Ante la cita trascendental que el Partido Popular tiene este fin de semana en su Congreso, y que influirá en la vida de todas y todos los españoles, no puedo menos de interpelarles al observar las dudas, vacilaciones, debates y silencios que están manteniendo sobre si legalizar o no el alquiler de vientres de mujeres, explotación a la que llaman, con cinismo sin igual, “maternidad subrogada”.

Señoras y señores del PP, maternidad subrogada es lo que ejercen miles de mujeres, abuelas, tías, amigas, cuando cuidan del hijo de otra que se halla incapacitada para ello por enfermedad, muerte, prisión, abandono. Maternidad subrogada es la más abnegada tarea, solidaria, altruista, que puede realizar una mujer para salvar del abandono al hijo o la hija de aquella desgraciada que no pudo hacerse cargo personalmente de la entregada y difícil función de criar a la niña o el niño.

Maternidad subrogada no es que un comprador que dispone de capital –los precios van desde los 50.000 euros que cuestan las muchachas de la India a los 200.000 de las pin ups de EEUU- le pague a la familia de la pobrecita adolescente hindú alquilada por el padre, o a la agencia que trata los negocios de la estadounidense, para que la bombardeen con hormonas, le extraigan los óvulos, o le inserten los de otra mujer, los fertilicen y los introduzcan nuevamente en la matriz; la recluyan en un local con otras que comparten su suerte, la vigilen durante 9 meses y después del parto le arrebaten el producto de semejante proceso, como si fuese una mercancía. Como si fuese un cordero o una ternera. Hoy la mercancía es un bebé. Eso es simplemente alquilar el útero de la mujer.

Creo entender que el Partido Popular es un partido confesional católico. O al menos, por muchos de sus afiliados, a los que conozco, como por sus dirigentes, que han hecho declaraciones públicas de tal fe, así lo parece. Según ese ideario, que todas y todos los alumnos de tiempos pasados hemos aprendido, jamás podría aceptarse la mercantilización del cuerpo de las mujeres para satisfacer los deseos de hombres que no tienen la generosidad suficiente para adoptar a alguno de los tantos menores abandonados en el mundo.

La escena de Jesús expulsando a los mercaderes del templo es simbólica de una religión que quería limpiar de ambiciones, usuras y negocios a sus fieles. Ya sabemos que se puede ser muy católico y muy mezquino y corrupto a la vez, porque nadie es perfecto, y los pecados personales no pueden ser tomados como indicativos de la norma moral de la Iglesia. Pero lo inadmisible es que las perversiones se conviertan en dogma, en principio, en ley.

Si ustedes aprueban legalizar la “maternidad subrogada”, es decir consideran que las mujeres son un animal al que se puede fecundar para fabricar niños de encargo, por un precio, es que no las consideran portadoras de un alma inmortal que las diferencia de las demás hembras mamíferas. O bien, establecen una clara diferencia entre las que deben ser sometidas a semejante tratamiento, porque son pobres, y ustedes y las de su familia, a las que jamás permitirían que fuesen tratadas como ganado.

Señores y señoras del PP, que se precian de ponderados, prudentes y conservadores, sobre todo de las tradiciones y esencias cristianas, ¿ciertamente creen que utilizar a una mujer como un animal, para fabricar en su matriz un bebé que habrá de entregar al comprador, perdiendo para siempre la relación con él, corresponde a la doctrina católica? O más bien, ¿abandonan esos viejos prejuicios religiosos que parecen en desuso y prefieren seguir los dictados de la actual doctrina liberal capitalista que nos ha enseñado que todo es susceptible de venderse, porque todo, productos y personas, somos mercancía?

Las señoras Aguirre y Cifuentes, que pertenecen a la fracción más moderna, innovadora y abierta del partido, están a favor de legalizar los vientres de alquiler –que así es como se llama esta nueva operación del Patriarcado contra las mujeres-. No sé en qué postura se halla la nueva ministra de Sanidad, Asuntos Sociales e Igualdad, Dolors Montserrat, que tiene encomendada la tarea de velar por los intereses de las mujeres españolas. Ellas aparentan la tendencia más vanguardista del partido, y quizá por eso creen que esta nueva moda –negocio- de contratar barrigas femeninas para utilizarlas de laboratorio de producción de niños, en una nueva versión del monstruo de Frankestein, es muy moderno y muy guay. Pero ninguna de ellas se prestaría a dejarse manipular de forma semejante, sobre todo para entregarle el niño o la niña a un comprador desconocido, del que únicamente saben el montante de su cuenta corriente.

¿Y los demás? Los Fernández Díaz que tienen un ángel de la guarda particular encargado de tareas tan singulares como la de aparcar su automóvil, o Fátima Báñez que se encomienda a la Virgen del Rocío para resolver el problema del desempleo, ¿también están de acuerdo en legalizar el alquiler de úteros femeninos para su fertilización, mediante un pago generoso, y la extracción del feto para su venta? Desde sus profundas convicciones cristianas, ¿creen en la bondad de la utilización de las personas como mercancías, cuando el cristianismo fue una de las primeras ideologías que se opuso a la esclavitud? ¿No suponen que aparte de proporcionar hormonas, calcio, minerales, metales y nutrientes al feto, esa madre invierte en la gestación sus energías vitales, sus emociones, sus sentimientos? ¿Qué saber que se está desarrollando un nuevo ser humano dentro de su cuerpo no le provoca miedos, angustias y placeres, como a toda mujer? ¿No imaginan lo que debe sentir cuando después del largo proceso de la gestación y del sufrimiento del parto se le arrebate la criatura como si hubiera cosido un traje en vez de fabricar un niño?

Quizá alguno de los interpelados por esta misiva se ría al leerla, porque cumplir los mandatos de Jesús de Nazaret –amar a tu prójimo como a ti mismo, como primero- está bastante anticuado y, ¿a qué se me da a mí apelar a esa ideología religiosa cuando no me siento concernida por ella, por más que pretendieran inculcármela tozudamente durante toda mi infancia y juventud? Pero es que señores y señoras del PP, una virtud que siempre admiro en los seres humanos es la coherencia. Por supuesto cuando se mantiene respecto a un ideario humanista, generoso y altruista. Así, tengo y quiero a muchas amigas y amigos católicos que se comportan como tales en todos los avatares de la vida. Así, también significaría un progreso para nuestro país que el PP fuese mucho más cristiano y menos capitalista. Pero esto ya es un desiderátum que no entra en este artículo.

Ya sabemos, señores y señoras del PP, que el capitalismo no desea más que el beneficio. Ese el único objetivo de su existir. Para lograrlo con el éxito que ha alcanzado se dedicó a fabricar productos y a venderlos, y a buena parte de la población del mundo le pareció bien, pero, ¡fíjense!, lo primero que hizo fue abolir la esclavitud porque no le interesaban los seres humanos como mercancía. Le son útiles como fuerza de trabajo a la que extraerle la plus valía. El comercio de esclavos ya estaba periclitado, propio de la Edad Antigua y la Media. Y hoy, en el primer cuarto del siglo XXI, venimos a caer en las prácticas de los Patriarcas bíblicos, comprando y vendiendo niños, aprovechando además los grandes avances técnicos que hemos alcanzado para fabricarlos en probeta. Pero siempre utilizando las barrigas de las mujeres, porque la verdadera maternidad in Vitro resultaría mucho más cara.

Y ustedes, que se precian de cristianos, vuelven a las prácticas de los paganos que practicaban la poligamia, la venta de mujeres y niños y el infanticidio.

Más parece que les aconseje Moloch que su Ángel de la Guarda.  

3 COMENTARIOS

  1. Creo que lo que me quedaba por leer es a una socialista invocando a la religión católica para echar tierra sobre la gestación subrogada y que, encima, antes de dar su opinión, parece no haberse informado. El mayor error está en creer que sólo los hombres hacen uso de esta forma de tener hijos, porque las mujeres también lo hacen y no son pocas las parejas heterosexuales o madres solteras que no pueden tener hijos quienes hacen uso de esta técnica. Las mujeres tienen la suerte de poder gestar y tener hijos biológicos, sean parejas de homosexuales o mujeres solteras, y pagado por la sanidad pública. A los hombres se nos discrimina en este aspecto. ¿Buscamos igualdad? Pues vamos a hacerla efectiva, si los hombres no tienen acceso a esto de forma gratuita, que tampoco lo hagan las mujeres… ¿O esto ya no sería igualdad? De paso, le recomiendo que lea el artículo que escribió un compañero suyo de Diario 16 al respecto y quizás se le abra la mente. Porque esto es de lo poco bueno que podrían hacer el PP y Ciudadanos en 4 años.
    https://diario16.com/espana-y-la-gestacion-subrogada/

  2. Cuando leo el caso de niños nacidos de esta forma siempre me pregunto qué les contestan esos «padres» a esos hijos cuándo estos les preguntan por su madre. «Hijo mío, tú no tienes madre, por decisión mía, y punto». Lo mismo para mujeres que deciden tener hijos solas, ¿qué les dicen cuando estos les preguntan por su padre? «Mira hijo mío, quería experimentar lo de tener hijos pero sin tener que aguantar a un hombre, o sea, que te aguantas y no tienes padre».
    ¿Alguno de todos esos y esas que claman por su «derecho» a tener hijos ha pensado en ellos? Porque pareciera que se les apetecen igual que tener un coche, se lo compran y punto. Y los niños son seres humanos, no mascotas, ni coches, ni teléfonos.
    Enhorabuena, Lidia, por este artículo. Me pasa como a tí, soy socialista y no creo en la iglesia católica, pero me gustaría que a los que se les llena la boca con el cristianismo, lo ejercieran. Otra sociedad habría.

  3. hay cristianos y catolicos. Los del pp son catolicos pero no cristianos. Los obispos son catolicos, pero no cristianos.
    o es que creéis que lo que predica cañizares, el obispo de alcalá o antes rouco, es el mensaje de jesus? No, es la voz de la inquisicion

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