Al día siguiente de la repetición de las elecciones presidenciales en Austria, mientras se cuentan los votos por correo, se confirma la victoria del candidato progresista y europeísta: Alexander van der Bellen.

Con una participación superior al 74%, más del 53% de los votantes han querido confirmar y ampliar el resultado del 22 de Mayo, anuladas por una polémica decisión de la Corte Constitucional.

En estas primeras horas post-electorales, agradezco a Diario 16 que me invite a compartir algunas reflexiones con sus lectores. Casi de modo telegráfico.

En primer lugar: la clave estaba en la movilización. No se trataba tanto de conseguir nuevos electores, pero sí de asegurar a todos los propios y motivarles para acudir a las urnas. En términos de izquierda/ derecha (en este caso extrema derecha), la izquierda ha sido más eficaz en este cometido. Las dudas entre votar o no votar anti-sistema, han dejado en casa a parte del electorado potencialmente derechista.

Segundo: El candidato perdedor por segunda vez, Norbert Hofer, era la cara más amable, aparentemente menos radical y supuestamente menos fascista de la derecha tradicional. Después del BREXIT y de Trump, pensaron que soplaba viento de cola, pero el electorado ha empujado fuerte a favor de Europa. Creo que Austria ha enviado una señal muy positiva al conjunto de la comunidad internacional.

Tercero: En términos de política interna, se refuerza la actual coalición de gobierno (red-black) liderada por el socialdemócrata Christian Kern, en detrimento de los que querían provocar nuevas elecciones para favorecer una coalición blue-black (extrema derecha con derecha). Mi pronóstico es que se ha estabilizado la legislatura y que no habrá adelanto electoral.

Conclusión “provisional”, como todas las conclusiones: La supuesta ola neoliberal en Europa, más emocional que real, no era irreversible. Austria lo demuestra.

 

(traducción de Ricard Torrell i Blanquer, exclusivo para Diario 16)

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