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Atenas, la Ítaca urbana de Márkaris

El padre literario del comisario Jaritos propone un precioso paseo en metro para descubrir la verdadera capital griega y todo un país

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análisis

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No es una guía sobre la capital griega, tampoco un libro de viajes que detalla los lugares imprescindibles que visitar, ni mucho menos una novela ambientada en esta ciudad mítica en el pleno sentido de la palabra. No es nada de todo esto y quizás sí tenga algo de todo ello unido, un extraordinario viaje en metro por la Atenas actual, la Atenas de la crisis y el desencanto, de los barrios crecidos como monstruos de dos cabezas sin criterio al albur de la especulación inmobiliaria y aquellos otros de toda la vida donde la vida transcurre más pausada y terrenal, apegada a sones de instrumentación oriental provenientes de patios con adornos florales de los que parecen salir modelos en piedra de Fidias o Praxíteles.

De la mano del padre del comisario ateniense Kostas Jaritos, el escritor estambulí de nacimiento Petros Márkaris nos embarca en un viaje, en el espacio y el tiempo, atravesando una ciudad de dioses, tan endiosada y ensimismada de su belleza milenaria como decadente y deprimente que sigue contando con un encanto especial inexplicable.

De todo ello participa Atenas, capital del país por antonomasia caído de bruces en el infierno sin remisión por designio de la divinidad reinante: el capital. Cuenta Márkaris en el prólogo de Próxima estación, Atenas (Tusquets) que desde que el 27 de febrero de 1869 echara a rodar la línea férrea entre Zision y el Pireo la capital griega siempre ha sido muy ambigua en la distinción entre tren ferroviario y metropolitano. Las 24 estaciones que atraviesan de norte a sur la capital griega en su línea de metro más larga sirven al conocido escritor para trazar un perfil no sólo de una ciudad sino de todo un país y un pueblo identificado plenamente con su capital.

Este retrato estación a estación traza las cicatrices que el paso de los años y de las sucesivas crisis y etapas deja en una población exhausta, harta, hundida en el pozo de la incomprensión y la incertidumbre. Al fin y al cabo, recuerda Márkaris que en Grecia la modernización no significa más que “echar abajo lo viejo”.

Atenas, una ciudad de dioses, tan endiosada y ensimismada de su belleza milenaria como decadente y deprimente que sigue contando con un encanto especial inexplicable

La importancia de esta línea de metro no guarda como principal idiosincrasia su longitud, sino que su trazado ha servido para partir literalmente en dos la ciudad. De paso, Márkaris aprovecha el viaje para retratar las diferentes capas sociales que viven en su superficie conforme vamos parando en cada una de las estaciones. Desde los barrios obreros del Pireo y el puerto hasta los de la burguesía adinerada y pudiente de Marusi y Kifisiá.

Márkaris recuerda que el desarrollo de la capital griega no dejó de sufrir sobresaltos a lo largo de su dilatada historia. Subraya que las grandes oleadas de migrantes que ha recibido en diversas oleadas se han producido por necesidad y nunca por voluntad propia. De hecho, la primera gran oleada la recibieron los atenienses años después de su Guerra Civil, a principios de los cincuenta del pasado siglo. El Gobierno de aquella época no lo dudó un instante: en vez de reconstruir el país se dedicó a aparentar, y qué mejor manera que adecentando el epicentro del país, su capital, Atenas, y abandonando el resto a su suerte. De ahí que Atenas se transformó en un espejismo de país, simbolizando lo que Grecia nunca llegó a ser en su conjunto.

El creador del comisario Jaritos propone un viaje en El Eléctrico que apenas se prolonga durante una hora, pero que servirá para conocer Atenas “en toda su belleza y fealdad”. Es entonces cuando Márkaris trae a su memoria ‘Ítaca’, el famoso poema del alejandrino Kavafis, que le sirve para comparar la capital griega con una especie de Ítaca urbana y moderna. Y ello pese a que el poeta sólo pisó muy de pasada la capital griega en la primera mitad del pasado siglo cuando ya se encontraba muy enfermo. Suficiente para constatar que estaba cerca del cielo.

 

Próxima estación, Atenas
Petros Márkaris
Tusquets
224 páginas
17 €

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