La escritora barcelonesa Ana María Matute (1925-2004) gozó de reconocimiento público desde su más temprana juventud, casi al unísono de la publicación de sus primeras obras narrativas. Este mérito incuestionable tiene un doble valor teniendo en cuenta la durísima época en la que lo estaba logrando, los años más oscuros de la posguerra española. En aquellos años de hambre, represión y grisura de un régimen dictatorial implacable, Matute supo adaptarse a la perfección a las exigencias del guion sin perder un ápice de su independencia, talento literario y compromiso.
‘Primera memoria’, ‘Los soldados lloran de noche’ y ‘La trampa’ recibieron sendos galardones en los sesenta
Ya en 1947, con sólo 22 años logró encumbrarse como finalista del Nadal por su novela Los Abel. Aquel año sólo Miguel Delibes y su mítica novela La sombra del ciprés es alargada le pudo arrebatar el galardón. En la siguiente década de los cincuenta logró consolidar su narrativa con numerosos premios, como el Café Gijón de novela en 1952 por Fiesta al Noroeste, el Planeta en 1954 por Pequeño teatro, y el Nacional de Literatura en 1959 y el de la Crítica de 1958 por Los hijos muertos. Fue, en suma, una década muy fruct tanto en ructor Los hijos muertos. Fue, en suma, una d, y el Nacional de las Letras ífera tanto en producción literaria como en galardones recibidos.
La década de los sesenta ya fue otro cantar. Su producción se redujo en cantidad notablemente, pero no así la calidad de sus trabajos, como evidencia el volumen publicado ahora por Austral titulado Los mercaderes, que aglutina la trilogía compuesta en esta década con los títulos Primera memoria, Los soldados lloran de noche y La trampa.
Así lo recuerda en el prólogo de esta edición Mari Paz Ortuño, amiga personal y especialista en la obra de Ana María Matute. Después de la separación de su primer marido, Matute encontró en Julio Brocard el amor de su vida. Tras volver de Estados Unidos, fijaron en Sitges su residencia habitual. “Comenzaron los que ella consideró con el tiempo los mejores años de su vida: era feliz, parecía por fin tenerlo todo. Sin embargo, su producción literaria se hizo más escasa”, apunta Ortuño.
Fue en esta época, en la de la publicación de estas tres novelas durante la década de los sesenta, cuando la prensa internacional se hizo eco de la trayectoria literaria de Matute. Así, Le Monde le dedicó un amplio estudio a su obra como antes no había hecho con ninguna otra escritora española contemporánea.
Como explicó en una entrevista en La Vanguardia tras recibir el Nadal por Primera memoria, la escritora barcelonesa quiso jugar con la inocencia de unos personajes adolescentes para plantear de forma sencilla y casi sinuosa el problema dominante de la injusticia que se vivía en la sociedad española de aquellos años marcados por la brutalidad de la guerra civil. Este eje marcó también la estructura de las siguientes dos novelas que conforman la trilogía y hacen de ella uno de los momentos cumbre de la literatura española de la segunda mitad del pasado siglo.
A nadie escapa que Matute era exigente hasta titulando sus novelas. No dejaba nada al arbitrio de la casualidad, todo tenía un por qué y una razón de ser. De ahí que en Los mercaderes y sus reminiscencias bíblicas la escritora aborda el tema del bien y el mal. Ortuño subraya que si los idealistas son aquellas personas que luchan por unos ideales loables, los materialistas entroncan claramente con los mercaderes, “los que traicionan a los otros en su propio beneficio”.
Aunque la autora quiso conformar esta trilogía que ahora Austral publica en un solo volumen con el título unitario de Los mercaderes, los expertos en su obra siguen sin ponerse de acuerdo en afirmar con rotundidad que estemos ante una verdadera trilogía pese a que existen personajes que se cruzan en las tramas de las tres novelas independientes entre sí. Aseguran, según Ortuño, que no estamos solo ante novelas muy diferentes entre sí estilísticamente, sino también por estructuras y lenguaje empleado en cada una de ellas.
Matute siempre ha sido muy reacia a concretar tiempo y espacio en sus novelas, aunque en muchos casos son fácilmente reconocibles ambos elementos literarios. La posguerra y el mar Mediterráneo como horizontes que acotan un universo siempre particular y único como es el de una escritora imprescindible de las letras españolas contemporáneas.
Los mercaderes
Ana María Matute
Austral
672 páginas
12,95 €