, se convocan unas elecciones municipales, las del 12 de abril de 1931, el resultado electoral hace caer dictadura y monarquía.

Avances democráticos y estatuto de autonomía van de la mano en la II República. Una república que debe enfrentarse a intentos de truncar la resolución de conflictos por la vía democrática ya desde el inicio, como con el fracasado Golpe de Estado del general Sanjurjo en 1932. El posterior Golpe de Estado, el del general Franco, también fracasa como tal, pero desencadena una guerra civil en que parte de la ejército y las élites privilegiadas derrotan, con la ayuda de la Alemania nazi y la Italia fascista, al legítimo gobierno de la República elegido democráticamente.

La muerte del dictador dio paso a la Transición al ahora conocido como «régimen del 78». El grito de la calle de «Libertad, Amnistía y Estatuto de Autonomía«, lema de la Assemblea de Catalunya y clamo unánime en las manifestaciones de febrero de 1976, junto a las movilizaciones obreras y otras expresiones por un cambio político efectivo en todo el Estado, encontraría la burda respuesta del Golpe de Estado de Tejero (o de quien lo dirigiera) del 23F, Respuesta completada con la mas sofisticada y sutil LOAPA.

Parece que el fatalismo de la historia de España se repite. No sería el «antes roja que rota», sino el «antes dictadura si en democracia no seguimos mandando los de siempre». El péndulo de la historia vuelve a bascular. La voluntad democrática de autogobierno y autodeterminación del pueblo catalán no se ha podido detener en las urnas. Sólo se ha pretendido contener  encarcelando a quien las pone y pegando a quien vota.

A lo largo de la historia contemporánea, las fuerzas republicanas y progresistas catalanas han hecho muchos esfuerzos y sacrificios en el intento de reforma, modernización y democratización del Estado español. Como respuesta, las élites que han monopolizado ese Estado ha ofrecido siempre negación y represión. La historia no se acaba, aunque parece que a veces, fatalmente, se repite. La respuesta al libre ejercicio de la autodeterminación ya vemos cual es: persecución y represión por encima de las libertades civiles, la división de poderes y el estado de derecho. La democracia se sacrifica de nuevo. Nosotros nos vamos. Nuestro mayor empeño, que será también nuestro mayor apoyo a los republicanos y demócratas españoles, es la consecución de la República Catalana.

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Licenciado en Ciencias Políticas por la Facultad de Ciencias Políticas i Sociología de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) en 1994. Licenciado en Historia Contemporánea por la Facultad de Filosofía y Letras de la UAB en 1995. Trabajando en la empresa privada, en una multinacional francesa, hasta junio de 2015, cuando cojo una excedencia por ocupación de cargo público, a raíz de las elecciones municipales de mayo de dicho año, en las que me presento como candidato a la alcaldía de Montcada i Reixac en la candidatura de ERC. En el nuevo gobierno municipal constituido después de las elecciones, detento el cargo de Primer Teniente de Alcalde y Regidor de Urbanismo, Vía Pública, Servicios Municipales, Transporte i Movilidad, así como la portavocia de ERC en el Ayuntamiento de Montcada i Reixac.

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