Hay muchas formas de ganar un partido de forma digna y deportiva, y muchas maneras de convertirse en el mejor equipo de Europa y rendir a todo el fútbol internacional a tus pies, pero solo hay forma de hacerlo sin merecerlo: ganando como gana el Real Madrid.

Esta es una de las lecturas del partido del pasado sábado, el más importante para cualquier club europeo: la final de la Champions. Por segunda vez, Real Madrid y Atlético de Madrid volvían a enfrentarse entre ellos. Hace dos años, la mala suerte en el minuto 93 fue decisiva para que los colchoneros se quedarán a las puertas del título.

En esta segunda ocasión, la mala suerte se tornó en injusticia y se han dado muchas a lo largo del viaje europeo. La principal fue el primer gol del Real Madrid con un claro remate de Sergio Ramos en posición de fuera de juego. Un error difícil de ver para el árbitro que, sin duda, condicionó el resultado final y la marcha del partido.

A eso hay que sumar que jugadores como Pepe deberían de abandonar los terrenos de juego. Los continuos intentos de engañar al árbitro en busca de la expulsión de algún rojiblanco llegaron incluso a hacer que el árbitro protagonizará una de las acciones más graciosas del partido al sacarle la lengua al defensa portugués.

La segunda gran injusticia es que un gol, un simple gol, le dio la tranquilidad al Madrid para dejar de jugar al fútbol. La suerte incluso les permitió que el Atlético fallará un penalti y el resultado no se moviese. Jugadores andando y con pocas ganas, lo suficiente incluso para ganar un partido, sin ningún tipo de mérito para jugarse el desenlace final en la lotería de los penaltis.

Otra injusticia tiene que ver con las facilidades que ha tenido el Real Madrid durante todo su recorrido en la Champions. El Atlético de Madrid ha tenido que derrotar a equipos como el FC Barcelona o Bayern de Múnich, mientras que el Real Madrid ha tenido un paseo bastante fácil frente a quipos como el Wolfsburg.

Al final, un recorrido injusto, lleno de facilidades, y de errores y torpezas del árbitro, que fueron suficientes para confirmar porque en la mayoría de campos de España se canta: ¡Así, así, así gana el Madrid!

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