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Bancos y comisiones

David Almorza Gomar
David Almorza Gomar
Profesor Titular de Universidad de la Universidad de Cádiz, en el Departamento de Estadística e Investigación Operativa, adscrito a la Facultad de Ciencias del Trabajo. Ha sido Vicerrector de Alumnos de la Universidad de Cádiz (desde el año 2003 hasta el 2013) y Vicerrector de Responsabilidad Social y Servicios Universitarios de la Universidad de Cádiz (desde 2013 hasta 2015). Durante estos doce años, ininterrumpidamente, ha tenido entre sus competencias el Área de Deportes de la Universidad de Cádiz. Ha promovido la creación del Aula Universitaria de Fútbol de la Universidad de Cádiz, y en estos momentos ocupa el cargo de Director del Aula de Fútbol. Tiene el título de Entrenador Nacional de Fútbol con Licencia UEFA-PRO. Ha entrenado en las categorías Infantil y Cadete del Cádiz C.F. desde el año 2010 hasta la actualidad. Además, en el Cádiz C.F. ocupa el cargo de Coordinador de Delegados y Auxiliares de Fútbol Base desde el año 2014.
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análisis

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Cuando se escucha algo referente a pagar comisiones, se suele asociar con los bancos. El médico investigador Boris Pérez, siempre fue contrario al pago de estas comisiones. En su opinión los bancos son depositarios del dinero de los ciudadanos y lo gestionan por su cuenta, con lo que ya obtienen beneficios suficientes como para, además, cobrar comisiones.

En cierta ocasión Boris entró en una sucursal bancaria en la que tenía abiertas dos cuentas. Solicitó hacer una transferencia entre ellas. La persona que le atendía le advirtió de que esa operación tenía un coste. Boris no entendía que le quisieran cobrar al ser suyas ambas cuentas.

La persona revisó los datos y comprobó que además Boris tenía una hipoteca con ese banco, pero también le hizo notar que no había domiciliado su nómina allí. Eso le dio pie a Boris a explicar su teoría. Si domiciliaba su nómina en el mismo banco en el que tenía la hipoteca, a la fecha de cada vencimiento mensual el banco cobraría la deuda hubiera o no dinero suficiente. Si no fuera suficiente, en cuanto llegase algún ingreso, el primero que sea, el banco lo usaría de inmediato para completar el pago de la hipoteca, dándole prioridad a cualquier otro recibo, compromiso de pago o gasto que Boris tuviera. Esa es la prioridad del banco, que impone así su ritmo de pagos. Sin embargo teniendo la nómina en otra entidad bancaria, el ritmo de pago lo pondría Boris, y si se retrasaba con el de la hipoteca ya la abonaría con el recargo correspondiente, pero sería él quien decidiría qué era prioritario hacer con su propio dinero.

La persona que le atendió dijo que muy bien, pero que el asunto era que si quería hacer la transferencia entre sus cuentas tendría que pagar una comisión. Boris no quiso hacer la transferencia. Prefirió retirar el dinero en efectivo de una de sus cuentas. A continuación pidió hacer un ingreso en efectivo, con el mismo dinero que había sacado, en la otra cuenta. Dos operaciones que no tenían comisión.

El resultado era igual que el de hacer la transferencia entre sus cuentas, pero con la diferencia de que de esta manera no tenía coste. Le dijo a la persona que le atendió que así se había ahorrado la comisión, y que si el banco no hubiera pretendido cobrarla desde el principio hubiera sido menos trabajo para ellos, habrían perdido menos tiempo los dos y no se hubiera formado la cola de gente que estaba esperando. Boris salió contento del banco. Había presenciado algo insólito: el banco tuvo que trabajar más para ganar menos. Toda una novedad.

 

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